Antes de que el Gobierno decretara el estado de alarma en la primera ola de la pandemia, Mikel Buesa ya empezó a observar la curva de contagios. Vio que haciendo una proyección a siete días ésta se multiplicaba por decenas de miles. De ahí surgió «Abuso de poder. El coronavirus en España. Incompetencia y fracaso en la gestión de la crisis» (Marcial Pons. Ediciones jurídicas y sociales) donde desgrana los errores de la gestión y sus consecuencias. Destaca el «eficacísimo» papel de las Fuerzas Armadas en la primera ola y cree que deberían también contar con ellos para auxiliar en la vacunación.
–¿Cuál fue el abuso de poder más importante que se cometió durante la pandemia?
–La falta de respeto a los derechos fundamentales que reconoce la Constitución a los españoles. Esto se hizo mediante el estado de alarma que no es lo previsto para esa finalidad y con ello se llegó demasiado lejos. Se tendría que haber empleado otra figura: el estado de excepción, pero tiene unas restricciones de control parlamentario más potentes mientras que el Congreso cerró sus actividades y el sistema judicial también.
–¿Por qué se actuó tan mal?
–He procurado ser generoso con los casos de incompetencia. Pero destaco en el libro algunos que huelen a corrupción: comisiones excesivas pagadas siempre a empresarios catalanes, sobreprecios inexplicables... No hablo de corrupción como tal porque no tengo pruebas, pero huelen fatal. En la situación actual también las cosas se están haciendo mal. Sánchez ha abandonado el asunto epidémico mientras ahora va de salvador con eso de que quiere vacunarnos a todos, y si pudiera lo haría él personalmente.
–¿Se ha utilizado la pandemia para cambiar el régimen o perpetuarse en el poder?
–Es evidente. El no evaluar, dejar que las cosas discurran es una manera de capturar poder restringiendo los derechos de los ciudadanos y eso a algunos les está causando la ruina. Se captura poder. En el caso concreto del Gobierno lo que se está proponiendo como política no es más que un proceso estatalizador de la economía que se justifica en la idea falsa de que estamos ante una guerra. Pero la economía epidémica no se parece en nada a la economía de una guerra porque en la guerra hay destrucción de vidas y material. Pero aquí tenemos una destrucción de vidas limitada y ninguna destrucción material. La economía de guerra justifica la estatalización de la economía. Esta es su raíz ideológica que además incluyen en los PGE. Esto puede conducir a situaciones peores desde el punto de vista económico. También lo aprovecha el Gobierno para desarrollar ese proyecto ideológico que está reflejado en la «Ley Celaá», en los PGE y otras normas jurídicas aprobadas sin discusión pública. Se ha tragado por lo que sea para que el Gobierno tenga las manos libres para hacer lo que le dé la gana.
–¿Se emplea la pandemia como arma ideológica?
–Así es, se utiliza la pandemia como un arma ideológica porque ninguno somos expertos en este asunto. Algunos presumen de saber mucho, como Don Simón, pero no saben nada. Y el Gobierno se aprovecha del desconocimiento general para establecer un sistema proclive al autoritarismo.
–¿Le sorprendió la inclusión de Bildu como un actor principal?
–No me sorprende de este Gobierno nada. El planteamiento de los PGE es demencial. Está habiendo contrapartidas políticas a los terroristas o proto terroristas de Bildu y a los nacionalistas que no tienen nada que ver con la política económica. Pero, además, los propios presupuestos no tienen nada que ver con la naturaleza de la crisis que tenemos que enfrentar. En esas cuentas la inversión ha desaparecido, solo se habla de aumentar el gasto corriente de la administración y todo lo fían al dinero de Europa, pero me temo que cuando llegue acabarán derrochándolo de una manera apreciable.
–¿Por qué Bildu?
–Porque en el proyecto del Gobierno de Sánchez hay dos elementos; PSOE y Podemos. Los objetivos de Podemos son instituir un sistema totalitario y para eso usan las armas de ponerse de acuerdo con los que quieren lo mismo: ERC o Bildu, y están chantajeando a la parte socialista con que, si no sale adelante, no se aprueban las cuenta. Sánchez está tragando porque su único objetivo es sostenerse en el poder. Tiene vocación de autócrata.
–¿Qué papel ha jugado la mentira?
–Recojo múltiples situaciones en las que se ha mentido descaradamente. El Gobierno lo que les ha dicho a los españoles es que las decisiones que toma son porque se lo dicen unos expertos que se ha reconocido que no existían. Luego están los expertos tipo D. Simón, que de expertos no tiene nada; basta con ver sus intervenciones públicas. En lo único que es experto es en decir amén y doblar el espinazo delante del ministro de Sanidad y justificar cualquier cosa que le llegue desde el poder. También dijeron que se habían comprado millones de mascarillas y el primer contrato se firma 20 días después. Cosas así han ocurrido de manera continua. La mentira se ha convertido en una técnica del Gobierno.
–¿El Gobierno intentaba ayudar al ejecutivo madrileño o derrocarlo?
–El Gobierno ha tenido en la presidenta de la comunidad de Madrid un enemigo frontal al que ha intentado tumbar y no lo ha logrado. No sé si por su mayor eficacia o porque también hay otras circunstancias que han favorecido a la reducción paulatina de los casos. Entre ellos creo que en algunas zonas de Madrid se ha llegado a la inmunidad de rebaño.
–¿Por qué llegamos tan tarde?
–Mientras en China avanzaba la epidemia, decían que no iba a llegar a España y si llegaba sería menos que una gripe. También recojo estas declaraciones de los asesores del Gobierno que son unos incompetentes. Este es otro aspecto de la incompetencia. Ha habido un interés político en todo ello porque el primer proyecto importante del Gobierno nada más formarse era una ley que reconoce las tesis del «feminismo queer», un proyecto de ley que no se tramitó después, pero que iba a ser presentado el 8-M con motivo del día de la mujer. Esta lo consideraba fundamental Podemos y PSOE.