
Editorial
Un mes de alarmas y medias verdades
Se pretende cambiar el vigente relato en Occidente de una Ucrania agredida injusta e ilegalmente por Rusia por otro en el que serían los ucranianos, con Zelenski al frente, los culpables del conflicto.

Se cumple sólo un mes desde el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca y pareciera que ha transcurrido casi una vida a tenor del frenesí que embarga al concierto de las naciones, especialmente a las europeas, de pronto atrapadas entre las pinzas de dos superpotencias que han descubierto todo un mundo de intereses comunes. Un mes de alarmas y medias verdades con las que se pretende cambiar el vigente relato en Occidente de una Ucrania agredida injusta e ilegalmente por Rusia por otro en el que serían los ucranianos, con su presidente Zelenski al frente, los culpables del conflicto, tal vez, por no haberse avenido a una rendición preventiva ante el «amable» y, suponemos, muy «democrático» régimen de Vladimir Putin.
Las últimas declaraciones de Trump, exigiendo la renuncia del mandatario ucraniano, al que tilda de dictador, y asegurando que si no renuncia al gobierno y convoca elecciones se arriesga a «quedarse sin país», probablemente no las habría firmado el más entusiasta de los propagandistas del Kremlin, conocidos, precisamente, por su entusiasmo a la hora de manipular la verdad, negar los hechos y justificar el encarcelamiento y el asesinato de los opositores a su todopoderoso jefe.
Pretender que Ucrania celebre unas elecciones con buena parte de su territorio ocupado por el invasor, con la mitad de la población desplazada de sus lugares de residencia y bajo el ataque constante a sus infraestructuras civiles por parte de los ejércitos rusos no deja de ser simple demagogia para justificar el abandono de las posiciones ucranianas por parte de uno de los países, Estados Unidos, que más ha hecho por apoyar militarmente a Kiev y que más ha instado a desempeñar una defensa a ultranza frente los ataques de Moscú.
Al menos, cuando el expresidente Biden ordenó la vergonzosa retirada de Afganistán se abstuvo de culpar a las mujeres de la situación de semi esclavitud a la que iban a retornar. No se presenta bien el futuro para Ucrania en unas conversaciones de paz que, como primera providencia, han supuesto el reconocimiento de las razones que adujo Putin para invadir a un vecino supuestamente protegido por unos acuerdos bilaterales y unas leyes internacionales que garantizaban la integridad de sus fronteras y la libertad política para elegir el camino que quería seguir, en este caso, de acercamiento al modo de vida y a las libertades que representan la Unión Europea y la OTAN.
Por cierto, el mismo camino que ya habían seguido otros territorios y repúblicas que sufrieron largas décadas de opresión comunista por parte de la Unión Soviética y que en Ucrania se encarna en la horrenda tragedia del Holomodor, a manos de los dirigentes comunistas de Stalin, en la que perecieron de hambre casi siete millones de ucranianos, y de la doble represión de la Segunda Guerra Mundial.
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