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La contra

«En el fondo del mar se siente una fuerza casi espiritual»

Lola Higueras Historiadora y arqueóloga submarina

Lola Higueras cedidaLR

La historia de América y la historia naval española son su especialidad y su pasión. El Museo Naval, del que fue directora técnica, su casa. Primera mujer submarinista de la Armada abrió el camino a la arqueología subacuática en España, ha dedicado su vida a la investigación, la enseñanza, la protección del patrimonio sumergido y la divulgación. La jubilación solo ha cambiado, un poco, la intensidad de su dedicación. Y ha añadido una más: el activismo en la defensa de los océanos. Aporta la fuerza de su conocimiento histórico y marítimo a todos los foros que la convocan, como el III Festival Wild OceansFest, de Gijón y otros muchos. Lo de «historiadora y arqueóloga submarina» es resumir mucho, muchísimo, su vida.

¿Cómo fue ser la primera buceadora en la Armada?

Sé que fui una persona pionera, pero, sinceramente, no tuve conciencia de ser la primera. La cuestión fue que el Museo Naval fue la primera institución de la Armada que constituyó un centro de estudios navales subacuáticos y empezar a trabajar en arqueología submarina. Que era lo que yo quería hacer. Naturalmente, en aquella época, años 60, era un mundo absolutamente de hombres. Todo lo marino, las plataformas petrolíferas, la pesca del coral y las esponjas, todo. Un mundo rudo, peligroso y de hombres.

Y, entonces, llega una mujer.

Pues, sí. La aparición de una mujer en aquel contexto fue una cosa muy singular, desde luego. También he de decir que, aunque soy muy consciente de las dificultades de la mujer en muchos ámbitos profesionales, en aquel mundo yo siempre recibí respeto y colaboración.

¿Alguna inmersión le ha dejado una huella especial?

Sí. La viví en la Liguria italiana. Y no fue con un barco hundido, sino en una cueva sumergida que había sido el estudio de un importante escultor romano. Estaba intacta y estar ante las grandes moles de piedra sin trabajar, esculturas a medio hacer y las herramientas fue una emoción extraordinaria. Una de las más grandes que he sentido bajo el mar. En el fondo del mar hay una explosión de vida, de colores verdaderamente increíble. De una fuerza extraordinaria. Casi espiritual.

Y, al descubrir un pecio en el fondo del mar, ¿qué se siente?

Sobre todo la satisfacción, prácticamente íntima, de localizar algo, de saber que está ahí. Aunque, lo primero que ves son grandes campos de posidonia. Pero, una cosa es localizarlo y otra es verlo. Verlo es el final de un largo y lento trabajo anterior. Un pecio no se descubre por casualidad, antes hay que hacer mucha investigación, mucho buceo en archivos, en documentos y en legajos.

¿Cómo es el trabajo de la arqueología subacuática?

Es riguroso y complejo. Científicamente es muy semejante al que se ejerce en tierra: empiezas a trabajar y hay que organizar las cuadrículas, a fotografiar, etc. Y no solo estamos lo arqueólogos, porque también es multidisciplinar e intervienen otros especialistas, como los biólogos marinos. Es muy bonito. En cambio, la conservación es especialmente compleja. Según qué materiales, pueden incluso destruirse al sacarlos a la superficie.

¿Cuántos buques españoles de siglos pasados puede haber en el fondo del mar?

En torno a 2.000 y en todos los mares del planeta. Pero no todos se pueden localizar exactamente, porque los sistemas de medición de entonces calculaban la latitud pero no la longitud. Lo que, por otra parte, ha salvado a muchos del expolio. Pero, como la burocracia de los Austrias y los Borbones era extraordinaria, todos los hundimientos están perfectamente documentados y tenemos una información espectacular sobre cada uno que se produjo. De hecho, yo creo que tenemos los archivos navales más ricos del mundo de los siglos XVI al XVIII, cuando España era la gran potencia marítima mundial.

La jubilación no le ha apartado del mar.

Desde luego que no. Siempre digo que he vivido una vida profesional frente al mar, sobre el mar y bajo el mar. Y sigo absolutamente activa en mi profesión. En este momento estoy muy implicada en la conservación de los océanos. Estoy muy preocupada por su salud, que es muy precaria, a causa de la contaminación y el cambio climático. Son el gran pulmón del planeta, por la cantidad de CO2 que absorben, y garantes de la estabilidad climática y, también, de la vida del ser humano en el planeta. Pero están en grave peligro. Llevo varios meses trabajando seriamente en lo que supone la contaminación brutal de los océanos y la pérdida de ecosistemas marinos. Así que sí, en estos momentos acudo con mucho interés a los foros nacionales e internacionales.

También continúa investigando y publicando, divulgando la Historia.

También, sí. Los temas de historiadora naval y los que tienen relación con mi profesión siguen ocupando mi tiempo. Justamente, hace unos meses publiqué un libro, “Despertar del olvido”. Es un libro muy divulgativo y muy documentado, que trata de la presencia masiva de mujeres españolas en el siglo XVI en América. Este hecho es una realidad poco conocida. Fue impulsada fundamentalmente por las coronas, primero la de Castilla y luego la española. Se quería una crear sociedad a la española en el ámbito de esta nueva sociedad americana, que eran consideradas y tenían estatus de provincias ultramarinas, no de colonias.

Volviendo a la arqueología submarina, ¿qué es más difícil bucear entre documentos o bucear en las aguas para comprobar que, efectivamente, están ahí los restos que se buscan?

Las dos son cosas vocacionales y requieren de una preparación sólida científica previa. Yo soy americanista y he estudiado y trabajado muy duro para acceder a los archivos. Ha sido un gran privilegio poder consultar los cientos de páginas originales en los que está fundamentando todo lo que he publicado a lo largo de mi vida profesional. Y, lógicamente, actuar bajo el agua también requiere una preparación muy sólida.

¿En qué punto está actualmente la arqueología submarina en España?

Está muy bien dotada de especialistas, con muy buenos técnicos y centros de trabajo. Pero el problema, yo creo, más importante no es que tengamos realmente medios y científicos capaces de abordar la arqueología subacuática. El principal problema es que las campañas largas son muy costosas. Un día de mar supone mucho dinero. Entonces, ni España ni casi ningún país tiene la capacidad de actuar en, digamos, campañas largas. Así que, en mi opinión, va a funcionar mucho a por acuerdos internacionales. Como uno que tenemos ahora con México, la excavación del Juncal que es un pecio muy valioso del Caribe; o en el Mediterráneo, donde se están haciendo campañas muy importantes en arqueología, clásica romana o fenicia o griega, que son proyectos internacionales patrocinados por la UNESCO o por organismos internacionales de todos los países ribereños del Mediterráneo. Siempre hablando, claro, de pecios que están en cotas, en profundidades asequibles. Otra cosa son los que están a gran profundidad, que requieren medios robóticos. Y, aunque, hay un gran desarrollo de prototipos de actuación subacuática, lo cierto es que con medios robóticos es muy difícil actuar con un pecio. todavía no estamos en disposición afrontar una excavación convencional científica a esas profundidades. Y, por otra parte, ahora mismo están muy en boga lo que llamamos museos silenciosos. Es decir, museos subacuáticos. Por ejemplo, en Alejandría que está a muy poca profundidad, se está considerando hacer un gran museo subacuático que puede ser visto desde la superficie a base grandes plataformas transparentes.