Editorial

La Diada de la amnistía que ceba el separatismo

Sánchez se ha convertido en una máquina en cuanto a retirar a España y su democracia de Cataluña

GRAFCAT3813. BARCELONA, 11/09/2023.- Miles de personas participan en la manifestación independentista convocada por la ANC con motivo de la Diada del 11 de septiembre, que ha comenzado en Barcelona como cada año a la simbólica hora 17:14, esta vez con la asistencia de ERC, además de JxCat y la CUP, y en un contexto de negociación de la investidura del próximo presidente del Gobierno. EFE/Alejandro García
Manifestación independentista por la Diada del 11 de septiembreAlejandro GarcíaAgencia EFE

En el argumentario del gobierno de coalición y especialmente en el del PSOE sobre su relación con el separatismo catalán se ha ponderado que las políticas de Pedro Sánchez han colaborado decisivamente en desinflamar el conflicto y en normalizar la convivencia en el Principado con un independentismo a la baja y sin apenas crispación en las instituciones y en la calle. Ese discurso se ha aderezado con el habitual reproche al PP, al que se ha responsabilizado de todas las tensiones del Principado, incluido el golpe contra el orden constitucional de 2017, rematado con el lema de que los populares han sido una máquina de reproducir secesionistas. Por supuesto, en ese relato de parte se ha banalizado la factura que Moncloa ha pagado con gusto a sus socios de ERC para preservar su mayoría parlamentaria y su poder en una legislatura manifiestamente crítica para el interés general y el proyecto de la España constitucional. Y así los indultos, la derogación de la sedición y la desactivación de la malversación han sido decisiones ejecutivas inocuas y por lo demás decisivas para que la clase política catalana haya superado hasta postergarla su manifiesta voluntad de quebrar el marco jurídico de manera unilateral. En ese camino, el descalabro de los partidos independentistas en las últimas elecciones generales y el éxito del PSC han abonado esa narrativa que ha eliminado de la ecuación toda variable que minara la conclusión que ha fortalecido las posiciones de Sánchez, por ejemplo, que cueste encontrar a los socialistas catalanes en la defensa de posiciones netamente constitucionalistas, el reconocible sufragio útil del separatismo pragmático a la formación de Salvador Illa en los comicios al Congreso y al Senado o el hastío y la frustración provocados por el cainismo entre todas las facciones que se nutren y viven del eslogan de la independencia de Cataluña como quedó patente en la manifestación de la Diada con la espantada de Pere Aragonès. Si el milagro de Sánchez y sus apóstoles fuera cierto, y no como nos parece, otra operación monumental de propaganda oficialista como instrumento y baza para el debate político, ni la amnistía ni el referéndum de autodeterminación estarían hoy copando el presente catalán y por ende el español. Si Sánchez hubiera domado como se jacta al independentismo catalán gracias a sus actuaciones conciliadoras, que en realidad son los frutos de una vergonzosa claudicación al chantaje de siempre, no se sometería a los dictados de un prófugo de la Justicia al que prometió detener, ni normalizaría un atentado a la Constitución como es el indulto general a las decenas de encausados en relación con el procés. Sánchez se ha convertido en una máquina en cuanto a retirar a España y su democracia de Cataluña y la diada de la amnistía representa un acelerón doloso e inmoral en ese sentido. El inquilino de La Moncloa ha cebado el independentismo y el peligro de que se reproduzca el escenario de 2017 es cada día más real.