Aula 2023
Educar en competencias: el modelo de aprendizaje para mirar al futuro
La nueva ley educativa recoge este enfoque y cambia la manera de impartir los contenidos a los profesores
Que, en la actualidad, la tecnología está cambiando la forma en la que aprendemos, ya es un hecho que con la pandemia llegó a su culmen. Vivimos en un mundo en el que cualquier información se encuentra un solo clic. Los alumnos pueden acceder, en todo momento, a todos los contenidos a aprender en el curso a través de internet. Sin embargo, esto puede plantear una pregunta: ¿Es la información realmente conocimiento? Aquí es donde entran ellos: los docentes. La información es útil, pero son los profesores los que deben hacer que los estudiantes la procesen, la comprendan, la relacionen con la que ya saben y la hagan suya. Solo así será conocimiento. Pero, ¿cómo hacerlo?
Ahora la tendencia ha cambiado, los educadores se basan en una nueva forma de aprendizaje que se ha instaurado ya y que ha llegado para quedarse, como recoge la nueva Ley educativa, en todos los institutos y colegios de España. Hablamos del aprendizaje por competencias, que ya estaba establecido con éxito en países como Finlandia o Portugal. Su objetivo es que los estudiantes no solo aprendan conceptos de cada materia, sino que también sepan relacionarlos y aplicarlos en su día a día. Hay que tener en cuenta que la LOMLOE no introduce cambios radicales respecto a anteriores leyes educativas. El aprendizaje por competencias estaba incluido en la Ley Orgánica de Educación (LOE), de 2006, y se mantuvo en la posterior reforma de 2013 (LOMCE). Sin embargo, en estas dos normativas todavía quedaban algunas lagunas, como cambiar la forma de evaluar al alumnado. Su finalidad no es otra que aprender conceptos, junto con ciertas habilidades, para resolver los problemas de la vida real con vista al futuro. El alumno debe trabajar su capacidad reflexiva, de relacionar ideas y resolver problemas, basándose en todos los recursos y conocimientos que le proporciona la enseñanza para conseguir un fin u objetivo.
La nueva reforma no solo afecta a los contenidos que se estudian, sino al modo de encarar el aprendizaje por parte de los profesores e incluso al sistema de evaluaciónque se utiliza. Se ha escuchado hablar del fin de los libros, la memorización o la división por asignaturas. ¿Es así? ¿Cómo son realmente estos cambios? Escuchamos a algunos de los protagonistas encargados de llevarlos a cabo en los distintos cursos escolares.
Ana Romero Profesora de Primaria en el Colegio Virgen de Atocha (Madrid)
«Igual que cambia la sociedad, las competencias se transforman»
- ¿Cuáles son los pros y contras de este estilo de aprendizaje?
- El principal beneficio es que damos herramientas a los alumnos para que desarrollen habilidades que necesitarán para servir a las demandas de la sociedad con la finalidad de acercarles a su futuro profesional. Se trata de buscar actividades que reflejen situaciones cotidianas, pues estas llevarán a desarrollar varias de las competencias. Como contra, te diría que son variantes, se transforman a la vez que la sociedad. Pero esto no es una desventaja, sino un punto a tener en cuenta en la formación de las leyes educativas. También te diría que son difíciles de evaluar, sobre todo numéricamente. Hay que hacerlo de forma continua y global.
- ¿Es el fin de la división por asignaturas?
- Las asignaturas seguirán divididas, pero es cierto que la educación por competencias te abre un abanico de posibilidades a crear contenido transversal. Al fin y al cabo, la sociedad, las personas, no vivimos separados por materias. En mi día a día pongo todos mis conocimientos en uso sin categorizarlos, más bien conecto información entre unos y otros. Educar por competencias hace que llevemos dicho contenido a una práctica real y útil para el alumno como miembro de la sociedad.
Rodrigo Benito Profesor de Secundaria en el Colegio Tajamar (Madrid)
«Son herramientas necesarias para hacer útiles los conocimientos»
- ¿Cómo se trabajan?
- Los conocimientos siguen siendo importantes desde un punto de vista práctico y nunca lo van a dejar de ser, pero estas “soft skills” son las herramientas para convertirlos el algo útil. Hay varias formas de trabajarlas. Yo, de manera objetiva, me pongo una hoja de ruta con las principales que quiero abarcar. No hay que obsesionarse con trabajar todas en cada asignatura, se entiende como un proceso educativo en conjunto. Por ejemplo y en mi caso, en Economía trabajo la negociación, junto con otras competencias, jugando al Monopoly. Yo explico qué es, cómo se negocia y luego ellos lo intentan hacer. Nada tienen que ver las negociaciones de principio de curso con las finales, te lo aseguro. Ellos van dominando la habilidad.
- ¿Cómo se evalúan?
- Lo primero es crear un escenario en el aula donde ellos puedan desempeñar las habilidades que quieres trabajar. En mi caso, para la evaluación, uso una especie de positivos o “puntos” que luego contarán un porcentaje sobre la nota final. Además, empleo una herramienta con un componente estadístico que me permite ver una evolución temporal de cada competencia trabajada por alumno.
Fernando Rodríguez Profesor de Bachillerato en el Colegio Tajamar (Madrid)
«No hay antagonismo, competencias y contenidos no son opuestos»
- ¿Los contenidos pasan a un segundo plano?
- Hay una visión un poco simplista, de blanco o negro, en lo que se refiere a este aprendizaje por competencias cuando se entiende como lo opuesto a un aprendizaje memorístico o aprendizaje basado en los contenidos. No conozco a ningún profesor, de antes o de ahora, que no quiera que sus alumnos no solo comprendan unos conocimientos, sino que los apliquen. No debería haber un antagonismo porque al final la competencia es algo que se demuestra con los contenidos. El juicio crítico, por ejemplo, se ejerce a través de unos contenidos. Me refiero a que, si se me pide que argumente si estoy a favor o en contra de cierta opinión sobre Platón o Aristóteles, primero tendré que conocer sus visiones. Contraponer, como si fueran excluyentes, los contenidos y las competencias, es caer en una simplificación.
- ¿Tiene sentido el fin de la división por asignaturas en un curso como Bachillerato?
- Tiene mucho sentido que existan asignaturas separadas, se pueden juntar en algún punto o en algún proyecto, pero cada una tiene su continuidad. Los alumnos se van acostumbrando a la terminología y a los bloques. El romanticismo, por ejemplo, es un movimiento que hay que entender como lo contrario a lo anterior. Llevar a cosas postizas, como que se hable de la competencia matemática en Lengua, queda artificial. Si se entiende bien, cualquier docente se muestra favorable a este tipo de aprendizaje, pero si se entiende mal, lleva al anacronismo.
- ¿Cómo afecta todo esto a la EvAU?
- La selectividad ya es bastante inteligente y competencial, sin renunciar a los contenidos. La nueva prueba lo intensifica. Hay competencias en las que hay que insistir, como la comprensión lectora o la capacidad expresiva, y otras más instrumentales que deberían ser más flexibles.
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