George Floyd

George Floyd

Manifestantes con la foto de George Floyd
Manifestantes con la foto de George FloydDieu Nalio CheryAgencia AP

Las imágenes del afroamericano George Floyd, inmovilizado en el suelo con las manos esposadas a la espalda y la rodilla del inhumano agente sobre su cuello asfixiándole hasta la muerte, han provocado una lógica indignación por su brutal crueldad. Su asesinato ha dado lugar a numerosas manifestaciones de violencia urbana por todo el país, que recuerdan a los disturbios provocados por los CDR en Barcelona: «Independencia o barbarie» era su lema.

Son también análogas a las producidas en diversos países iberoamericanos: desde Chile a Ecuador, desde Perú a Honduras, casi todo el continente estalló en una violencia que dejó centenares de muertos y miles de heridos. Conocida es la estrategia del Foro de São Paulo —fundado con el liderazgo de Chaves, Castro y Lula da Silva, y relevado el pasado año por el «Grupo de Puebla» —para blanquear el comunismo en el continente, tras la implosión de la URSS y la caída del Muro de Berlín. Si piensan que no es el caso de EE UU, recuerden que la lucha de clases se ha metamorfoseado en lucha de sexos o de razas, según el caso. Con Obama también se produjeron trágicos hechos similares al de Floyd. La diferencia es que nadie le acusó de racista, y no hubo esta violencia. Diferente y penoso es también que el arzobispo de Wansington critique a Trump… por arrodillarse ante Dios en el Santuario Nacional S. Juan Pablo II.

¿Deep state y Deep church?