Partido Popular
El PP negociará con Bolaños el CGPJ, pero ve muy difícil pactar
Génova considera que la nueva ministra de Justicia «no tiene peso como interlocutora porque no la conoce ni la carrera judicial»
La amplia remodelación del Gobierno abre, en teoría, espacio para que vuelva a hacerse un nuevo intento en la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y demás vacantes institucionales pendientes del acuerdo entre el PSOE y el PP. Pero estas expectativas tienen la misma probabilidad de acabar en éxito que con el anterior Ejecutivo, es decir, son muy pocas, por no decir «prácticamente nulas», según la parte popular.
El principal partido de la oposición da por hecho que en esta etapa la negociación la pilotará ahora el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, y no la nueva ministra de Justicia, Pilar Llop, de la que dicen que «no tiene peso como interlocutora porque ni siquiera la conocen en la carrera judicial».
La dirección popular se sentará a hablar con Bolaños, si llega el caso, y con quien ya han firmado acuerdos como el de la renovación del Consejo de Administración de RTVE, por ejemplo. Justo ahora lo recuerdan para destacar que «si hay compromisos, los pactos son posibles».
Pero el PP no modifica ni una coma de sus requisitos, que, con Pablo Iglesias ya fuera del Gobierno, ahora se resumen, ante todo, en el compromiso de que se modifiquen las reglas actuales para que la próxima renovación del Poder Judicial se haga de acuerdo «con el modelo constitucional» –dicen–, es decir «que los jueces elijan a los jueces» en el caso de su órgano de gobierno.
La renovación, que está por resolverse desde diciembre de 2018, tendría que hacerse de acuerdo con las reglas vigentes, si bien en Génova insisten en que debe haber ese compromiso de reforma legislativa, bien por la vía de presentar una propuesta conjuntamente o bien porque el PSOE dé sus votos a la iniciativa del PP.
Los socialistas ya tuvieron oportunidad de hacerlo, y, sin embargo, la propuesta popular decayó en la Cámara por no tener los apoyos necesarios.
En esta negociación, la primera causa de fuerza mayor que impidió el acuerdo fue la exigencia del PP de que Unidas Podemos se quedara fuera del reparto. Ahora, el acento está más puesto en la independencia del Poder Judicial, que es el lema de todos los partidos cuando están en la oposición, pero del que se olvidan cuando llegan al Gobierno.
Las dos partes se culpa recíprocamente, y el PP se ha sentado y se ha levantado de la mesa en distintas ocasiones, incluso con el acuerdo prácticamente cerrado, como ocurrió el pasado verano. Los indultos a los líderes del «procés» no ayudan a rebajar tensiones, y, al final, es evidente que sin voluntad por las dos partes sí se cumplirá la previsión de que acabe la Legislatura sin acuerdo, a pesar del malestar que han manifestado en el seno del Poder Judicial.
El bloqueo del CGPJ amenaza con enquistarse, y tampoco parece que el golpe de timón de Pedro Sánchez en su Consejo de Ministros vaya a servir para recuperar puentes en otras materias entre el Gobierno y el principal partido de la oposición.
Todas las vías de contacto están rotas, y ni Sánchez está por la labor de intentar recomponerlas, a pesar de que Unidas Podemos haya perdido capacidad de hostigamiento tras la salida de Iglesias, ni tampoco lo desea el PP. En términos de acuerdo de Estado sí puede decirse que la Legislatura está terminada, y que sólo cabe esperar a esa convocatoria de elecciones que Pablo Casado ha convertido ya en uno de sus mantras políticos.
La dirección popular ha recibido con duros descalificativos al nuevo Gobierno. Ayer insistió de nuevo en sus críticas el presidente nacional, durante su participación en unos cursos de verano. «En lo que ha acertado Sánchez es en lo que dijo de un Gobierno verde y digital porque es un Gobierno de ministros que están muy verdes y todos a dedo, que es lo único que sabe hacer Sánchez. El que diga que no, o sale de la foto o lo purgo», argumentó Casado. También volvió a pedir a Sánchez que se marche a su casa porque es «el mayor lastre y su barco hace aguas».
Los ataques de la oposición no salvan ni a la nueva vicepresidenta primera, Nadia Calviño, en la que Moncloa confía como garante de la paz con Bruselas.
Casado dijo ayer que Calviño terminará como Solbes (vicepresidente y ministro de Economía de José Luis Rodríguez Zapatero, «abandonando el barco cuando ya tiene demasiada agua».
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