
Préstamos financieros
Gonzalo Bernardos ataca a los que piden un préstamo para irse de vacaciones: "Un préstamo se toma para un aspecto esencial, pero por un gusto no"
El economista Gonzalo Bernardos radiografía el cambio de hábitos de consumo entre generaciones, poniendo el foco en el gasto a crédito

El economista Gonzalo Bernardos ha vuelto a poner el foco en la coyuntura económica actual en el programa "Más Vale Tarde", realizando una retrospectiva a las pautas de consumo y ahorro que imperaban en las décadas de los ochenta y noventa. Sus recientes declaraciones giran en torno a la preocupación por el auge de los préstamos financieros destinados a cubrir gastos de ocio, como las vacaciones.
Asimismo, Bernardos ha sido categórico al desaconsejar el uso de crédito para fines no esenciales. En su opinión, un préstamo debería considerarse únicamente para afrontar situaciones de necesidad económica imperiosa, nunca para satisfacer meros gustos o caprichos, incluso si ello implica posponer o renunciar a determinadas experiencias.
De este modo, el experto ha criticado abiertamente una tendencia creciente: la de individuos con estabilidad laboral e ingresos holgados que, a su juicio, viven por encima de sus posibilidades. Se trata de personas que, pese a una buena remuneración, no consiguen llegar a fin de mes debido a un nivel de gasto que consideran "imprescindible".
El cambio generacional en el consumo
En este sentido, Bernardos ha ejemplificado esta realidad con diversas situaciones cotidianas. El economista se refiere a aquellos para quienes resulta "imprescindible" acudir al Liceo, comer todos los domingos en restaurantes de primer nivel o realizar viajes internacionales intercontinentales cada semestre, y no solo a capitales europeas. Este patrón de gasto, según el experto, contrasta con la mentalidad de ahorro y austeridad que caracterizaba a generaciones anteriores.
Por otro lado, la comparación con la juventud de los años ochenta y noventa revela un cambio en las costumbres. Bernardos apunta que en aquella época, los jóvenes apenas conocían más allá del pueblo de veraneo, donde el gasto era sensiblemente menor debido a un diferente marco de precios y expectativas. La actual era de las redes sociales, en contraste, ha transformado las aspiraciones de consumo y ha elevado la presión social para exhibir un estilo de vida determinado.
Finalmente, el economista ha lanzado una advertencia clara sobre la insostenibilidad de esta dinámica. Bernardos subraya que es inviable aspirar a tenerlo todo sin hacer renuncias o ajustar las expectativas. Su conclusión es tajante: la única vía para quienes se encuentran en esta situación es o bien incrementar sus ingresos de manera considerable o, en su defecto, reducir de forma drástica sus patrones de consumo para adecuarlos a su realidad financiera.
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