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Interior jubila al policía que perdió la visión tras los disturbios del «procés»

Un radical lanzó una piedra que le reventó el casco y le mantuvo diez días en la UCI

Iván Álvarez, UIP herido tras a sentencia del procés
Iván Álvarez, UIP herido tras a sentencia del procésLa RazónCecida

Solo tiene 42 años, era un policía de «raza», que llevaba la UIP grabada a fuego y el uniforme azul siempre por bandera. Pero lo ha tenido que dejar. No solo los «antidisturbios», sino el Cuerpo Nacional de Policía. Una piedra, maceta o lo que fuera aquello que le cayó una noche de servicio en Barcelona, le reventó el casco, le dejó varios días en la UCI y unas lesiones que no le terminaron nunca de curar. A Iván Álvarez, un agente de la UIP de Vigo, le quedó afectada la visión de un ojo, entre otros daños, hasta el punto de que le impiden hacer una vida normal y, por supuesto, prestar servicio. Tras pasar periódicamente por el tribunal médico de la Policía Nacional en el complejo de Canillas, donde han recibido todos los informes médicos de los neurólogos que le tratan en Galicia, han decidido otorgarle la jubilación definitiva por su incapacidad. Así, Iván, que ha estado trabajando en los eventos más importantes de este país los últimos 13 años en los que estuvo de «antidisturbio», se despide de la «familia» que para él ha sido la Policía, justo cuando iba a pedir cambio de unidad.

Sus compañeros de la UIP de Vigo le regalaron una placa el mes pasado, cuando supieron que se iba del Cuerpo
Sus compañeros de la UIP de Vigo le regalaron una placa el mes pasado, cuando supieron que se iba del CuerpoLa RazónLa Razón

Porque, según explicó en una entrevista exclusiva a este periódico en octubre, cuando se cumplía un año del suceso, después de regresar de Barcelona pensaba pedir el cambio en su comisaría para pasar a patrullar las calles y no tener la esclavitud de horarios y estar tantos días fuera de casa (algo intrínseco a la UIP) ahora que ya había formado una familia y tenía dos hijos. «Entré con 29 años y mi vida era diferente. Ahora estoy casado, tengo dos niños pequeños y quería unos horarios fijos para poder conciliar a nivel familiar porque en la UIP viajamos mucho», explica.

Pero no pudo ser. En octubre del año pasado, después de haber estado cubriendo las fiestas del Pilar de Zaragoza, mandaron a su unidad (la 8ª UIP de Galicia) a Barcelona: la sentencia del «procés» había provocado una respuesta en las calles y la cosa se estaba poniendo fea. Necesitaban refuerzos. Iván y sus compañeros (Raya 30) tuvieron que hacer frente a uno de los puntos más calientes de la noche: la plaza de Urquinaona. Aún recuerda las sensaciones al llegar allí: «Recuerdo el olor a quemado. Íbamos ya con el chaleco antitrauma puesto y el 100% del material antidisturbio». A pesar de ser alguien acostumbrado a este tipo de situaciones, dice que nunca vio tanta agresividad: «La gente iba embozada y lanzaban de todo: piedras, adoquines, artificios pirotécnicos...Recuerdo una lluvia de piedras incesante de gente situada a 15 o 20 metros, protegidos tras barricadas formadas por contenedores y maceteros». Después de que les mandaran desplazarse hacia la zona derecha, su mente reacciona con fundido a negro. No recuerda el momento en que le cayó algo que le reventó el casco antitrauma (fabricado con un material muy resistente llamado kevlar). Su siguiente imagen ya es despertar en la cama de un hospital.

Así quedó su casco de Iván Álvarez, UIP herido tras a sentencia del procés
Así quedó su casco de Iván Álvarez, UIP herido tras a sentencia del procésLa RazónCedida

Estaba en el Hospital de San Pau y ya habían pasado cinco días desde el accidente. Había estado en coma todo ese tiempo. No se podía mover ni hablar. Tenía una fractura de cráneo lineal no desplazada que le provocó un fracaso respiratorio por el que tuvieron que conectarle a ventilación mecánica durante una semana. Estuvo en la UCI hasta el 31 de octubre y después fue trasladado por un avión de las Fuerzas Armadas al Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo. Allí, tras otros cuatro días en UCI y otros cuatro en planta, fue recuperando el habla. Una semana después, recibió el alta aunque su periplo por los hospitales no acabó ahí ya que tuvo que ir a rehabilitación y a numerosas consultas con su neurocirujano y neurólogo. Iván evolucionó mucho pero llegó un momento en el que se estancó. Según explicó a LA RAZÓN, sigue teniendo secuelas, «como pérdida de sensibilidad en manos y en una pierna aunque la más importante es la que afecta a la visión». Según le explicó el neurólogo, se trata de una lesión de la corteza cerebral, en la zona occipital que le provoca trastornos visuales. «No veo bien y, según los médicos, no existe tratamiento médico ni quirúrgico para ese tipo de lesión. Es, según ellos, una lesión de evolución incierta». Al parecer, el ojo está perfecto pero la parte del cerebro que regula la visión esta afectada, lo que le provoca, por ejemplo, dificultad al ver objetos en movimiento. «Me cuesta diferenciar a una persona a cinco metros y me ha cambiado la vida: no puedo coger a mis hijos en brazos, no puedo jugar al fútbol, leer bien, montar en moto... Yo tenía una vida muy activa, en la UIP tienes que hacer mucho deporte, y ahora imagínate la diferencia». En los disturbios de aquellos días se contabilizaron en Barcelona 600 heridos pero ninguno de la gravedad del agente, a quien le costó la visión y la jubilación a los 42 años, con la pérdida económica que supone para cualquier policía y más con niños pequeños.

En la zona de los contenedores azules se encontraba Iván antes de ser agredido en la plaza Urquinaona de Barcelona
En la zona de los contenedores azules se encontraba Iván antes de ser agredido en la plaza Urquinaona de BarcelonaLa RazónCedida