Terrorismo
Décimo aniversario de una derrota convertida en victoria
No se ha organizado ningún acto de homenaje a las FSE, que lograron vencer operativamente a ETA, ni para exigir a la banda que aclare la autoría de 300 crímenes
EL décimo aniversario, el próximo miércoles, de un movimiento táctico de ETA, al anunciar, con condiciones, el fin de su “actividad armada”, que no política, fue un acto obligado por las circunstancias adversas por las que atravesaba la banda criminal como consecuencia de la efectividad de las Fuerzas de Seguridad, en especial en aquellos momentos de la Guardia Civil.
En este décimo aniversario se va a hablar mucho del “gesto” de los pistoleros, del logro alcanzado por los gobernantes socialistas del momento, pero no lo suficiente del trabajo incansable de nuestra Policía y Guardia Civil para acabar con la peor organización delictiva que ha conocido España. Los agentes cumplieron con su obligación --enhorabuena-- ¿y el resto?.
A la victoria policial tenía que seguir la victoria política para que una derrota no se convirtiera, con el paso del tiempo, poco menos que en una victoria, como ha ocurrido.
ETA no mataba por matar, sino que tenía unos objetivos, entre ellos lograr la independencia del País Vasco (con la anexión de Navarra y territorios del sur de Francia) y la liberación de sus presos. Los que hoy, desde la legalidad, defienden aquellos objetivos parecen lejos de lograr el primero (de momento, al menos), pero están a punto de conseguir el segundo, con lo que ello supone de ofensa para las víctimas del terrorismo.
Han logrado convertirse árbitros de la realidad política a nivel nacional (con el apoyo condicionado al Gobierno socialista de Pedro Sánchez) y en la Comunidad Foral de Navarra. Exigen, se les da, pero se les pide muy poco, por no decir nada. Ahí están los centenares de crímenes de ETA cuya autoría se desconoce y no se tienen noticias que desde EhBilbu, en sus frecuentes visitas a las cárceles, recomienden a los pistoleros que colaboren con la Justicia.
Si analizamos el comunicado que hizo público ETA aquel 20 de noviembre de 2011, se puede observar que no mintieron ni ofrecieron algo que nunca iban a dar. “Estamos ante una oportunidad histórica para dar una solución justa y democrática al secular conflicto político. Frente a la violencia y la represión, el diálogo y el acuerdo deben caracterizar el nuevo ciclo”. Pues eso, el terrorismo, el tiro en la nuca, el coche bomba, convertidos en “conflicto político” y ¡a negociar¡. Lo pedían los que se sabían derrotados por las FSE; era una oportunidad de oro para acotar el separatismo y reforzar la unidad de España, pero se optó por otras vías.
En el mismo comunicado, para mayor escarnio de las víctimas, se jactaban de que “la lucha de largos años ha creado esta oportunidad. No ha sido un camino fácil. La crudeza de la lucha se ha llevado a muchas compañeras y compañeros para siempre. Otros están sufriendo la cárcel o el exilio. Para ellos y ellas nuestro reconocimiento y más sentido homenaje”. ¿Y las víctimas causadas en esa singular “lucha”, que no era otra cosa que la comisión sucesiva de hechos delictivos?
Han pasado diez años y una encuesta realizada en 2020 demostraba ya el desconocimiento que tiene parte de la población española (menores de 34 años) sobre lo que realmente fue ETA. Una prueba más de que la estrategia político y mediática que ha seguido la banda y su entorno han triunfado.
En este contexto, ¿cómo van a saber muchos españoles quién era Miguel Ángel Blanco o José Antonio Ortega Lara? A diferencia de otros países, parte de nuestra historia, que tantos muertos ha costado, no se enseña en los colegios. Los libros de texto, dan una gran importancia al golpe de estado de 1936 y la subsiguiente Guerra Civil, lo que es lógico, pero se olvidan de cuatro décadas largas de terrorismo con sus terribles consecuencias.
Ahora, con lo del décimo aniversario, se multiplican los artículos y algunos actos. ¿En algunos de ellos se va a rendir homenaje a la victoria operativa de las FSE sobre ETA? ¿En alguno de ellos se va a realizar un gesto real hacia las víctimas al aportar los datos necesarios para esclarecer esos crímenes sin autor conocido? Dos preguntas que espèran respuesta.
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