Economía

Miguel Golmayo: «El ecologismo ha llevado a Europa a tener una de las energías más caras»

Miguel Golmayo, oficial de la Armada, acaba de publicar la «Fiebre del oro verde» (Deusto), una reveladora investigación sobre la geopolítica de las energías renovables para comprender si estamos ante un verdadero avance o una trampa disfrazada de amenaza

Miguel Golmayo, Oficial de la Armada
Miguel Golmayo, Oficial de la ArmadaCedida

En su libro menciona cómo las grandes potencias están involucradas en una guerra comercial por el control del mercado de energías renovables. ¿Cómo ve usted el papel de países como Estados Unidos, China y Rusia en esta competencia?

La situación es compleja. La transición energética es una realidad, pero el problema es que la estamos haciendo demasiado rápido o demasiado mal. En el caso de la Unión Europea, parece que va como un «pollo sin cabeza»: ha decidido, no sé muy bien por qué, liderar el movimiento ecologista mundial a costa de sacrificar su industria automovilística, la ganadería, la agricultura, entre otros sectores. Quizás ahora estén empezando a darse cuenta de que no se puede hacer así y todavía estamos a tiempo de rectificar. En cuanto a Estados Unidos, al igual que Europa, ha llegado tarde y mal a esta carrera.

¿Quién lo vio venir antes?

China. Ellos tenían una estrategia comercial perfectamente definida y han ido asegurando el control de recursos clave, como las tierras raras y materiales críticos, por todo el mundo. No solo han adquirido los recursos, sino que incluso los que no les pertenecen, los procesan ellos. Por otro lado, el ecologismo bienintencionado de Occidente ha hecho que dejemos de contaminar... pero solo en nuestro territorio, trasladando esa contaminación a otros países.

¿Es difícil competir con China?

EE.UU., al darse cuenta de que ha llegado tarde, intenta ahora corregir la situación a toda prisa, intentando acceder a recursos de lugares como Ucrania o Groenlandia. China, en cambio, ya fabrica paneles solares baratos, mientras que Europa produce con componentes chinos. Ahora intenta recuperar terreno, pero le está costando, y le costará más. Competir con China en este terreno es muy difícil. Europa empezó con leyes y más leyes, obsesionada con legislar, lo que nos ha llevado a situaciones absurdas. Por ejemplo, no podemos apoyar a la industria porque sería competencia entre los países miembros. Mientras tanto, China sí ha apoyado la suya, la ha potenciado, y nos ha dejado atrás.

¿La obsesión por el ecologismo le ha pasado factura a Europa?

Nos ha llevado a tener una de las energías más caras del mundo. Si tu fábrica en China consume energía a una cuarta parte del precio que la mía en Europa, ya estoy perdido desde el principio. Pago más por energía, por trabajadores, por materias primas... así no hay forma de ser competitivo.

¿Cree que la transición energética está impulsada por un interés legítimo de salvar el planeta, o responde más bien a una estrategia geopolítica?

Lo de «salvar el planeta» representa un 10% de la motivación. El otro 90% es pura geopolítica. Es como en las guerras: si dices que invades un país por intereses económicos, la gente no lo apoya. Pero si aseguras que el enemigo representa una amenaza existencial, entonces la gente sí está dispuesta a ir a la guerra. Lo mismo ocurre con la transición energética. Si dices que es porque las petroleras quieren cambiar de negocio, no vende. Pero si afirmas que estamos destruyendo el planeta, consigues seguidores rápidamente.

Entonces, ¿cree que el cambio climático es una mentira?

Yo sí creo en el cambio climático. Pero se ha querido meter en el mismo saco a quienes creemos en el cambio climático pero no pensamos que el ser humano sea el único culpable, junto con los que directamente niegan que exista. Así, solo hay dos bandos: los «creyentes» y los «negacionistas». Y eso es falso. El clima siempre ha cambiado. Basta ver las glaciaciones a lo largo de la historia. La cuestión no es si el clima cambia, sino cuánto influye el ser humano en ese cambio. Que contamina, sí. Pero de ahí a decir que es el único responsable, es un absurdo. Además, hay mucha hipocresía. Nos volvemos radicales con las emisiones... hasta que llega Semana Santa y todos salimos de vacaciones con el coche. Entonces, ¿dónde están los ecologistas que se quedan en casa para no contaminar?

La UE no puede alcanzar la autosuficiencia total en recursos críticos como tierras raras. ¿Esto hace aún más crucial la cooperación internacional?

Sin duda. Hay que buscar aliados en todas partes. Europa no es ni será autosuficiente energéticamente en las próximas décadas. Los objetivos para 2030 de la UE son alcanzar el 10% de producción y el 40% de procesamiento de tierras raras. Aun así, es poco. También hay que diferenciar entre el ecologista local —que quiere que no se contamine en su zona— y el ecologista global, que entiende que la contaminación no desaparece por trasladarla. La cooperación es clave. Si la UE trabajara más como un bloque unido, y no como 27 países cada uno mirando por lo suyo, nos iría mejor. Cuando entendamos que el bien común puede beneficiar a todos, empezaremos a avanzar.

¿Qué cambios concretos necesitaríamos en las políticas internacionales para lograr una transición energética realmente sostenible y justa para todos los países?

Ni va a ser justa, ni va a ser sostenible. Lo que tenemos que hacer es que sea sostenible, pero hablar de justicia en este contexto es un poco absurdo. Un buen ejemplo de esto es India. El presidente de India tiene las ideas bastante claras y se lo dice constantemente a Occidente: «¿Cómo se han enriquecido ustedes, utilizando energías muy baratas y contaminantes, y ahora vienen a decirnos que usemos energías muy caras y sin contaminación?». El indio responde que se va a desarrollar con lo que tiene, y lo que tiene es carbón.