Educación
La formación superior, sobresaliente en enseñanza virtual
España lidera, junto a Países Bajos y Dinamarca, el índice europeo de estudiantes universitarios digitales. La oferta crece cada curso pero no todos se adaptan.
La delgada línea que un adolescente atraviesa al cumplir su mayoría de edad, saltando del instituto a la etapa universitaria, es un decisivo punto de inflexión que marca el futuro personal y profesional. Los estudios superiores, para quien los elige, suponen una experiencia única y es habitual escuchar que para escribirla hace falta experimentar la vida universitaria. Pero, ¿qué pasa con aquellos estudiantes que deciden cursar un grado «online»? ¿No tienen la oportunidad de conocer, de primera mano, qué es ser universitario? Sea como sea, la respuesta es sí, porque la oferta es cada vez más amplia y más completa y ágil para adaptarse a las demandas más inmediatas de la sociedad.
Un país «online»
España se sitúa entre los países europeos con más estudiantes universitarios en linea, junto a Dinamarca y Países Bajos, según un informe de OBS Business School sobre las tendencias y perspectivas de este tipo de aprendizaje. Un gran avance tanto social como económico para el que se estima un crecimiento notable en los próximos años. Según el mismo informe, se espera que el mercado global pase de los 185.260 millones de dólares de 2020, a 388.230 millones en 2026. En Europa, el crecimiento se estima en 28.360 millones de dólares entre 2020 y 2024.
La digitalización y los avances tecnológicos han ampliado las posibilidades: aumenta la oferta a la vez que las oportunidades de formar. La adaptación de los estudios «online» fue forzada por la pandemia, pero su todavía crecimiento dos años después –más de un 28%– insinúa que ha llegado para quedarse. «Una vez regresados a la normalidad se está comprobando que este tipo de enseñanza se valora mucho más que anteriormente», reconoce Ricardo Palomo, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad CEU San Pablo y delegado de la rectora para Transformación Digital.
La modalidad en línea no solo ayuda a los más jóvenes, sino también a aquellas personas que necesitan compaginarlo con un trabajo o desean matricularse en un centro alejado de su residencia. Una práctica facilitada por las aulas virtuales y videoconferencias, que permiten conectar a sus participantes independientemente del huso horario. Diversas tecnologías que, así como reconoce José Carlos Soto, director de Máster en la Universidad Complutense de Madrid, «han ayudado a fomentar el ‘’networking’' entre los compañeros» con una cercanía que antes solo se apreciaba en el cara a cara.
En este sector se puede diferenciar claramente a los estudiantes en dos grupos: aquellos matriculados en presencial que han tenido, a la fuerza, que adaptarse a la formación «online», y los que eligen desde un primer momento estudiar desde casa. Lo que sí comparten muchos de ellos es que utilizan estos estudios como puente hacia otro terreno profesional.
¿El estudiante online pierde su motivación al no socializar de manera tradicional? Una de las principales preocupaciones a la hora de elegir si cursar desde casa es si este método afectará a las ganas del alumno y la calidad o dificultará la adaptación de aquellos que están acostumbrados a la presencialidad, donde aprender no es sentarse ante un ordenador, sino levantar la mano y decir en voz alta tus inquietudes.
David Morato, estudiante de Ingeniería en Telemática de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), tras haber sido partícipe de ambos métodos, está a favor de hacerlo en línea: «Mi motivación ha aumentado, tiene más ventajas que desventajas, puedo lograr mis objetivos sin atarme a un lugar, permitiéndome estudiar de viaje y ahorrarme dinero en desplazamientos. Es menos agotador», confiesa. Por su parte, Alejandro Carbonell, docente de la URJC, afirma haber notado diferencia en aquellos alumnos que cambian de sistema: «La motivación disminuye porque pasan a un modelo que no están acostumbrados».
Motivación y calidad
Para incentivar el interés de los alumnos, centros como la Universidad Internacional de Valencia (VIU) dota al profesorado de una formación continua en nuevas herramientas y metodologías: «Tenemos clases síncronas que permiten diluir los de kilómetros y compartir un espacio virtual de debate y reflexión, así como un programa de tutorización, asistido por orientadores, que permite conocer mejor las necesidades de cada estudiante en cada momento», destaca su vicerrector de Investigación y Transferencia, José Martí. Pues, así como destaca Carbonell, depende en parte «de las técnicas que usa el docente para llamar la atención de los estudiantes».
Por ello, las universidades destacan, por encima de todo, que la calidad de sus contenidos es igual o superior tanto en formación presencial, híbrida, como en línea. Es una prioridad hacerlo así: «La competencia obliga a mantener estándares de calidad», confiesa Ricardo Palomo (CEU San Pablo). Un dato que corrobora Morato: «Se muestran ágiles en el uso de nuevas tecnologías, pero hay ciertos flecos en el aprendizaje de las mismas que deben cubrir para poder sacarles todo el rendimiento», confiesa.
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