Podemos

Silencio clamoroso de Moncloa

Los hechos ocurridos en las últimas horas retratan bien en qué quiere convertir Pablo Iglesias la autonomía que alberga Madrid

En pocas ocasiones el final de una contienda electoral ha sido tan revelador de lo que está en juego este 4-M. No porque la propia campaña no haya sido clarificadora, pues ha quedado de manifiesto la inquietante deriva que la izquierda pretende imprimir a la Comunidad de Madrid, motor político y económico de España y su principal escaparate en Europa. Sino porque los hechos ocurridos en las últimas horas retratan bien en qué quiere convertir Pablo Iglesias, más corrosivo que nunca, la autonomía que alberga la capital.

Poder a cualquier precio. Solo así se explica el silencio clamoroso de Pedro Sánchez ante la gravísima actuación de los escoltas del líder morado, convertidos en copia de esos escuadrones chavistas que en Venezuela agreden impunemente a quienes se oponen a la dictadura. Mal camino.

Igualmente reprochable es que Fernando Grande-Marlaska, todo un ministro de Interior y además ex juez, haya escondido a la opinión pública dos semanas la detención de los “gorilas” de Podemos tras ser identificados por agredir no solo al discrepante político (los simpatizantes de Vox en su acto de Vallecas), sino incluso a la Policía que vela por la seguridad de todos.

Muy clarificadores han sido también el plantón de Iglesias a la recepción institucional de la Puerta del Sol ayer mismo y la impostada reacción de PSOE y Más Madrid contra la evocación que Isabel Díaz Ayuso ha hecho de aquellos “héroes del 2 de mayo” adalides del “España, Madrid y Libertad” que abandera la candidata popular.

Y como remate, este domingo hemos conocido las verdaderas intenciones de Sánchez si logra hacerse con Madrid: un rejonazo fiscal que va a dejar temblando a los matrimonios y las clases medias. Por algo, Ángel Gabilondo, al que La Moncloa ha convertido en un guiñol (qué pena, qué pena), se ha dedicado toda la campaña a lanzar cortinas de humo.

Radicalizar la carrera electoral fue una decisión estratégica de Pablo Iglesias. Él fue quien provocó los choques violentos contra aquellos a quienes tildó de “fascistas”. De eso quedan ahora ya pocas dudas. Si dejó la vicepresidencia del Gobierno para ser candidato en Madrid fue con la intención de “romper” la campaña y mantener su cómodo y lucrativo modus vivendi. Sólo alguien con una visión de la política enfermiza y carente de escrúpulos es capaz de comportarse como lo ha hecho Iglesias. Merece la inhabilitación por medio de los votos.

PSOE y Podemos han entrado en un deriva que lleva a un riesgo democrático difícil de asumir en un país como España, después de una Transición modélica que nos situó entre los países más avanzados en derechos y libertades ciudadanas. Así que, llegada la jornada de reflexión, no solo los madrileños, sino buena parte de los españoles contienen el aliento ante el desenlace de una cita decisiva. Porque no se puede seguir por este camino. El PSOE haría bien en reflexionar serenamente al respecto, si es que queda gente razonable en el cuadro de mandos de una formación que ha sido tan importante para construir nuestra democracia.

Muchos de sus militantes están alarmados ante el guerracivilismo incendiario que cabalga cínicamente Iglesias con el silencio cómplice de Sánchez. Y, a buen seguro, más de un votante tradicionalmente socialista va buscar refugio en el proyecto de Isabel Díaz Ayuso. Un paraguas, el de España y libertad, en el que caben personas de toda condición, más allá de sus siglas. Visto el “peligroso” incidente de los escoltas de Pablo Iglesias, la advertencia de Ayuso no era tan descabellada como clamó el “bloque de izquierda”: Caracas nunca ha estado tan cerca de Madrid.