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Inversores que antes fueron emprendedores

Entre quienes han logrado un gran exit, algunos deciden pasarse al otro lado del emprendimiento y volverse inversores

¿Tienen los inversores vacaciones?
¿Tienen los inversores vacaciones?Pexels

Ser cocinero antes que fraile. Haber sido emprendedor antes que inversor.

Quienes han montado una startup y la han vendido con éxito encuentran, en muchas ocasiones, en el lado inversor una salida lógica. Pero quienes han levantado una empresa desde cero y después han decidido apostar por otras ideas ajenas, viven la inversión desde un prisma particular. Y, en muchas ocasiones, se siguen considerando emprendedores más que inversores, a juzgar por las historias de Javier Andrés, Rafael Tamames y José del Barrio, tres inversores que antes fueron emprendedores.

Javier Andrés fundó Ticketea y la vendió a Eventbrite. Desde entonces, asegura haber ido y venido entre el emprendimiento y la inversión. «Me considero más emprendedor que inversor», señala. Su experiencia como fundador de empresas le ha llevado a invertir como business angel, pero siempre en proyectos de personas con las que tiene una relación previa. «Cuando terminas de ser emprendedor, te va bien y tienes un exit, el propio ecosistema te empuja a pensar que vas a ser bueno siendo inversor, lo cual no sé hasta qué punto tiene que ser verdad», reflexiona. Para él, las habilidades necesarias en ambos roles no son necesariamente las mismas. «La experiencia operativa claramente ayuda, pero una cosa no conlleva la otra», determina.

Javier Andrés, fundador de Luzia, asistente de inteligencia artificial. © Jesús G. Feria.
Javier Andrés, fundador de Luzia, asistente de inteligencia artificial. © Jesús G. Feria.© Jesús G. Feria.La Razón

Condición no necesaria

¿Ayuda el haber sido emprendedor para detectar las buenas ideas en las que invertir? Ninguno de los tres entrevistados lo considera imprescindible pero sí que defienden que la experiencia suma, sobre todo a la hora de acompañar y entender los desafíos a los que se enfrentan quienes están al otro lado de la mesa.

«Creo que es más fácil identificar el talento y ver si el emprendedor tiene el hambre, la motivación y la obsesión que requiere montar una empresa», asegura Javier Andrés, que reconoce también que el haber vivido ese rol hace que sea «más fácil establecer una sintonía con el emprendedor porque tú has estado donde está él». Sin embargo, también reconoce que ser inversor exige una disciplina y una distancia que no siempre se adquieren cuando se está desde el lado del emprendimiento. «Hay otra serie de habilidades y disciplinas que, como inversor, tienes que tener y que cuando eres emprendedor no las aprendes», sentencia.

Rafael Tamames, que tiene en su haber seis startups (siendo Findasense su proyecto más sonado), desmonta la idea de que el paso de emprendedor a inversor sea una consecuencia lógica o incluso deseable para todos. Es más, reconoce que en su caso no invierte para obtener una gran rentabilidad. Su motivación es triple: dar ejemplo, diversificar y, sobre todo, mantenerse en contacto con sectores que desconoce. «Hay un montón de sectores que desconozco, es imposible saber de todo», admite.

Rafael Tamames
Rafael TamamesParadigma

Tamames es crítico con la visión romántica del inversor que ha sido emprendedor. «No creo que todo inversor deba haber sido antes emprendedor. Hay gente que sabe muchísimo de finanzas, como un auditor o un fiscalista: son necesarios, pero no todos los inversores tienen que haber sido emprendedores».

La selección de proyectos en los que invertir es, para Andrés, una cuestión de confianza personal. «El principal criterio a la hora de elegir una inversión es el equipo. Si no lo conozco, o al menos no conozco a alguien que les conoce y del cual me fío, es muy difícil que invierta. Es tan difícil que las cosas vayan bien, que primero quiero conocer a la persona», defiende. Esta preferencia por un perfil bajo y por la inversión en círculos cercanos contrasta con la figura del inversor profesional que busca volumen.

Yo he estado ahí

Al ser preguntado sobre si la experiencia previa facilita la tarea inversora, Tamames matiza. «Valoro que el emprendedor esté poniendo todo de su parte, hasta que tenga que hipotecar su casa» y asegura que la distancia emocional y la racionalidad financiera marca su manera de seleccionar proyectos. «No me mueve la aguja que haya inversores famosos en el cap table. Lo que me importa es la ética y la transparencia».

La experiencia como emprendedor, reconoce José del Barrio (que fundó y vendió La Nevera Roja) aporta ciertas ventajas, pero también exige un cambio de mentalidad al pasar a ser inversor. «Como emprendedor tienes que luchar contra tus propios sesgos. El inversor tiene que ser más frío, más calculador. El emprendedor ve una empresa y piensa en cómo hacer para que funcione; el inversor debe preguntarse si es la mejor oportunidad de inversión». Aun así, la empatía y la capacidad de ayudar a los fundadores son, a su juicio, los grandes valores añadidos. «Nos convierte en mejores compañeros de viaje, vamos a entender mejor los problemas y a buscar soluciones para ayudarles».

Estas diferencias obligan a estos inversores a desarrollar una visión a largo plazo. Rafael Tamames subraya la importancia de la ética y la transparencia mientras que Javier Andrés reconoce que, para él, la inversión es una forma de seguir aprendiendo y mantenerse cerca de sectores y personas que le resultan estimulantes. «Me apetece aprender sobre la industria, porque creo que le puedo aportar de alguna manera en todo ese proceso, más allá del capital».

Nunca dejes de emprender

El propio Tamames no ha renunciado a emprender de nuevo. De hecho, compagina ambas labores y lidera la que es la séptima compañía que emprende. Para él, la inversión es solo una faceta más dentro de un ecosistema en el que cada cual debe encontrar su sitio.

José del Barrio decidió fundar una gestora de capital riesgo. «Considero que he vuelto a emprender. Montar una gestora es emprender», defiende. Su motivación principal fue seguir conectado con el talento y el dinamismo del sector tecnológico. «Veo como una evolución lógica ayudar a otros emprendedores a tener el máximo éxito posible desde una plataforma de inversión».

José del Barrio, Socio Fundador de Samaipata
José del Barrio, Socio Fundador de SamaipataSamaipata

Del Barrio subraya que, aunque la toma de decisiones en inversión es «más reflexiva y diversificada que en una startup joven», el fondo que lidera mantiene «un espíritu emprendedor» y busca «construir una propuesta de valor muy sólida para el fundador en etapas tempranas». La diferencia fundamental entre ambos roles, según él, reside en el tiempo de reacción. «En el caso de la inversión, los ciclos de retroalimentación son mucho más largos. Requiere otro tipo de mentalidad, lo que podría ser la mayor diferencia de ambos lados. A veces sí que ese feedback es muy estimulante en el lado del emprendedor».

El contacto con el emprendimiento más clásico sigue presente en su horizonte y, de hecho, no descarta «en el muy largo plazo» volver a ponerse este sombrero. «Es un proceso muy bonito y muy interesante», reconoce, al tiempo que subraya su compromiso en el venture capital. Mientras tanto, su trabajo como inversor consiste en construir plataformas que resuelvan los problemas que él mismo experimentó como fundador. «Creamos una gestora que permita acompañar a los emprendedores en las etapas iniciales como a mí me hubiera gustado que me acompañasen».

Empatía en números

Estos tres perfiles de inversores que han sido (y siguen siendo) emprendedores repiten la importancia de la red personal y la confianza en el equipo por encima de métricas frías o modas pasajeras a la hora de invertir.

En cualquier caso, el paso de emprendedor a inversor no es una línea recta ni una progresión automática.

Para todos, la palabra emprendimiento sigue viva en su espíritu. «Emprender en un proyecto es porque realmente te apasiona y te apetece dedicar tiempo a eso. Invertir te da una visión más general», expone Javier Andrés. Para Rafael Tamames, la inversión es solo una faceta más dentro de un ecosistema en el que cada cual debe encontrar su sitio. Y para José del Barrio, la clave está en construir plataformas que resuelvan los problemas que él mismo experimentó como fundador. «Es muy difícil a veces poder ayudar a un emprendedor si no has estado ahí», señala.