Editorial

Una Cataluña cada vez más dependiente

El procés no ha hecho más que ensanchar la brecha autonómica con Madrid

Rayaría la estulticia y demostraría muy poco patriotismo regodearse en las dificultades económicas y financieras que atraviesa Cataluña, con su crédito exterior considerado como «de riesgo especulativo» por todas las agencias internacionales de calificación y con una deuda sobre el PIB regional del 35,7 por ciento, porque no sólo significaría el triunfo de la desafección nacional buscada con ahínco por el nacionalismo, sino la incomprensión de que en el futuro de España como mejor país y como mejor sociedad, Cataluña tiene que desempeñar el papel preponderante que le atribuyen tanto la historia como sus condiciones objetivas.

Viene a cuento esta reflexión en una jornada en la que han coincidido la publicación del análisis de las cuentas autonómicas de la AIReF (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal) y el acto de exaltación separatista organizado por «Omnium Cultural» en Francia, con la asistencia del presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, en el que los indultados por el Gobierno y los fugados de la Justicia, como Carles Puigdemont, han reivindicado su actuación golpista y se han reafirmado en la intención de volverlo a hacer «más y mejor». Más allá del valor que se le quiera atribuir a estos alardes, de momento, meramente declarativos, lo cierto es que ayudan muy poco a la recuperación de la confianza económica de una Cataluña, paradójicamente, cada vez más dependiente de las arcas del Estado y que ve cómo se ensancha la brecha autonómica con Madrid, entendida como punto de referencia, por tratarse de la Comunidad con mejor proyección de España.

Confirma la AIReF lo ya sabido, que Cataluña terminará el año con una deuda sobre PIB que dobla a la de Madrid, como también la duplica en términos per cápita. El Principado no podrá cumplir con las reglas fiscales establecidas por el Ministerio de Hacienda hasta el año 2045, mientras que Madrid alcanzará el equilibrio requerido en 2029, es decir, 16 años antes, y eso si la situación política no se deteriora aún más, como advierten desde el organismo público, con serias dudas sobre la sostenibilidad financiera catalana, muy vulnerable. Por supuesto, el Estado sostendrá el crédito de Cataluña, como ha venido haciendo hasta ahora y como ha hecho con aquellas comunidades que atraviesan problemas similares, pero es preciso que las formaciones nacionalistas que gobiernan la Generalitat cumplan con su deber primordial, que es velar por el bienestar de todos.