Internacional

Kabul o cuando la libertad es derrotada

La huida de las potencias de Afganistán retrata 20 años de sacrificio inútil y fracaso

La caída de Afganistán en manos de los talibán era la crónica de una derrota anunciada desde que Estados Unidos anunció su retirada del país y de facto dejó el camino expedito a que las fuerzas integristas desalojaran al régimen que la ocupación occidental ha mantenido en el poder las últimas dos décadas. Las imágenes de la salida acelerada de las delegaciones diplomáticas de las potencias, así como de sus conciudadanos, nos retrotraen a pasajes similares en contiendas traumáticas del siglo XX como Vietnam. Especialmente desairada es la posición de Estados Unidos, que lideró la intervención tras los ataques del 11 de septiembre y que ha mantenido el peso de una guerra contra el fanatismo que pretendía asentar en el país e incluso en la región un nuevo modelo de organización y liderazgo en el que los derechos individuales se impusieran y quedarán atrás los clanes, el tribalismo, los señores de la guerra, la corrupción, el fanatismo y, en definitiva, el abuso, la miseria y la violencia. Por lo que se ve, las naciones democráticas se han vuelto a estrellar en la misma piedra de siempre, que es la ausencia de planificación a largo plazo, conocimiento local y determinación, lo que acabarán pagando los sufridos afganos, así como las miles de familias de militares occidentales que se sacrificaron para nada. Porque, y esa no es una derivada menor, es un momento este de la desbandada política, del sálvese quien pueda, instado por Trump y concretado por Biden, para recordar a los miles de soldados occidentales que murieron en la contienda, entre ellos decenas de españoles, y las decenas de miles de afganos caídos que creyeron que estaban ante una oportunidad histórica de tejer una nación mejor. No ha sido así, y sus verdugos de antaño son los carniceros que están ya al frente de un presente y un futuro que se antoja aterrador dados los precedentes. La sharía volverá a las calles y las mujeres pagarán muy caro cualquier mínimo desliz respecto de la ortodoxia islamista. Es un hecho que la operación ha sido un rotundo fracaso, pues ni se ha aportado estabilidad al país, mucho menos democracia, ni una mejora de las condiciones de vida de la población. Puede que la sociedad norteamericana, también las europeas, sienta alivio por dejar el avispero afgano, pero eso no obsta para subrayar que son jornadas de oprobio para la comunidad internacional que ha condenado a millones de inocentes a un yugo de por vida. Es la derrota de la democracia en un orden internacional cada vez más refractario a la libertad.