Presión

«Vox tensa porque quiere ocupar el lugar de Ciudadanos»

La ruptura de Abascal afianza la voluntad del PP de agotar la legislatura en Andalucía

El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, intervino en un acto ayer en Barcelona
El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, intervino en un acto ayer en BarcelonaQuique GarciaAgencia EFE

Vox inicia el nuevo curso político metiendo también presión sobre el PP, su principal adversario político. Andalucía es el punto donde creen que pueden tener más capacidad de apretar a los populares. Pero la presión sobre el Gobierno de Juan Manuel Moreno tiene de momento el efecto contrario al deseado por el partido de Santiago Abascal. El PP interpreta que tras estas «maniobras» está el ansia de Vox por precipitar el cambio de socios en el Gobierno andaluz. «Están montando lío y haciendo ruido solo porque lo que quieren es ocupar el sitio de Ciudadanos en el reparto del Gobierno. Aquí no hay principios ni coherencia, sino solo ansias de partido por pillar un trozo del pastel», sentencian en medios populares.

El presidente andaluz mantiene como referencia la fecha de noviembre del 22, que es cuando cumple su mandato. Ya ha dicho reiteradamente, y en contra incluso del criterio de algunos sectores de Génova, que su voluntad es agotar la legislatura y cumplir con su programa electoral. Estos planes dependen de la gobernabilidad, principalmente. Hasta ahora la coalición de PP y Cs ha aprobado presupuestos en Andalucía y sus leyes más importantes. Falta por ver las consecuencias reales de la nueva ruptura anunciada ahora por Vox, que es la continuidad de aquel amago inicial de ruptura total de relaciones a costa de la postura del PP en Ceuta. El PP, que preside la ciudad autónoma, se abstuvo ante la declaración de «persona non grata» contra Santiago Abascal por su gestión de la crisis migratoria alentada por Rabat.

Tras el «golpe», Vox matizó su amenaza, que ahora recupera para el inicio del nuevo curso político pero circunscribiéndola al ámbito andaluz. La respuesta del partido que preside Moreno es ratificarse en su decisión de aguantar y ser «leales» con su compromiso con los andaluces. Vox quiere elecciones porque cree que ahora pueden ganar más que si esperan a que se cumpla el plazo de los cuatro años. Quieren rentabilizar el malestar con las restricciones por el Covid y sus consecuencias económicas. Si da tiempo a la recuperación, ese marco beneficia más al Gobierno de la Junta que a ellos. Y ahí explican en el PP andaluz que vuelvan a agitar la bandera de su campaña contra los menas o la inmigración, por ejemplo.

Vox no ha dicho hasta ahora que haya modificado su posición de mantenerse fuera de los gobiernos del PP. En su estrategia de rentabilizar la oposición ha optado siempre por quedarse fuera, y condicionar esos gobiernos sin ocupar cuotas de poder. Los resultados demoscópicos ya se están viendo, y Madrid es el espejo sobre el que el partido de Abascal ha hecho análisis y revisión de sus posiciones. Su apoyo exterior solo ha servido para beneficiar a Isabel Díaz Ayuso, y los resultados de estas últimas autonómicas son las que llevan a la «fontanería» del PP a asumir que en futuras elecciones Vox les exigirá entrar en el reparto de cuotas de poder y sustituir a Ciudadanos en los acuerdos de coalición.

Para los próximos meses solo cabe, según las previsiones que manejan las dos partes, una radicalización de la tensión dentro del bloque de la derecha. Las encuestas coinciden en confirmar la defunción de Ciudadanos, pero Vox está en condiciones de resistir el reajuste en el granero de la derecha y el reagrupamiento de buena parte del voto naranja alrededor de las siglas populares. En cualquier caso, las próximas elecciones autonómicas y municipales, y las andaluzas del año que viene, determinarán la fortaleza con la que PP y Vox libran su pulso con vistas a las generales y a la posibilidad de que estén obligados a entenderse para aspirar a llegar a La Moncloa. En ese campo territorial el PP sale con ventaja. Tiene ya más poder y estructuras orgánicas mucho más fuertes. Pero Vox también tiene a su favor la fidelidad de un votante, hastiado con el Gobierno de coalición, y enfadado con las renuncias ideológicas de los anteriores gobiernos del PP. La crisis económica y social favorece la polarización y a los extremos, y también la crisis catalana. Si Pedro Sánchez rebaja el tema catalán, Vox pierde fuelle a nivel nacional. Mientras que, al contrario, cuando el independentismo marca la agenda, Vox gana más que el PP, como ya se vio en las últimas elecciones autonómicas catalanas. A nivel nacional, el Congreso seguirá siendo un campo de batalla entre los dos partidos. Y no hay margen para la acción conjunta, como se ha visto desde la moción de censura del año pasado.