Editorial

Una mayoría de gobierno para Casado

Los tres años al frente del PP lo han consolidado como alternativa a Sánchez

Pablo Casado ha cumplido tres años como líder del PP. Si se echa la vista atrás, la sensación es que hubiera transcurrido una eternidad por los avatares traumáticos de un tiempo excepcional como pocos. Ha sido, sí, una travesía del desierto y un carrusel de experiencias. En el interior del PP, los 36 meses tampoco han resultado un paseo primaveral, con la ardua gestión de una herencia recibida no carente de sinsabores por la alargada sombra de la corrupción. Pero llegados a este momento, Casado ha conseguido afianzar su proyecto y su liderazgo. Atrás quedaron las tormentas electorales, los recelos y los equívocos de un periodo alterado en la derrota. Hay un presente favorable al centroderecha en la dinámica demoscópica y un enrarecido clima de final de ciclo en el que Casado y el PP estarán exigidos y puestos a prueba de forma contumaz por el poder que no vacilará. Es una encrucijada para el proyecto popular, que es también la que atraviesa la nación. En su intervención de ayer ante la Junta Directiva Nacional de la formación, el presidente del PP se reivindicó como la «única alternativa» al «desgobierno» y al «sectarismo» del Ejecutivo de PSOE y Unidas Podemos ante la «devastación institucional y territorial», así como la «ruina económica». Conformó un retrato sombrío, muy sombrío, pero no errado. La radiografía de la España de hoy es profundamente preocupante y desalentadora, sometida a una involución orgánica en una democracia entre desactivada y desafecta con derechos, que creíamos inmutables e intocables, hoy al albur de una suerte de ruleta rusa de intereses manejados desde el púlpito gobernante. El exministro Campo se refirió a esto como proceso constituyente, y, aunque, imprudente, pulsó las teclas correctas y no desafinó. Casado crece en las encuestas, pero la alternativa necesitará más, armar una mayoría en torno al PP que supere discordias en el espectro del centroderecha y pondere el interés general de todo lo que está en juego. La positiva experiencia, avalada por un creciente respaldo ciudadano, del poder territorial del PP, con gobiernos con mayoría absoluta, coaligados o apoyos parlamentarios, es un escaparate y una referencia que no se pueden desaprovechar. Casado dirige un partido de gobierno, pero solo es ganador el que gana. Quedan dos años, en los que, sin complejos pretéritos, habrá que plantar cara en todas las disputas de la izquierda contra la España constitucional. El objetivo es restituir los valores esenciales de la democracia.