Editorial

Sánchez redobla el castigo a la economía

Con Pedro Sánchez entregado con armas y bagajes a sus socios de la moción de censura, pocas opciones de acuerdo le quedan a la oposición popular

La prueba del nueve de que las relaciones entre los socios que conforman el Gobierno no atraviesan su mejor momento la hemos tenido en el discurso del jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, ante la Cámara, cuando el líder de un partido que se consideraba socialdemócrata ha comprado la demagogia de la extrema izquierda sobre dos pilares básicos del progreso social y económico de un país, la banca y la generación de la energía, actividades que, por cierto, están sometidas a numerosas regulaciones por parte de las administraciones públicas, que condicionan al final la evolución de los precios.

Nunca sabremos cómo se hubiera comportado el recibo de la luz de haberse establecido en España los mecanismos de libre competencia en un mercado abierto y transparente, pero el descenso de los precios en los servicios de telecomunicaciones experimentado en las últimas dos décadas puede darnos una idea. Nada de estas consideraciones importan a una izquierda radical que, desde una macedonia ideológica que trata de adaptarse a los supuestos cambios de humor de la opinión pública, en lugar de plantearse un liderazgo social, no hacen más que proponer leyes y reglamentos que acaban por lastrar a la España productiva. Y, además, partiendo de diagnósticos equivocados, cuando no rotundamente falsos, como ese nuevo mantra que achaca la inflación a los altos márgenes de las empresas, lo que en absoluto concuerda con las estimaciones y estudios del Banco de España.

En lo único que podemos estar de acuerdo con Pedro Sánchez es que la batería de medidas antiinflacionistas la tiene que pagar alguien, y dado el nivel de presión fiscal que ya sufren las familias y las empresas, tocaba tirar de un chivo expiatorio, del que la izquierda española viene dibujando con mimo su caricatura, al que se somete a una imposición extra especial. El primer efecto lo vimos ayer, cuando el mero anuncio del impuestazo a la banca y a las eléctricas hizo perder 6.454 millones de euros a sus accionistas, muchos de ellos pequeños ahorradores, que es, prácticamente, lo que se pretende recaudar los próximos dos años. Con Pedro Sánchez entregado con armas y bagajes a sus socios de la moción de censura, pocas opciones de acuerdo le quedan a la oposición popular, que hizo, por medio de su portavoz parlamentaria, Cuca Gamarra, un diagnóstico certero de la situación, contenido y alejado de dramatismos.

Tal vez, el presidente del Gobierno crea que ha conjurado los nubarrones que se ciernen sobre el final de la legislatura, pero se equivoca. Ninguna de las medidas anticrisis que ha puesto en marcha el Ejecutivo, y que han supuesto incrementar un déficit fiscal ya insoportable, han conseguido domeñar la escalada de los precios de los productos básicos, que son lo que machacan a unas familias de clase media a las que no les llega el sueldo.