Obituario
Alfonso Villagómez Rodil: adiós al juez poeta
El exmagistrado del Tribunal Supremo fue en su día el juez más joven de España y presidió la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional en los años más duros del terrorismo de ETA
El expresidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional Alfonso Villagómez Rodil (Rúa de Valdeorras, 1932) ha muerto esta madrugada en Ferrol (La Coruña) a los 88 años de edad. Villagómez, también exmagistrado de la Sala Civil del Tribunal Supremo, fue en su día el juez más joven de España, con 22 años, cuando se incorporó a la carrera judicial en 1955.
Autor también de novelas y de varios libros de poesía (El ruido de las nueces y La rama partida del tejo, entre otros), en el Alto Tribunal formó parte igualmente de la Sala del 61 que acordó la ilegalización de Batasuna en marzo de 2003. Fue el colofón a una prolífica carrera en la magistratura que concluiría solo unos meses después, en enero de 2004, con su jubilación a los 71 años.
Padre del también magistrado Alfonso Villagómez -actualmente en la Sala de lo Contencioso del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana y colaborador de LA RAZÓN- residía en Madrid, pero se encontraba desde hace un tiempo en el municipio coruñés de Ares, donde un ictus ha terminado por causarle la muerte.
En declaraciones a este periódico, su hijo destaca de él, además de su faceta como jurista, que era “un hombre fundamentalmente bueno, honrado y muy noble, además de un gran escritor”. Y recuerda que “se jugó el tipo” como presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional entre 1986 y 1991 “en unos años muy duros”, cuando el terrorismo de ETA golpeaba fuerte a la sociedad. Y al propio tribunal, pues la banda terrorista asesinó en Madrid en septiembre de 1989 a la fiscal Carmen Tagle, con la que Villagómez tenía una estrecha relación.
Eso fue mucho antes de que, recién estrenada la toga, trabajara en su Galicia natal en los juzgados de Primera Instancia e Instrucción de los municipios orensanos de Poboa de Trives y Verín, y en el lucense de Quiroga. De esos primeros años queda otro hito en la carrera judicial de Villagómez, quien daría forma al primer Mapa Judicial de Galicia. Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) y Lérida fueron sus siguientes destinos antes de presidir la Audiencia Provincial de Huelva, que abandonó en 1977 para regresar a su tierra, ya como juez decano de Santiago de Compostela, donde además tuvo tiempo para volcarse en la actividad docente como profesor de Derecho Procesal en la universidad de la capital gallega.
“Ética y honestidad”
Aunque fue el primer responsable del servicio de Inspección del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) en Galicia, Villagómez no fue designado vocal del órgano de gobierno de los jueces, aunque lo intentó a través de la asociación Jueces para la Democracia (JpD), a la que perteneció tras formar parte, durante el tardofranquismo, de Justicia Democrática, una asociación entonces ilegal de jueces y fiscales progresistas que pretendía traer nuevos aires a la judicatura.
En su carta de presentación ante sus compañeros de JpD para optar a un puesto de vocal, Villagómez se presentaba como un magistrado “vinculado de antiguo a los orígenes de nuestro movimiento asociativo” y fijaba como uno de sus objetivos “volver a recuperar la confianza de los ciudadanos” en la Administración de Justicia. Su aval, el que le acompañó durante toda su vida, fue el de “la ética y la honestidad” en la entrega a la función judicial.
En 1985 fue nombrado magistrado de la Audiencia Provincial de Madrid antes de que, un año después, el CGPJ le designara como presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, donde estaría cinco años antes de que, en 1989, alcanzara la cúspide de la carrera jurisdiccional al obtener una plaza como magistrado de la Sala Primera del Tribunal Supremo, donde tras 15 años pondría el broche a su labor como magistrado en activo tras casi medio siglo.
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