Recuperar el voto
Hacia la difícil unificación del centroderecha
El PP empieza a recuperar el voto del centroderecha ante la desintegración de Cs y el frenazo de Vox. El reto pasa por si el trasvase será un paso o una zancadilla a Moncloa
«Hoy, en Murcia, empieza la reunificación del centroderecha en torno al PP». Pablo Casado pronunció estas palabras tras la fallida moción de censura el presidente murciano, Fernando López Miras, presentada por PSOE y Cs y que no salió adelante por el voto contrario de los 16 diputados del PP, tres de los seis del partido naranja, uno de Vox y los otros tres expulsados de la formación de Santiago Abascal. Donde algunos críticos ven transfuguismo, el principal líder de la oposición ve una oportunidad para que los tres partidos que comparten espacio político unan sus fuerzas para intentar recuperar el espacio que, debido a la fragmentación, han perdido elección tras elección desde 2015. Ayer volvió a redundar en esa idea al proclamar que «el multipartidismo es lo peor que ha pasado en diez años».
Hasta hace seis años, el escenario político español se caracterizaba por contar con dos grandes partidos: el PP dominaba, prácticamente, el espacio que iba desde el centro a la derecha, y el PSOE, el del centro a la izquierda. El abanico de opciones políticas lo completaban Izquierda Unida y un pequeño grupo de partidos nacionalistas y regionales. La hegemonía de estos dos grandes partidos permitía constituir gobiernos estables, ya fuera mediante acuerdos puntuales con alguna de las fuerzas pequeñas, o por lograr mayorías absolutas. Era la época de las grandes mayorías de Felipe González y José María Aznar, cuando obtener 167 escaños se consideraba un mal resultado.
Sin embargo, todo saltó por los aires con la irrupción con fuerza de Ciudadanos, Podemos y posteriormente, Vox. La estabilidad del bipartidismo con la alternancia de los dos principales partidos se tradujo en la necesidad de pactos y coaliciones, que tal y como estamos viendo en comunidades como Murcia, Castilla y León, Madrid, o incluso a nivel nacional con la salida del vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, penden de un hilo.
Ante este escenario de estabilidad, desde la derecha apelan a unificar sus fuerzas porque son conscientes de que la ley electoral penaliza un sistema con tantas opciones. LA RAZÓN analiza con varios expertos los posibles escenarios, las diferencias entre cada partido y cómo han evolucionado a lo largo de estos años.
¿Qué es ser de derechas? Esta sería la primera pregunta a responder para entender por qué algunos votantes de los populares optaron por Ciudadanos en las elecciones de abril de 2019, cuando la formación que entonces presidía Albert Rivera rozó su sueño de superar al PP y se quedó a poco más de 210.000 votos del partido de Pablo Casado. Entre los votantes de centroderecha hay posturas, en términos ideológicos, que van desde el conservadurismo laico o secular, además de algunas corrientes del liberalismo y del democristianismo. El perfil del votante no ha evolucionado desde los años de la Transición, sin embargo, lo que sí ha variado es la oferta. «Con Fraga, el centroderecha, –que va desde el centro (propiamente dicho) a la derecha– sí que estaba fragmentado. Lo que hace Aznar, sobre todo, es concentrarlo muy bien hasta la implosión del sistema en 2015», describe Carlos Rico, politólogo y profesor de la Universidad Pontificia Comillas. En su opinión, va ser muy difícil que el PP vuelva a recuperar las mayorías de 1996 y 2000 con otros dos partidos de derecha compitiendo en la misma dirección. Entre los principales motivos está el sistema de circunscripciones que impera en España. El modelo tiende a sobrerrepresentar a las provincias con menos representación y solo en las grandes circunscripciones, es decir, en las que hay en juego más de 9 escaños, la proporcionalidad está garantizada. El sistema penaliza el exceso de oferta en el mismo segmento ideológico. Así, puede ocurrir que Vox obtenga entre un 6% y un 10% en las circunscripciones pequeñas y medianas, y aun así se quede sin escaño, pero es que además restaría representación al PP o a Cs. «Creo que es sano desde el punto de vista democrático que exista esta oferta porque realmente no es lo mismo ser conservardor duro donde cuestiones como las religiosas o la eutanasia son claves a la hora de depositar el voto que defender, por ejemplo, aspectos económicos liberales. Es bueno desde el punto de vista teórico, pero malo negativo desde el punto de vista práctico», defiende el profesor Rico.
En la misma línea, Juan Carlos Jiménez, experto en historia del pensamiento y de los movimientos sociales y político de la Universidad CEU San Pablo, insiste en que «en el Parlamento nacional con tres formaciones de derecha nunca llegarán a gobernar. No olvidemos que Pedro Sánchez gobierna con el peor resultado, 120 escaños Este dato hace unos años suponía una crisis pero a día de hoy gobierna porque lo hace con extrema izquierda y con todos los grupos de nacionalistas y regionalistas», En su opinión, la derecha no tiene más opciones. En ningún escenario se plantea la posibilidad de que PP, Cs y Vox puedan pactar con partidos como Bildu o ERC, a día de hoy los socios preferentes de Sánchez. El reparto de voto es tan diferente en las circunscripciones que presentarse las tres formaciones supone no alcanzar nunca la mayoría absoluta».
Ambos expertos coinciden en señalar que las formaciones de derecha son conscientes de la penalización del sistema, y de ahí la firme apuesta de los populares por intentar reunificar este espectro político. En este sentido, entre los cinco grandes partidos nacionales, los populares se caracterizan por el elevado porcentaje de voto fiel; sin embargo, el crecimiento de los de Pablo Casado solo es posible reunificando en él todo el voto de las derechas.
Según la última encuesta de NC Report para LA RAZÓN, el PP es el destinatario del 54,1% del voto de centroderecha, seguido por Vox con el 37,3%, y Cs, con el 8,6% En en el mes de abril de 2019, el PP solo controlaba el 39,6% del voto de derecha. Ahora bien, el problema al que se enfrentan los populares versa sobre cómo poder gobernar si desaparecen Vox y Cs, tal y como reflejaba esta semana la última encuesta del CIS. Si ellos no tienen la suficiente representación no podrían pactar y estarían solos y sin músculo suficiente para recuperar los gobiernos.
Perfil votante
Para Juan Carlos Jiménez hay una diferencia bastante sustantiva entre los votantes del centroderecha español. En su opinión, los de Casado «han envejecido mucho y el PP ya no tiene penetración en el electorado joven». Además es un votante de pocos estudios y que gana poco dinero, «en contra de lo que pueda parecer que se asocia a grandes fortunas con votar al PP», precisa. Por otro lado, Ciudadanos, aglutina a un votante con un perfil parecido, menos religioso, y con una formación y renta más alta. Por su parte, los votantes de Vox «son muy parecidos a los de PP pero más jóvenes y masculinos», describe el experto, que subraya que a los populares les votan de forma indistinta hombres y mujeres. Sin embargo, «Vox es un partido que votan preferentemente los hombres, y, quizás esa sea la principal diferencia».
Liderazgos líquidos
Tras el fracaso en Cataluña y las posteriores deserciones en la formación naranja, los expertos sostienen que la formación va camino de desaparecer y convertirse en la nueva UPyD. «Le puede pasar lo mismo que a la formación de Rosa Díez o a la CDS. Tiene malas perspectivas en España y además si todas las noticias que salen a la luz son malas y solo se habla de deserciones, el efecto que genera en la opinión pública es que hay que abandonar este partido porque no tiene futuro», explica el politólogo de la Universidad Pontificia Comillas Carlos Ricos. En su opinión, lo que está meridianamente claro es que al votante de la formación que lidera Inés Arrimadas, a día de hoy, «no quiere a Sánchez» porque no bendice sus pactos con independentistas y batasunos, por lo que la gran mayoría se irá al Partido Popular o a la abstención. En este sentido, el experto en historia Juan Carlos Rico, se detiene en el liderazgo de los actuales dirigentes políticos, que califica que «líquido», en referencia a la expresión acuñada por el sociólogo Bauman Zygmunt. «Los liderazgos actuales son extremadamente líquidos y un reflejo de la sociedad. Son liderazgos infantilizados porque la sociedad está claramente infantilizada; en el fondo, vemos líderes que no nos gustaría que estuvieran, pero, representan muy bien las sociedades occidentales que están en una situación de crisis existencial técnica». El experto pone como ejemplo a Pablo Iglesias. Llegó hace diez años con la intención de «asaltar los cielos» y parecía imparable, sin embargo, a día de hoy, se cuestiona su liderazgo.
Frente a formaciones como Vox o Ciudadanos, con pocos años de vida, está el PP con 40 años de tradición y el PSOE con 130. «Los partidos tradicionales se hunden porque compiten en el marco de una democracia emocional», concluye.
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