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Garamendi busca mujeres para reinventar la CEOE

El nuevo presidente de la patronal dará una vicepresidencia a Pilar González de Frutos y creará al menos otras dos para ocuparlas con empresarias de reconocido prestigio.

Antonio Garamendi, presidente de la CEOE
Antonio Garamendi, presidente de la CEOElarazon

El nuevo presidente de la patronal dará una vicepresidencia a Pilar González de Frutos y creará al menos otras dos para ocuparlas con empresarias de reconocido prestigio.

Tiempos de cambio en la CEOE. El acceso de Antonio Garamendi (Guecho, Vizcaya, 1958) a la cúpula patronal, en sustitución de Juan Rosell (Barcelona, 1957), es el principio de una transformación en la organización. El nuevo presidente no tiene prisa y defiende que «no hay que precipitarse», aunque avanza que pretende incorporar a más mujeres a puestos de responsabilidad y relevantes en la institución. El primer gesto fue rápido. Su primera decisión fue nombrar secretario general a José Alberto González-Ruíz. La segunda, colocar a Carmen Alsina al frente del estratégico departamento de Relaciones Instituconales, Comunicación y Sostenibilidad. Enseguida habrá más.

El 19 de diciembre se celebrará la primera reunión del Comité Ejecutivo y de la Junta Directiva de la organización, con el nuevo presidente, que elegirá a cinco vicepresidentes. Uno de ellos, el de Cepyme –puesto que hasta ahora ocupaba el mismo Garamendi–, es nato. Su sucesor al frente de la pequeña y mediana empresa será Gerardo Cuerva, ahora presidente de los empresarios granadinos. Otros tres serán los presidentes de las principales organizaciones empresariales territoriales: Josep Sánchez Llibre (Fomento del Trabajo/Cataluña); Juan Pablo Lázaro (CEIM-Madrid) y Salvador Navarro (Confederación Empresarial Valenciana). Además, Garamendi quiere que Pilar González de Frutos, presidenta de Unespa, la patronal de los seguros, ocupe una quinta vicepresidencia. Ya fue la primera mujer en ocupar ese puesto en la CEOE, pero cesó durante el mandato de Rosell (2010-2018), que heredó de Gerardo Díaz Ferrán –sucesor del histórico José María Cuevas– un complicado organigrama con más de una docena de vicepresidentes. Rosell introdujo muchos cambios y lidió con la difícil herencia de Díaz Ferrán, condenado a ocho años de cárcel por delitos relacionados con el «caso Marsans».

Garamendi, que compitió por la presidencia con Rosell hace cuatro años y perdió por un puñado de votos, quiere repensar la patronal. Su objetivo de incorporar mujeres a la primera línea exige un cambio previo de Estatutos que permita aumentar el número de vicepresidencias ahora limitado a cinco. Quiere dos o tres más, ocupadas por mujeres. Lo propondrá a la próxima Asamblea de CEOE en la primavera. Hasta entonces busca fórmulas para incorporar a «cinco mujeres de reconocido prestigio», cuyos nombres omite, en lugares de visibilidad en la organización. Además, remodelará una estructura, «jibarizada» para algunos en los últimos tiempos. La CEOE ajustó mucho su plantilla y vendió un espléndido inmueble en Bruselas, en donde estaba la delegación que ejerce a modo de «lobby» empresarial español ante las instituciones europeas, algo que el dirigente de la CEOE pretende reforzar.

Las relaciones con el Gobierno y Cataluña son dos de los asuntos más candentes que afronta Garamendi quien, al día siguiente de su elección, viajó a Cuba en la delegación empresarial que acompañó al presidente del Gobierno, algo que le granjeó suspicacias en ciertos ambientes empresariales.

Críticas empresariales

La parte positiva es que Pedro Sánchez y su equipo –el que su jefe de Gabinete, Iván Redondo, sea vasco como Garamendi tiene importancia– le han acogido bien. Hay sintonía. En Moncloa no olvidan las críticas recibidas en el Congreso del Instituto de la Empresa Familiar y todavía duelen las palabras de Francisco Riberas, presidente Gestamp; Juan Roig (Mercadona) o José María Entrecanales (Acciona). Garamendi, que nunca ha ocultado su cercanía al PP –también fue una voz muy activa frente a ETA–, procurará llevarse bien con el Gobierno, pero muchos de los que lo han apoyado también esperan firmeza en asuntos laborales o fiscales, y esa será la reválida de su liderazgo. La cuestión catalana también es delicada. En los últimos años ha dividido a los empresarios, entre quiénes reclamaban más contundencia con el independentismo y quiénes intentaban rebajar la tensión. Garamendi estaría más entre los duros, pero acredita gran capacidad de empatía y no escatima esfuerzos para conseguirlo.

Por último, Garamendi, tiene que lidiar con las expectativas de los miembros de su organización, entre ellos empresarios muy relevantes, que sugieren algunas lineas: 1) Desarrollar un proyecto de acción económico, social y también político; 2) Alcanzar un gran acuerdo bipartito con los sindicatos o tripartito, incluido el Gobierno, en el campo socio-laboral que establezca un marco estable para los próximos años; 3) Una política estratégica propia que garantice la independencia de la CEOE de los partidos y del Gobierno; 4) Buscar y obtener vías de financiación estables al margen de las subvenciones y 5) Influir en la sociedad y, en el caso de Cataluña, fomentar el constitucionalismo. No todo depende de él, aunque sí bastante. Por delante puede tener dos mandatos, ocho años. Tiempo suficiente para casi todo, incluso para que le suceda una mujer.