Educación

La incierta desescalada en las aulas

“Tenemos cuatro meses para preparar la nueva escuela que necesitaremos en septiembre”

Para conseguir que 2020/2021 sea un curso sin COVID-19, bien merece la pena hacer un esfuerzo histórico; que no se consigue con fórmulas como: bajar el listón al calificar a los alumnos, y dando por hecho que la pérdida de vidas humanas es inevitable, porque “estamos en una guerra contra el coronavirus”. El empeño debe ser cuidar la salud y formar adecuadamente a una generación de jóvenes, que son la base de un futuro mejor para todos; y, sobre todo, se trata de no perder vidas. Tenemos cuatro meses para preparar la nueva Escuela que necesitaremos en septiembre, es decir, cuatro meses para organizar la desescalada de un sistema de actividad que afecta a más de 11 millones de personas y a sus familias.

Septiembre es ya el nuevo horizonte para la vuelta a las aulas de niños, adolescentes y universitarios que permanecen oficialmente fuera de sus centros docentes desde el día 14 de marzo de este año, fecha en la que se vieron obligados a dejar las aulas y confinarse en sus casas en aplicación del Real Decreto 463/2020, de 14 de marzo, por el que se declara el estado de alarma para la gestión de la situación de crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19.

De ser así, en septiembre, volverán a las aulas más de 10,5 millones de estudiantes, de ellos 8,2 millones entre 3 y 18 años, más de 750.000 docentes, entre 60.000 y 70.000 integrante del personal auxiliar y de servicios; además empezarán a funcionar unos 28.200 centros educativos de primaria y secundaria distribuidos por todo el país, 78 universidades públicas y privadas. Casi con certeza, estas cifras, las cifras del sistema educativo, se corresponden con las de la actividad económica, estratégica y profesional de mayor complejidad y más dificultades de distribución geográfica de España. A pesar de estas cifras, hemos oído muy poco todavía sobre la desescalada del sistema educativo.

Reiteradamente oímos que urge activar la economía de los sectores de turismo, industria, restauración, bares, cafeterías, espectáculos, agricultura… Algunas organizaciones, entre ellas el Colegio Oficial de los Docentes de Madrid, han difundido comunicados sobre cómo afrontar el curso próximo, pero todavía hemos oído muy poco, casi nada, de la reactivación o desescalada del sistema educativo, condiciones y responsable de llevarla a cabo. Este sistema que, si bien, no forma parte de ninguno de los sectores productivos, influye, y mucho en todos ellos, además de ser la principal “inversión” del país, -la inversión en capital humano-.

Reducción del aforo del 30 al 50%

Las modificaciones que requiere el sistema educativo para adecuarse a las medidas que se están dictando para otros sectores: (distanciamiento social de 1,5 m, reducción del aforo al 30-50%, uso de mascarillas y guantes, desinfección de espacios comunes,etc), necesitan muchos recursos y van a ser muy difíciles de aplicar en la práctica. Para hacerse una idea de lo costoso que sería, bastaría con calcular cuántas aulas de más se necesitarían para escolarizar a los 10,5 millones de alumnos respetando la separación social establecida oficialmente para la “desescalada” en otros ámbitos como transporte público (30% de aforo) supermercados cafeterías y hoteles (distanciamiento de 1,5 m. y cierre de espacios comunes)...

Antes de septiembre, necesitamos tener respuestas a cuestiones como las siguientes: ¿qué condiciones deben reunir los centros docentes en el curso 20/21?, ¿qué cosas nuevas tendrán que llevar los niños sus “mochilas” ?, ¿qué actuaciones podrán mantener los profesores de las que antes formaban parte de su trabajo habitual, y qué otras tendrán que eliminar?, ¿los padres y tutores de los alumnos más pequeños podrán recuperar en septiembre los hábitos que tenían en 2019 en su vida familiar y laboral?, ¿qué precauciones debemos tener para proteger a los adultos que trabajan en los centros docentes, especialmente a los adultos de más de 60 años?, y, como siempre: ¿todo esto quién lo hace y quién asume los costes? Las respuestas a estas y otras muchas preguntas nos darán la verdadera dimensión de la desescalada en el sistema educativo.

El primer día de clase de un niño en septiembre

Imaginemos uno de los primeros días de clase de un estudiante de educación primaria en septiembre de 2020: A este niño le han hecho un test en la última semana de agosto y dio negativo en coronavirus. Antes de salir de casa preparará su mochila, y en ella deberá incluir unido a lo que para él y sus padres era antes lo cotidiano, otros elementos, como probablemente mascarillas y guantes y materiales didácticos que sustituyan a los recursos de aula que hasta el confinamiento estaban organizados para su uso colectivo.

Probablemente ese niño tendrá que utilizar el transporte escolar, que habrá incrementado mucho la flota de vehículos para respetar el necesario distanciamiento. El niño tendrá que saber que ahora por su casa pasan dos rutas y que no se puede sentar al lado de su amigo como siempre porque en el autocar hay que dejar asientos vacíos.

Cuando llega al colegio, donde le esperan los niños de su clase en una larga fila, -lo que le extraña porque antes no hacían filas para entrar-; y deberá saber que la fila es tan larga porque los niños tienen que separarse al menos 1,5 metros del resto de sus compañeros. Luego descubre que la fila se ha hecho porque una persona con traje blanco, mascarilla y guantes está tomando la temperatura a los niños proyectando una luz roja en en su frente. Todos tienen bien la temperatura.

Cuando este niño llegue al aula se encontrará a su profesor con mascarilla y guantes, (como es nuevo, probablemente llevará su foto en lugar visible). Comprobará que hay muchas mesas que están señaladas para que no se siente nadie -menos mal que ya sabe leer -“No sentarse”-, y se dará cuenta de que no caben en el aula todos los alumnos de 2ºA –unos 9 niños del grupo tienen que ir a otro espacio-. A su clase le ha correspondido ir en turno de mañana, pero hay otras clases que van en turno de tarde.

Cuando empiece a hacer las tareas deberá saber que es peligroso coger libros o recursos del aula que hayan utilizado otros niños recientemente y que debe desinfectarse las manos utilizando los dispensadores de gel que hay en algunas de las mesas vacías. Las táblet del aula se van a repartir y cada una tendrá el nombre de uno de los niños de clase. Este curso no se van quedar en el armario del aula, se las deben llevar a casa y cada uno sólo puede tocar la suya. Su clase este año se llama “Vencer al COVID-2ºA1”

  • -Así las cosas, el profesorado, los colegios y las administraciones públicas deberán cuestionarse desde ahora mismo, qué sentido tienen, mientras existe peligro de contraer el COVID-19, iniciativas muy frecuentes como las de bibliotecas de aula, programas préstamos de libros, bancos de libros usados, rincones con juguetes y material de uso común, y un largo etcétera-.

Cuando nuestro niño vaya al servicio se encontrará con más dispensadores de jabón y de gel desinfectante que antes no había, tendrá que recordar cómo lavarse bien las manos, secarse muy bien con papel y no deberá tocar nada. -Es obvio que aquí son muy importante los hábitos de higiene que debe asumir el niño, y es obvio que caben muchas iniciativas institucionales para adecuar las pautas de limpieza y desinfección de los colegios-.

Llega la hora de comer. Le ha tocado el tercer turno. En el comedor tampoco caben todos juntos porque también se tienen que sentar muy separados. Debe esperar un tiempo en el aula mientras comen los otros dos turnos y luego desplazarse al comedor teniendo cuidado para no acercarse al resto de los niños. En la clase, mientras espera su turno para comer, un monitor les enseña canciones, hace juegos y les deja terminar trabajos. Salen de la clase 10 minutos antes de la hora en la que les corresponde comer para lavarse muy bien las manos, y, por fin, comen distribuidos por todo el comedor. Las mesas huelen a detergente.

Ha terminado de comer justo a la hora en la que empiezan las clases de tarde, no le da tiempo a jugar en el patio. Se acerca al gimnasio, ve salir a unos señores con traje blanco de buzo. Dentro del gimnasio huele a desinfectante. Le ha dicho su profesor que no se olviden de ponerse los guantes. Primero van a hacer ejercicios de calentamiento sin moverse del círculo que a cada uno le corresponde, luego espalderas y unas canastas individuales. El niño echa de menos los juegos y los partidos de balonmano y de baloncesto del curso pasado.

Es improbable trasladar una situación similar a un aula de niños de educación infantil y, más improbable todavía, si se trata de aulas de cero a tres años. La situación de esta etapa escolar en este periodo requiere otra reflexión desde lo más profundo de la naturaleza infantil y de la tarea de la escuela en ese tramo de edad.

A la vista de estos supuestos u otros similares sobre una sola mañana de un niño de primaria en su centros, es fácil deducir que el próximo curso escolar, bien como fruto de una actuación coordinada y preventiva, o bien por la fuerza de los hechos, se avecinan cambios que van a afectar a gran parte de la Administración de las CC.AA, la de los municipios y a la vida de los más pequeños, los jóvenes, sus padres, y que van a afectar también a los trabajos de éstos.

Además, si finalmente es posible la vuelta a las aulas, la administración debería disponer, durante el curso 2020/21, de una plantilla de profesorado que específicamente atienda a distancia a los alumnos que permanezcan en casa por estar infectados o ser portadores del virus. En 20/21 tendríamos prácticamente dos vías paralelas en el sistema educativo: la presencial y la no presencial o a distancia.

Formación a distancia

En la formación a distancia hay mucho que pensar: ¿qué ámbito va a tener esta vía?, ¿ámbito de un centro educativo, de una zona o de una comunidad autónoma? Esta modalidad de enseñanza necesita un profesorado preparado, experto en el manejo de terminales electrónicas, metodologías idóneas, conocedor de materiales didácticos digitales, programas informáticos, plataformas, etc. Los centros deberán dotar a este profesorado de suficientes recursos específicos como dispositivos electrónicos e Internet de banda ancha, y será necesario atender desde donde corresponda -Asuntos Sociales, por ejemplo- las necesidades de las familias que carezcan de equipos receptores e Internet en sus domicilios. Estamos, por tanto, ante un reto importante, que consiste en tomarse muy en serio la compatibilidad de la actividad docente presencial con otra actividad docente a distancia que, al menos temporalmente, va a ser necesaria.

Capítulo aparte merecen aquí los más de 2.700 municipios que no disponen de cobertura de móvil ni de Internet de calidad -la España desconectada-. En aquellos municipios desconectados que tengan niños, el sistema educativo a distancia deberá buscar otros medios basados en documentación en soporte físico hasta tanto se ponga fin a la desconexión.

Hemos visto que los cambios van a traer nuevas medidas que deben ponerse sobre la mesa a la hora de organizar un curso escolar tan complicado, mencionamos seguidamente algunas de ellas:

  • Medidas de organización escolar: número de alumnos por aula, jornada escolar partida o única, turno único o doble turno en los colegios, forma de hacer entradas y salidas para evitar aglomeraciones en pasillos y espacios comunes, organización de los comedores escolares y del transporte, entre otras.
  • Medidas académicas: para la de recuperación de aprendizajes no adquiridos en 2019/20, cambios de metodologías y en la convivencia en las aulas...
  • Medidas de orientación académica, emocional y psicopedagógica.
  • Medidas relacionadas con las plantillas de profesoradoy de otro personal no docente.
  • Preocupa especialmente la dotación de recursos sanitarios para los colegios y la dotación del profesorado y otro personal en número suficiente.
  • Necesitará una atención especial el profesorado de más edad, y, por tanto con mayores riesgos, y las medidas que debe adoptar la administración para evitar que se contagie.

En definitiva, es necesario “recrear” la escuela del curso 2020/21, lo cual requiere elaborar un Plan Escolar con participación de, al menos, las áreas de Educación, Sanidad, Asuntos Sociales y Trabajo. A ellos se unirán expertos de la comunidad educativa y expertos de las restantes áreas mencionadas. Las buenas prácticas de los profesores y las experiencias exitosas de otros países deben alumbrar especialmente este Plan. Tenemos que investigar multitud de cuestiones para las que necesitamos con urgencia orientaciones. Ya contamos con un cierto recorrido de actuaciones basadas en la ciencia y en la experiencia de otros países y de orientaciones de organismos nacionales e internacionales que deben incidir para bien en los centros educativos y en la vida de las familias y, con con certeza, en el mundo del trabajo en general y en concreto del trabajo docente.

Haciendo de la necesidad virtud, a este Plan Escolar 20-21 podríamos llamarlo “Algo más que Desescalada”.

En realidad, tenemos que “recrear” la Educación. el reto es que no haya ni una persona infectada en los centros docentes y que no haya ni un solo niño sin la atención educativa adecuada.