Ejército de Tierra
El soldado español del futuro: exoesqueletos, ropa inteligente y videojuegos para formarse
La industria de Defensa presenta sus últimos avances, que incluyen munición más precisa o vehículos terrestres autónomos
El mundo militar y el de la ciencia ficción siempre han estado muy ligados, muchos de los grandes avances tecnológicos de la historia nacieron en, por o para el campo de batalla. Hoy hay más opciones, pero el mundo militar sigue siendo un gran motor tecnológico y Toledo se convirtió los días 4, 5 y 6 de noviembre en la caja de ese motor. El Ejército de Tierra celebró esos días su encuentro con la industria sectorial en el denominado “Foro 2E+I Fuerza 2035”, y allí las empresas de defensa presentaron sus últimos avances. Avances que van más allá de las recurrentes inteligencia artificial o big data, avances que son proyectos concretos.
Exoesqueletos que aumentan la fuerza del soldado, ropa inteligente que controla hasta el estrés del soldado, nuevas energías como el hidrógeno o el metanol, realidad virtual y aumentada para formar a los militares o vehículos terrestres sin conductor, pero hay más, el escenario también cambia, ya no hay grandes campos de batalla sino entornos de los que se denominan híbridos, como las ciudades, y ahí también evolucionan herramientas como la munición, haciéndola más precisa y de mayor alcance. El futuro también pasa por mejorar la calidad de vida del combatiente, pieza principal del ejército del futuro, desde la dieta al vestuario pasando por unas instalaciones adecuadas. Un soldado de comic futurista que tiene fecha de lanzamiento: el 2035.
Estas tecnologías se pueden integrar como extras en el Siscap (Sistema Integrado de Combatiente a Pie). Desarrollado por Indra y GMV, el Siscap se centra en cuatro aspectos: eficacia de fuego; información y comunicación; sostenimiento, supervivencia y fuente de alimentación; y preparación. El Siscap ya incluye radios, ordenadores para cada soldado, sistemas de energía portátiles, sensores de armas, unidades electrónicas… Y lo que se presentó en Toledo viene a ser un lote de extras, algunos de los cuales podrían sin duda completar ese Siscap.
Los gadgets del soldado del futuro
Uno de los extras más llamativos, por futurista, es sin duda el exoesqueleto. Los denominados pasivos, como el que presentó Gogoa en Toledo, son armaduras que almacenan la energía de aquellos movimientos que se efectúan a favor de la gravedad para devolverla en los que se realizan en contra. De esta manera, el soldado no sufre tanto en trabajos muy físicos, como por ejemplo en la acumulación de sacos terreros. El Regimiento de Ingenieros nº 11 con sede en Salamanca ha probado la versión pasiva de Gogoa y parece que funciona bien, ahora quedan por ver las versiones activas, que son accionadas mecánicamente y cuyo potencial es mucho mayor.
La ropa inteligente es otro de esos gadgets. La idea es introducir sensores en los tejidos para monitorizar en tiempo real al soldado. Desde medidores fisiológicos a detectores de riesgos NBQ. Está muy enfocado a operaciones especiales. La encargada de presentarlo al Ejército en Toledo fue la asociación Aitex
El vestuario del soldado del futuro es también uno de los tres puntos que marcan la calidad de vida del combatiente junto a la dieta y las instalaciones. Estos tres aspectos también se mejorarán, si bien aquí la tecnología dejará paso a la tradición con la dieta mediterránea como eje conductor de unas raciones que, a día de hoy, ya son tan apreciadas en las maniobras internacionales que, por ejemplo, los soldados estadounidenses ofrecen tres de las suyas a cambio de una española, como se puso como ejemplo en el foro de Toledo.
Estos extras no son posibles sin unas fuentes de energía acordes tecnológicamente y, para eso, empresas como Tecnove han hablado de combinaciones de energías renovables como la fotovoltáica y la eólica para sistemas sencillos como las duchas en misiones. Pero las necesidades energéticas del Ejército van más allá del agua caliente sanitaria y para eso se están estudiando fuentes de energía como el hidrógeno o el metanol (ya en el mercado) para reducir la dependencia de los grandes generadores diésel.
Vehículos sin conductor y videojuegos
El soldado del futuro llevará un montón de artilugios encima, pero también a distancia. Más allá de los drones que dependerán del soldado y se desplegarán con él, habrá vehículos no tripulados como el presentado por Navantia: el I+D UGIV (Vehículo de Inteligencia Autónomo). Desde Navantia explicaron durante el foro que los UGV “pueden darnos las capacidades necesarias para acometer todo tipo de misiones que la fuerza de mando operativa considere que son necesarias en cada momento”.
La idea es trabajar “en ese área confusa que ‘no es paz ni guerra’, llamada zona gris” con la flexibilidad que da el poder “combinar diferentes sistemas con diferentes plataformas para adaptarnos a cualquier misión que necesitemos en los conflictos que surjan en esta área”.
Para ese tipo de áreas confusas o zonas grises (entre el blanco de la paz y el negro de la guerra), también es necesaria una munición distinta. Las zonas urbanas, principal campo de batalla de la denominada guerra híbrida (zona gris), requiere de un armamento con una precisión mayor, no se trata de realizar grandes destrozos que afecten a la población civil o incluso se conviertan en fuego amigo, sino operaciones milimétricas, cirujanas, precisas.
Con este fin, el futuro pasa por un mayor uso, por ejemplo, de la munición guiada lanzada y de las plataformas autónomas y automatizadas que no expongan al soldado. Empresas como Expal trabajan en nuevos lanzacohetes que mejoran precisamente la distancia y la precisión y así lo expusieron en Toledo.
Pero para todo esto hace falta formación, uno de los grandes pilares del soldado del futuro, y esa formación pasa por el uso de la realidad virtual y aumentada. Aquí, Indra tiene las claves y las presentó en Toledo. Lo más llamativo de estos nuevos sistemas es que muchos de ellos se basan en videojuegos, videojuegos con mandos reales en vehículos reales y campos de batalla reales interactuando con otros vehículos a 200 kilómetros o con una sala donde otro equipo trabaja ya no con mandos reales sino simulados. En ese mundo virtual, ya todo es posible.
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