Coronavirus

Consejos educativos para la cuarentena

Los colegios podrán abrir el mes de julio para ofrecer a los estudiantes clases de refuerzo
Un niño estudia y hace los deberes en casa con la ayuda de su madreEduardo ParraEuropa Press

Ahora que ya sabemos que no vamos a ser mejores personas a pesar de todas nuestras buenas intenciones, y mientras nos vamos acostumbrando esta nueva normalidad de mascarillas, distancia social y citas previas, creo que ha llegado el momento de ver si podemos sacar algo en claro de estos dos meses largos de colegios cerrados y educación a distancia. Al fin y al cabo, aprender es la razón de nuestro oficio.

Vaya por delante que todo lo que sigue surge de mi experiencia personal. Es muy posible, por tanto, que usted piense de forma distinta. Bienvenido sea.

Internet: 0 - Libro de texto: 1

Reconozco que las posibilidades que ofrece la Red me deslumbraron. Podía grabar un vídeo que mis alumnos después verían cuando pudiesen, podía convocarles a una clase por videoconferencia, podía compartir con ellos recursos y materiales casi infinitos, cuadros, textos, resúmenes, cualquier cosa. El mundo era una biblioteca inmensa en la que se podía jugar. Hasta que uno contaba las visitas a los vídeos, o pasaba lista a las clases online, o apuntaba la entrega de las tareas. Ahí asomaba lo que hemos llamado brecha digital, pero que en muchos casos no es más que la pobreza y la miseria de siempre.

La normalidad, muchas veces, es vivir en un cuarto con tu familia y no disponer más que de un teléfono con datos para mandar los deberes. Y no es el caso más desesperado.

Entonces, el viejo y robusto libro de texto vino en nuestra ayuda. No necesita electricidad, no requiere wifi ni ancho de banda. Uno puede mandar en un correo que lean un texto, que hagan unos ejercicios y no habrá problemas de conectividad. Una foto al cuaderno como respuesta y ya está. Apenas se han gastado datos y se ha cumplido con la tarea. Cuando volvamos a vernos, ya completaremos lo que falte.

La importancia de tener un adulto en casa.

Supongo que habrá algún estudio serio que determine si la presencia de un adulto en casa tiene alguna relación con el rendimiento de los alumnos y el fracaso escolar. Si no es así, debería. Niños y niñas que durante el curso entregaban los trabajos tarde y, a menudo, mal, son ahora puntuales y bastante cumplidores. Y creo que es porque ahora hay adultos en casa y antes, no. Así que la próxima vez que hablemos de conciliación familiar, pongamos en el debe todo lo que nos cuesta el fracaso de esos chicos que pasan las tardes solos y en el haber todo lo que ganamos, simplemente, con estar. Y veamos cuál es el resultado.

Evaluar o hacer exámenes.

Hacer muchos exámenes es bueno. Favorece el recuerdo a largo plazo y es un método eficaz para enseñar algunos contenidos. Otra cosa es que debamos evaluar mediante exámenes. Ahora, naturalmente, es imposible. Es el momento de agarrarnos a las competencias y buscar cómo vamos a comprobar que nuestros alumnos las dominan. Una pista: El movimiento se demuestra andando, no explicando cómo se anda.

Para compensar el haberme hecho el listillo en el párrafo anterior y que ustedes se puedan desahogar, les diré que los estándares de aprendizaje me parecen una idea excelente. Lástima que no estén redactados de manera comprensible y útil.

Hagan ustedes lo que puedan.

Esta ha sido la respuesta de las distintas administraciones educativas al enorme reto que teníamos, y aún tenemos, por delante. Elija usted el nivel político que quiera según sus filias y fobias, Da lo mismo. En el fondo me parece una opción sensata. Conocemos a nuestros alumnos, las posibilidades reales y tenemos una larga experiencia trabajando con recursos mínimos y manejando una cantidad notable de situaciones. Solo espero que tengan la misma deferencia la próxima vez que decidan reformar la enseñanza.