
Análisis
Más allá del apagón: cuando el activismo se impone a la cordura
Hace años que el mundo de la energía ha sido invadido por políticos activistas que no tienen ni idea de este sector. Si no fuese por las empresas privadas no hablaríamos del apagón, sino de los apagones constantes

España ha sufrido el peor apagón de su historia y el primero en la historia de la OCDE en el que desaparece el acceso a telefonía móvil y redes. Sin embargo, debemos entender cómo se llega a un apagón de tal magnitud y durante tantas horas a nivel nacional y por qué se han ignorado las decenas de advertencias técnicas y señales de alarma.
Hace años que el mundo de la energía ha sido invadido por políticos activistas. Usted dirá que los políticos siempre han metido las manos en el sector energético y tendrá razón, pero solían tener la humildad del que accede a un sector que no entiende y acostumbraban a rodearse de técnicos profesionales que suplieran sus carencias. Sin embargo, como decía un antiguo jefe mío, “el problema no son los inútiles, con esos se puede lidiar. El grave problema son los inútiles proactivos”.
Estos activistas no tienen ni idea de energía ni de electrotecnia, confunden capacidad instalada con potencia disponible y no escucharon la palabra inercia hasta el lunes, pero unen a su ignorancia la arrogancia estalinista del planificador central que decide que se debe ir por un camino y, por lo tanto, todo lo demás es secundario.
Solamente si entendemos que estamos en manos de una secta que va contra el crecimiento, el progreso y la empresa podemos comprender por qué la Unión Europea ha sido capaz de hundir su propia industria y en particular el sector del automóvil, o cómo se pueden seguir defendiendo políticas que nos llevan a mayor inseguridad de suministro, menos competitividad y además depender de China y Rusia. La respuesta es aterradora: este grupo de activistas que acapara puestos de poder político y empresarial no atiende a la realidad del mundo de la energía o de la industria porque las consecuencias -destrucción de la demanda y desindustrialización- les parecen fenomenal. Equivocarse es humano, pero, ante la evidencia del desastre del New Green Deal, que ya debía haber hecho saltar las alarmas por tomar su nombre de una política nefasta que prolongó la Gran Depresión, se ha decidido mantener y redoblar la apuesta. Eso no es casualidad, es diseño.
A estos activistas les da igual que para sus objetivos se tenga que minar sesenta veces más cobre y cuarenta veces más litio y tierras raras de lo que se dispone hoy. Son ecologistas de PowerPoint que piensan que los rotores eólicos y los paneles solares se fabrican bailando alrededor de una fogata y que la energía sale extendiendo el brazo y moviendo los dedos como los superhéroes de Marvel. Este tipo de peligrosos políticos activistas inútiles y proactivos, además, atacan a las empresas, incluidas las que controlan, y a los ingenieros que saben porque les molestan. Y, por lo tanto, se rodean de otros inútiles proactivos que les digan que sí a las salvajadas que proponen mientras ningunean o directamente eliminan a las personas que saben de energía en sus organismos y empresas. Lo pagamos los demás.
Como, además, estas personas se deben a la secta del falso ecologismo, no les importa la seguridad de suministro ni la competitividad. Les importa el poder. Por eso son pro nucleares en la Comisión Europea y anti nucleares en su país. Por eso y porque su objetivo es el control social y el poder, y una sociedad amedrentada y sin acceso a redes y electricidad es un rehén dependiente.
Si usted no entiende que esto es un plan organizado que busca el control y no una serie de errores de incompetentes, tendremos más episodios de estos.
En el análisis de lo que ha pasado en España sorprende que se hayan ignorado las advertencias publicadas por la propia Red Eléctrica en septiembre de 2020, en septiembre de 2023 o en sus Cuentas Anuales de 2024, los avisos de la CNMC de 2023 o de la Red Europea de Gestores de Redes de Transporte de Electricidad, además de los de centenares de expertos. La excesiva dependencia de energías volátiles e intermitentes, las renovables, genera un riesgo de inestabilidad y cortes de suministro. Ni siquiera es un riesgo. Las industrias están ya acostumbradas a que se les corte el suministro regularmente, y los apagones puntuales no son eventos aislados. Red Eléctrica tiene algunos de los mejores profesionales del sector y un prestigio mundial como técnicos. ¿Qué ha pasado para ignorar sus propias conclusiones?
No sorprende cuando se intuye que el objetivo reciente ha sido crear una gestión ejecutiva completamente dependiente del gobierno para justificar la política miope y dañina del mismo.
El sector energético es el más intervenido que hay. El gobierno dicta lo que se invierte, lo que se produce, el mix energético a futuro y lo que se ingresa, y además atiborra la factura de impuestos. Luego tiene la caradura de decir que la culpa son los “operadores privados”. El gestor técnico del sistema es un organismo independiente completamente dependiente del gobierno. La ley define la independencia del Operador del Sistema Eléctrico, que es nombrado por el gobierno. Se trata de una organización que forma parte de Red Eléctrica, pero tiene plena independencia de gestión, y esa gestión es, de hecho, del gobierno.
Las empresas privadas no son el problema. Son la solución. Si no llega a ser por las empresas privadas, hoy en España no hablaríamos del apagón, sino de los apagones constantes. Además, el gobierno intenta vender la idiocia de que las empresas renovables no son privadas o que hay unas empresas que tienen nucleares y otras que tienen renovables, cuando la mayoría son integradas y las nucleares son concesiones estatales completamente intervenidas además de tener una fiscalidad confiscatoria que las hace inviables en periodos de bajos precios, no por falta de competitividad.
Las energías renovables son estupendas dentro de un mix energético equilibrado con potencia de respaldo y con inercia suficiente. Adicionalmente, no se puede forzar el sistema cuando la tecnología de almacenamiento está en su infancia y las baterías electroquímicas a las que el gobierno pretende fiar el futuro no tienen más de dos horas de garantía. Sin embargo, el activismo quería ponerse la medalla de ser los primeros en conseguir un 80% de renovables en el sistema y ese objetivo estaba por encima de cualquier consideración técnica y de riesgo de suministro.
Pocos días antes del gran apagón, el gobierno y sus medios afines celebraban el gran éxito de haber conseguido un 100% de renovables. Poco tiempo después consiguieron 100% de incomunicación.
La oposición debe acabar ya con su pacto europeo con unos verdes y socialistas que solo hunden nuestras economías. Debe también eliminar los impuestos a la nuclear e hidráulica de las regiones donde gobiernan. Si no lo hacen, les van a culpar -con razón- del erial energético que se está creando con las políticas equivocadas. Hay que desterrar a los activistas incompetentes y devolver la cordura al sector energético. Los ingenieros son la solución, las empresas privadas, la esperanza. Los políticos sectarios e intervencionistas son el suicidio de Europa.
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