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Gonzalo Bernardos, economista, abre un nuevo frente en el mundo inmobiliario: “La rentabilidad es muy interesante”
Ante la dificultad para comprar un piso, llega la última moda inmobiliaria: adquirir una habitación por 100.000 euros en una operación que los expertos tildan de engañosa y con enormes riesgos para el comprador

La advertencia de los expertos es rotunda: la compra de habitaciones sueltas es una operación peligrosa y, en esencia, una forma de publicidad engañosa. El economista Gonzalo Bernardos es tajante al señalar la trampa legal que esconde este nuevo modelo de inversión. En realidad, nadie compra una habitación, sino un porcentaje de la propiedad total en un régimen conocido como proindiviso. Esta distinción es fundamental, ya que el comprador no adquiere un espacio físico de uso exclusivo, sino una participación abstracta de un piso que debe compartir con otros.
De hecho, el mecanismo responde a una lógica puramente especulativa. El vendedor original trocea un inmueble para maximizar sus ganancias, obteniendo por la suma de las partes un beneficio muy superior al que lograría con la venta tradicional de la vivienda completa. El riesgo, por tanto, se transfiere íntegramente a los nuevos copropietarios, que se ven atrapados en una fórmula pensada para el rendimiento económico del promotor inicial.
Sin embargo, a pesar de los evidentes peligros, esta práctica encuentra su principal baza en las altas rentabilidades que promete a los inversores. El propio Bernardos reconoce que, desde una perspectiva puramente financiera, "La rentabilidad es muy interesante". Este rendimiento, que según ha expuesto en laSexta Xplica, supera con creces el 4% o 5% neto del alquiler convencional, se ha convertido en el principal gancho financiero para atraer a compradores en un mercado tensionado.
La copropiedad como un callejón sin salida
En este sentido, uno de los mayores inconvenientes de este modelo aflora a largo plazo. Una vez realizada la inversión, el comprador se enfrenta a la enorme dificultad de vender su participación en el futuro. Al convertirse en copropietario junto a un grupo de desconocidos, cualquier decisión sobre el inmueble, desde una pequeña reforma hasta su venta, queda supeditada al consenso unánime de todos los titulares, lo que en la práctica bloquea cualquier movimiento.
Por otro lado, esta controvertida fórmula de negocio es un claro reflejo de la presión que vive el sector inmobiliario en España. La búsqueda de alternativas ante la imposibilidad de acceder a una vivienda completa ha abierto la puerta a estas prácticas, con ofertas que ya promocionan habitaciones por cifras que pueden alcanzar los 100.000 euros. Unos precios que ponen de manifiesto la enorme distorsión del mercado y los riesgos a los que se exponen quienes buscan una oportunidad de inversión.
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