Editorial
Un contrato electoral sin derecho a cambios
No existe , pues, en el convencimiento del candidato popular trazo fino entre mentir y rectificar, hay una frontera perfectamente marcada, que, por cierto, es igualmente percibida por la mayoría de la sociedad española.
La pregunta es pertinente. ¿Dónde está la frontera entre mentir y rectificar? Y Alberto Núñez Feijóo convierte su respuesta a LA RAZÓN en un contrato con el elector, tan claro en sus términos, que admite pocos cambios. Por supuesto, el candidato popular se presenta al dictado de las urnas con una batería de propuestas económicas, fiscales y de racionalización del gasto público que están en el adn de su partido, pero reconoce que son compromisos que, según se presenten las circunstancias, pueden estar sujetos a un cambio de criterio sin caer por ello en el campo de las mentiras. Es decir, la política como el arte de lo posible y nada que no hayamos visto en todos y cada uno de los gobiernos habidos desde la Transición.
Ahora bien, la trayectoria de este último Ejecutivo ha dado tal nueva dimensión a la palabra «rectificar» que, por extrapolación a la convivencia social, se podría convertir en papel mojado cualquier contrato o acuerdo sin temor, siquiera, al reproche moral. De ahí, que Núñez Feijóo plantee a los electores una serie de compromisos políticos a los que se obliga, so pena de ser tratado como mentiroso en caso de incumplimiento. No son muchos, pero suponen una rectificación en profundidad de la última etapa vivida, lo que entre la opinión pública viene calando como «derogación del sanchismo», cuya trascendencia no es necesario glosar.
Así, el candidato popular se compromete a reinstaurar en el Código Penal el delito de sedición –«si no lo hago, miento»–, a tipificar el delito de referéndum ilegal y a recuperar en su formulación anterior la malversación. Y en lo que se refiere a su posición ante probables acuerdos de gobierno, Núñez Feijóo nos dice que no va a discutir el Estado autonómico, la violencia machista o el cambio climático. Que en todo lo que tiene que ver con la defensa de la integridad del Estado, la honorabilidad en el manejo de fondos públicos o el cumplimiento estricto de la Constitución no hay margen para la rectificación.
No existe , pues, en el convencimiento del candidato popular trazo fino entre mentir y rectificar, hay una frontera perfectamente marcada, que, por cierto, es igualmente percibida por la mayoría de la sociedad española, que, como también señala Feijóo, ha visto con asombro cómo se modificaba el Código Penal a la medida de las necesidades procesales de unos aliados parlamentarios o cómo se pactaba con Bildu, por no hablar del episodio central de la legislatura, el acuerdo de coalición con Pablo Iglesias, que ha quitado el sueño a muchos españoles.
Finalmente, una reflexión más sobre las declaraciones del candidato popular a nuestro periódico. Sin duda, la complicada situación económica que vive España, con una deuda pública histórica, pese a soportar la mayor presión fiscal conocida, influirá en las urnas, pero las mentiras sufridas no quedarán en nada.
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