Editorial

Doña Leonor, en la jura de la ley de leyes

Lejos de ser un mero acto protocolario, se trata de un hecho profundamente político que explica, aunque no justifica, las ausencias de los representantes de los partidos nacionalistas, conscientes de que quien jura es la futura heredera del Trono.

Los Reyes don Felipe y doña Letizia, con la presencia de Leonor, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía, presiden este viernes la ceremonia de entrega de los premios Princesa de Asturias 2022.
Los Reyes don Felipe y doña Letizia, con la presencia de Leonor, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía, presiden este viernes la ceremonia de entrega de los premios Princesa de Asturias 2022.Alberto R. RoldánLa Razón

Hoy, la Princesa de Asturias, Doña Leonor de Borbón Ortiz, jurará la Constitución con la misma fórmula que empleó su padre, el Rey, y por la que adquiere un compromiso con la Nación española y con su sistema de libertades que le obligará de por vida. Lejos de ser un mero acto protocolario, se trata de un hecho profundamente político, en el sentido exacto del término, que explica, aunque no justifica, las ausencias de los representantes de los partidos nacionalistas, conscientes de que quien jura es la futura heredera del Trono y que lo hace ante el conjunto de la soberanía nacional y de las altas instituciones del Estado.

Se encuentran, pues, ante la clave de bóveda de la democracia española, cuya fortaleza se demuestra en la misma existencia de unas formaciones que niegan la Nación y el principio de soberanía popular. Se nos dirá que otras democracias, también plenas, no admiten en sus instituciones a partidos y formaciones que sustentan su ideario político en la negación del ordenamiento constitucional, la integridad territorial o el modelo de estado, pero, desde luego, ni es esa la Nación que encarna Doña Leonor ni es esa la Constitución que jurará "guardar y hacer guardar".

Es más, el compromiso de la Princesa de Asturias, que ha llegado a la mayoría de edad, no es sólo una abstracción, puesto que la fórmula del juramento le emplaza, como a su augusto padre, a desempeñar fielmente sus funciones como heredera de la Corona, a hacer guardar las leyes y a "respetar los derechos de los ciudadanos y de las comunidades autónomas". Es, en esencia, la médula de lo que significa la monarquía parlamentaria, que no está por encima de la soberanía popular, sino que deviene en su garante, como demostraron su abuelo y su padre cuando se pusieron al frente en la defensa de la ciudadanía ante acciones que atentaban directamente contra el ordenamiento jurídico consagrado en la Constitución.

De ahí que debamos insistir en el significado político del acto parlamentario de hoy, en el que la simbología y el protocolo, como, por otra parte, corresponde a la tradición de nuestra moderna Monarquía, se ha reducido al hecho puramente institucional, porque no hay nada más trascendental en la vida pública de una comunidad de hombres y mujeres libres que la conciencia de pertenencia y continuidad en el tiempo. Jura, aunque parezca ocioso decirlo, quien encarnará la Jefatura del Estado de la Nación española cuando, si Dios no lo dispone de otra forma, las actuales generaciones estén en franca retirada. Y será una Reina de sus tiempos, cierto, pero formada en esos deberes que nunca prescriben en quienes han sido llamados al servicio de los demás.

Aún tiene por delante la Princesa de Asturias largos años de formación, de trabajo en la adquisición de los conocimientos académicos que harán de ella, sin duda, una excelente reina pero que poco sirven sin el anclaje de los valores de esfuerzo, sacrificio, fidelidad a la palabra dada, solidaridad, respeto y valor ante la adversidad, que, en cierto modo, se pretenden minimizar en un mundo que en demasiadas ocasiones sólo habla de derechos. En este sentido, la formación militar de Doña Leonor será un factor determinante, pero la garantía, que es la que perciben la mayoría de los españoles, se encuentra en el carácter maduro de la joven princesa.

Por último, pero no menos importante, jura la Constitución quien también representa el presente y el futuro de la institución monárquica en nuestro país. Una institución que, pese al ruido de fondo, constante y cansino, de la extrema izquierda y de los nacionalistas, goza del favor de la mayoría de los españoles, que ven en la Corona un modelo de estado que guarda eficazmente el sistema de libertades de esta gran nación, ante la que jura la futura Reina.