Congreso del PSOE
Sánchez abraza la socialdemocracia para ganar el centro
El presidente entierra el “Somos la izquierda” y se mimetiza con los proyectos de González y Zapatero para ensanchar su espacio
Nada queda ya del “Somos la izquierda” que Pedro Sánchez ideó para apelar a la autorreivindicación identitaria en el 39º Congreso de 2017. Cuatro años después y dilucidada la pugna por el espacio ideológico con Unidas Podemos, el PSOE sigue consultando la brújula, pero buscando ahora el centro para ampliar su base electoral. “Avanzamos” ha sido el lema del 40º Congreso y esa expansión debe ser a su derecha. La cita se desarrolló en un clima de unidad y paz interna, debido al control férreo que ejerce el secretario general sobre el partido, pero con un horizonte plagado de incertidumbres.
Por un flanco, todas las encuestas sitúan en cabeza al PP y con una mayoría con Vox que permitiría arrebatar la Moncloa a los socialistas. Por otro, Yolanda Díaz pide paso y ya trabaja en un “frente amplio” que aglutine todas las sensibilidades a la izquierda del PSOE. En este contexto, Sánchez sabe que si quiere mantener el poder debe cultivar la centralidad y crecer por su derecha, mientras la vicepresidenta segunda fragua -con sus dificultades- un proyecto que les permita tejer de nuevo una mayoría suficiente para retener el Gobierno.
En su intervención ante las huestes socialistas, Sánchez esquivó el discurso interno y exhibió un informe de gestión al frente del Gobierno, en lugar de al frente del partido. En Moncloa consideran que, los posicionamientos y los últimos discursos de Pablo Casado más escorados a la derecha, abren una ventana de oportunidad y dejan vacante el espacio de la centralidad. Decidido a ocuparlo, el presidente no ahorró en alusiones (lo menos una docena de veces) a la socialdemocracia, que reivindicó como un valor en alza frente a aquellos que la daban por muerta.
La llegada de Olaf Scholz al poder en Alemania, la gestión de la pandemia sanitaria o la incipiente recuperación a lomos de los fondos europeos generan un clima de opinión que en el Ejecutivo consideran propicio para sus intereses. Por ello, se afanan en reivindicar su abordaje de la salida de la crisis, en busca de una “recuperación justa”, como antítesis a las recetas de la austeridad que aplicó el PP en 2008. Sánchez es consciente de que saber dar una respuesta a la coyuntura económica adversa y ser percibido por la sociedad como un buen gestor ante esta tesitura complicada es la gran asignatura pendiente de la izquierda.
Para ello, Sánchez evitó cualquier escoramiento a la izquierda y abrazó la socialdemocracia, “somos demócratas y somos reformistas”, frente a aquellos que la habían dado por muerta en el pasado, asegurando su vocación de permanencia: “Seguiremos aquí con los mismos valores e ideales, cuando ellos hayan mudado de nombre siete veces”. El presidente empujó al PP hacia Vox, alertado contra los que “quieren el poder sin democracia”. Un serio “riesgo”, orientado en corrientes “que están calando incluso en la derecha tradicional”. “La socialdemocracia que dieron por liquidada algunos goza de una salud de hierro. Todos los avances sociales y democráticos llevan la rúbrica del PSOE, por eso es un partido imprescindible para España”, puntualizó.
El líder socialista dibujó al partido de Pablo Casado como una derecha “desconcertada y acomplejada” que ha convertido su oposición al Gobierno en “una oposición al sistema”. “No dirigen la crítica al Gobierno, sino que critican la legitimidad del Gobierno y cuestionan la existencia del Gobierno mismo”, criticó, para asegurar que “la democracia solo les vale si ellos gobiernan”. Sánchez cree que la “ultraderecha” arrastra al PP al “cuestionamiento profundo del pacto democrático y lo hacen en nombre de la Constitución”.
Mirándose en el espejo de González y Zapatero
Más allá de marcar arrinconar al PP con Vox y para “centrar” su discurso, Sánchez se mimetizó con los ex presidentes socialistas, hizo suyo su legado y defendió una línea continuista con el proyecto de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero. El presidente defendió la gestión de su Ejecutivo durante estos años en el poder, pero especialmente su “respuesta justa” a la crisis del coronavirus. Recordó la subida del Salario Mínimo, a pesar de las resistencias que generó en su día; la puesta en marcha de los Ertes o del Ingreso Mínimo Vital (IMV) y ha defendió apuestas de futuro tradicionales como la derogación de la reforma laboral y de la ley mordaza e innovaciones que salen del 40º Congreso, como abolir la prostitución, persiguiendo a proxenetas y clientes.
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