Bronca en la universidad
Los estudiantes acusan a la universidad de “exigencias desmedidas” e “incapacidad de adaptarse a la era digital”
Alumnos, rectores y ministro, enfrentados por los exámenes online
Hay bronca en la universidad a cuenta de los exámenes presenciales que defienden los rectores frente a los online que quieren los estudiantes y, ahora también, el ministro de Universidades. El enfado de los estudiantes y de los rectores es mayúsculo. Aseguran que “ya sea por incapacidad de las universidades o por una falta de voluntad para adaptar la educación a la nueva era digital, se está obligando a los estudiantes a asumir unas exigencias desmedidas”, asegura en un comunicado conjunto el Consejo de Estudiantes de Universitarios del Estado (CEUNE) y la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas (CREUP). Es más, consideran que, si realmente hay una preocupación por parte de los rectores de evitar una generación marcada por la pandemia, “esperemos que los demuestren con sus actos”. Es más, creen que “la falta de iniciativa de la Universidad para adaptar las pruebas de evaluación a un modelo telemático y de calidad no puede repercutir en la salud pública”.
El máximo órgano de representación de los estudiantes lamenta que desde enero cerca de un millón y medio de estudiantes universitarios regresaron a las aulas bajo un contexto de incertidumbre, con unas cifras de contagios cada vez más elevadas y “sin respuesta por parte de las instituciones”.
Tampoco ven de recibo que se les obligue a “tener que elegir entre su derecho a la educación y la posibilidad de contagiarse. Siempre hemos defendido la máxima presencialidad posible, pero no a cualquier precio, no podemos permitir que se siga poniendo en riesgo al conjunto de la comunidad universitaria”.
También acusan al universidad de falta de previsión y trabajo para minimizar sus efectos en el plano académico y niegan que la calidad y el formato telemático sean extremos incompatibles, como dicen los rectores. “Este falso dilema se está utilizando para argumentar el riesgo de plagio y copia entre los estudiantes, escondiendo el debate real sobre la falta de renovación de los métodos de evaluación; mientras se divide a los estudiantes en “honestos o deshonestos”. Resulta inaceptable que se pongan en entredicho los valores de “honestidad, transparencia y responsabilidad” del estudiantado.
“Después de meses sin atender a las peticiones del estudiantado, los rectores se alzan ahora con su voz. Cuando, a pesar de las reformas universitarias de 2007, se sigue priorizando la evaluación al aprendizaje, se demuestra que hace falta un cambio en lo que entienden las instituciones como sistema universitario”.
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