
Impuesto de sucesiones
Gonzalo Bernardos, economista, rompe el mito del impuesto de sucesiones: "el muerto ni recibe ni paga nada"
Para el economista Gonzalo Bernardos, el impuesto de sucesiones no es una doble imposición sino un tributo justo que pagan los ricos por recibir "un gran regalo", financiando así la sanidad y la educación

El impuesto de sucesiones, uno de los tributos más controvertidos del sistema fiscal español, tiene en el economista Gonzalo Bernardos a uno de sus más firmes defensores. Bernardos insiste en que el gravamen no recae sobre el fallecido, sino sobre quienes heredan, lo que en la práctica constituye un incremento patrimonial para el descendiente. A su juicio, se está gravando un "gran regalo" que los herederos reciben sin haber generado personalmente esa riqueza.
Por otro lado, el economista se ha encargado de desmontar uno de los argumentos más esgrimidos en su contra: la supuesta doble imposición. Sostiene con rotundidad que no se produce tal solapamiento, ya que el IRPF grava la obtención de ingresos por trabajo o capital, mientras que el de sucesiones se aplica sobre la transmisión de un patrimonio ya existente. Son, por tanto, dos hechos imponibles completamente distintos.
Asimismo, Bernardos subraya el carácter progresivo de este impuesto, al entender que recae de forma principal sobre los patrimonios más elevados, a diferencia de otras figuras como el IVA, que impactan con más fuerza en las economías modestas. De hecho, asegura que los herederos de familias obreras en España no llegan a pagar por este concepto, una afirmación que busca desterrar la idea de que sea una carga generalizada para las clases populares.
La justificación social del impuesto y el debate sobre su armonización
No obstante, su defensa no es incondicional, ya que el economista distingue claramente entre los diferentes tipos de herencia. Considera justo que quienes reciben un patrimonio elevado contribuyan a las arcas públicas, pero matiza que la situación es muy diferente para aquellos que heredan bienes más modestos, como un piso y una cantidad de dinero reducida, una distinción clave para entender su postura, tal y como explica X. Es en las grandes fortunas, insiste, donde el impuesto encuentra su verdadera justificación.
En este sentido, Bernardos vincula directamente la recaudación de este tributo con la financiación de los pilares del Estado de bienestar, como son la Sanidad, la educación pública y las diversas prestaciones sociales. Su argumento es que los fondos obtenidos a través de este impuesto son cruciales para sostener los servicios que benefician al conjunto de la sociedad.
Finalmente, el debate sobre su armonización territorial cobra una especial relevancia, dado que el impuesto varía enormemente entre comunidades autónomas. La carga fiscal depende no solo de los bienes heredados, sino también del parentesco con el fallecido. En este contexto, un informe del Banco de España calculó que la unificación del impuesto de sucesiones en todo el territorio nacional podría elevar la recaudación hasta los 10.200 millones de euros.
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