Editorial

Invertir en salud para salvar la economía

Que la Sanidad española está acusando las consecuencias de la pandemia del coronavirus admite poca discusión.

SAN SEBASTIÁN, 06/12/2022.- Varios médicos salen al servicio de Urgencias del hospital Donostia este martes para participar en una concentración de protesta. Las destituciones de dos responsables de la OSI Donostialdea de Osakidetza a finales de la semana pasada dieron inicio a un conflicto que se ha ido agudizando con el paso de las horas y que ha llevado a la comparecencia este lunes de la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, que poco ha aclarado sobre el fondo de la crisis. EFE/ Javier Etxezarreta
SAN SEBASTIÁN, 06/12/2022.- Varios médicos salen al servicio de Urgencias del hospital Donostia este martes para participar en una concentración de protesta. Las destituciones de dos responsables de la OSI Donostialdea de Osakidetza a finales de la semana pasada dieron inicio a un conflicto que se ha ido agudizando con el paso de las horas y que ha llevado a la comparecencia este lunes de la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, que poco ha aclarado sobre el fondo de la crisis. EFE/ Javier EtxezarretaEFEAgencia EFE

El último boletín económico del Banco de España da cuenta de que la pandemia de coronavirus ha traído el deterioro general de la salud de la población española y sugiere que, de prolongarse en el tiempo, la afección sobre la economía nacional podría traducirse en una caída del Producto Interior Bruto (PIB) de incierto pronóstico. Si ya es un hecho notable que el Regulador ahonde en la actual situación del Sistema Nacional de Salud como uno de los factores que contribuyen a generar incertidumbre sobre la evolución futura de nuestro tejido productivo, también lo es la constatación, con los datos sobre la mesa, de que el Estado tendría que abordar un incremento estructural del gasto sanitario, especialmente, por la mayor demanda de profesionales en las ramas de salud.

En este sentido, recuerdan los técnicos del Banco de España que una reducción de la esperanza de vida, como la que se está produciendo en España, tiende a recortar el ahorro de los ciudadanos y reduce los esfuerzos inversores de capital, mientras que el escenario contrario tiene efectos positivos sobre el conjunto de la economía. Dicho de otra forma, invertir en Salud es la mejor garantía para consolidar el estado de bienestar, además de ser un imperativo constitucional. Que la Sanidad española está acusando las consecuencias de la pandemia del coronavirus admite poca discusión.

La demanda en los servicios de atención primaria, de especialista y de urgencias se había incrementado en noviembre de 2022 en 12,1 puntos porcentuales, 21,5 puntos y 14,8 puntos, respectivamente, con una inmediata traducción en las listas de espera. Así, el porcentaje de pacientes que deben esperar más de un día para ser atendidos por el médico de cabecera ha pasado del 55,1 por ciento de antes de la pandemia, al 78,2 por ciento de 2022. Lo mismo reza para las consultas de especialidades. Otro dato que abunda en el relato de la situación es el aumento continuado y pronunciado de las bajas laborales desde 2020, como, también, el hecho de que se está registrando una sobremortalidad inédita.

Según el Instituto de Salud Carlos III, en 2022 se produjeron 34.733 fallecimientos más de los esperados. Podríamos enumerar muchos otros factores, como el consumo desmedido de antidepresivos por la población española, el mayor de Europa, pero sería reiterativo, porque, a nuestro juicio, lo más preocupante es que, en estas circunstancias, la Sanidad se esté utilizando como arma arrojadiza en la batalla política, a la búsqueda de un puñado de votos.

Es, sin duda, una actitud suicida por parte de un sector de nuestros gobernantes, incapaces, al parecer, de atender y entender las señales de alarma del sistema, que obligarían, dado el modelo autonómico, a abordar desde un gran pacto de Estado el futuro que queremos para la Sanidad Pública española.