Lucha contra ETA
Los renglones torcidos de Josu Ternera
ETA y sus organizaciones satélites, entre ellas BILDU, siempre han querido politizar su barbarie terrorista, y hay que reconocer que con más o menos acierto lo han logrado. Han conseguido que miremos hacia otro lado cuando se rinde pleitesía a un asesino que después de muchos menos años de los que debería haber estado en prisión sale a la calle y es recibido como un héroe. Han logrado que aceptemos dentro de las reglas y el juego democrático a un partido político que no condena el pasado sangriento de “su progenitor ideológico”. Han conseguido que los 379 asesinatos que están aún sin resolver sean percibidos como una carga y no como una responsabilidad. E incluso es su huida hacia adelante, la izquierda abertzale (ETA), ha sido capaz de crear una red clientelar perfectamente estructurada con el único objetivo de realizar actos para enaltecer el terrorismo y humillar a sus víctimas, y que por suerte ha sido desarticulada por la Guardia Civil. Todo ello dentro de un contexto de aparente normalidad social.
Pero la última ocurrencia terrorista para blanquear su historia sangrienta roza la enajenación. El etarra José Antonio Urruticoechea, “Josu Ternera”, quiere solicitar a Francia “asilo y protección” como si fuera un represaliado o perseguido políticamente. Esta genialidad, como no puede ser de otra manera, indigna a las víctimas del terrorismo que no dejan de sufrir. Parece que todo vale y que ETA se ha puesto como lema: “A QUE LO HAGO”.
Resulta una burla dantesca que un asesino que es reclamado por las Autoridades Españolas por el atentado de la casa cuartel de Zaragoza en el que murieron once personas, seis de ellas niños, y está investigado en la causa que desde Dignidad y Justicia impulsamos por crímenes de lesa humanidad y genocidio, llegue al extremo de plantearse su situación más allá de la cárcel.
Pero esta vez no, aquí va a estar solo. Es tan sumamente excéntrico sugerir su “asilo o protección” por parte de un Estado miembro de la Unión Europea que ninguno de los pseudoetarras que hoy quieren bailar al son del Estado de Derecho puede apoyarle, porque se estarían delatando. Ninguna autoridad medianamente decente va a respaldarle, porque se estarían desautorizando. Aquí está el límite de lo racional y lo demente; el pensar que nada importa porque todo da igual. No sabemos hasta cuando se alargará esta humillación institucional a nuestra paz social permitiendo que un criminal dilate en el tiempo su procesamiento ante un Tribunal Español, pero podemos asegurar que su voracidad terrorista ya le ha condenado.
Las víctimas del terrorismo saben que los renglones torcidos de Josu Ternera son, en verdad, muy torcidos.
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