Editorial

Servir al nacionalismo votando socialista

El sufragio al PSC, más allá de la consideración que tenga cada uno de su candidato, no sirve más que para reforzar las posiciones de los partidos separatistas y prolongar el desafío soberanista, tanto en el Principado como en el resto de España.

El primer secretario del PSC y candidato a las elecciones catalanas, Salvador Illa, y el secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. KIKE RINCÓN-EUROPA PRESS 17/03/2024
El primer secretario del PSC y candidato a las elecciones catalanas, Salvador Illa, y el secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.KIKE RINCÓN-EUROPA PRESSEuropa Press

El sondeo sobre intención de voto en las próximas elecciones autonómicas catalana, que ha elaborado «NC Report» para LA RAZÓN, muestra una leve recuperación de las formaciones nacionalistas con respecto a sus malos resultados en las últimas generales, la vuelta del PSC a su nivel de apoyo habitual, que el PP sigue en la senda de recuperación, aunque con menor impulso; la estabilización de VOX y de la extrema izquierda y, como ya ocurrió en julio de 2023, la desaparición de Ciudadanos como fuerza parlamentaria.

Así, la inmediata consecuencia que nos plantea la encuesta es la repetición de un ejecutivo catalán con ERC y Junts compartiendo el poder, fórmula que ya saltó por los aires en la pasada legislatura, o una alianza de circunstancias entre el PSC y los republicanos de Oriol Junqueras que, simplemente, supondría entregar las llaves de la casa común a los separatistas catalanes, dado el equilibrio de fuerzas existente en el Congreso, donde la supervivencia del gobierno de Pedro Sánchez depende de ERC y Junts.

Y cuando nos referimos a esa imagen de la «entrega de las llaves de la Nación» es porque somos conscientes de que el único objetivo común que mantienen ERC y Junts, una vez obtenida, aún presuntamente, la amnistía es conseguir la aceptación por parte del Ejecutivo central de un referéndum de autodeterminación, no importa la ingeniería jurídica que se haya de aplicar. Como hemos visto, torcer el sentido de las leyes y despreciar los principios básicos de una democracia que se precie, entre los que se encuentra la igualdad de los ciudadanos ante la ley, no ha supuesto el menor impedimento para La Moncloa, cuyo inquilino, que ha mercadeado con Carles Puigdemont descaradamente, habla de «reconciliación» y descarga desahogadamente sobre los populares las responsabilidades políticas propias.

De ahí, que sea de la máxima importancia y un deber ciudadano advertir a los votantes de Cataluña que entregar el sufragio al PSC, más allá de la consideración que tenga cada uno de su candidato, no sirve más que para reforzar las posiciones de los partidos separatistas y prolongar el desafío soberanista, tanto en el Principado como en el resto de España. Se hace muy cuesta arriba denunciarlo, pero no creemos que el actual presidente del Gobierno reconozca cualquier línea roja con tal de permanecer en el poder.

No tienen, pues, los constitucionalistas en Cataluña mejor opción que agruparse detrás las siglas del Partido Popular, una formación que defiende los principios constitucionales, la unidad de la Nación y el modelo autonómico y que es la única alternativa política posible a un gobierno bajo el control de los nacionalismos. Un PP que reúna el voto de quienes creen en el futuro de una nación diversa pero unida por lazos seculares y que encare el futuro con ilusión y esperanza, es el único mensaje que entenderá el sanchismo.