Renovación

Sánchez diseña una dirección de perfil bajo que no le haga sombra

El presidente diluye el poder y evita concentrar competencias. Da entrada en Ferraz a su hombre fuerte en Moncloa y consigue la foto de «unidad» con los ex presidentes que se le resistía hasta ahora

El ex presidente del Gobierno, Felipe González; el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; el ex presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero y el ex vicepresidente de la Comisión Europea Joaquín Almunia, durante el 40º Congreso del PSOE
El ex presidente del Gobierno, Felipe González; el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; el ex presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero y el ex vicepresidente de la Comisión Europea Joaquín Almunia, durante el 40º Congreso del PSOERober SolsonaEuropa Press

El 40º Congreso del PSOE ha sido una pieza más del engranaje que Pedro Sánchez ha puesto en marcha para afrontar lo que queda de legislatura y los futuros procesos electorales. Para hacerlo, además, en condiciones de revalidar la Moncloa. Una imagen de unidad y uniformidad, que traslade fortaleza después de años de división interna y frente a los desafíos que se ciernen sobre Pedro Sánchez a derecha –con un PP que lidera las encuestas– y a izquierda –con el liderazgo pujante de Yolanda Díaz, que pide paso–.

En este clima, el secretario general del PSOE ha impuesto en el partido el mismo modelo que ya aplicó en el Gobierno en la remodelación que acometió en el mes de julio. Bajo la coartada del municipalismo, la juventud y la presencia reforzada de mujeres se esconde la intención de buscar un perfil bajo de sus integrantes, que otorgue todo el protagonismo al líder. Pero que, al mismo tiempo, le deja desprotegido ante eventuales agresiones externas. En este frente, Sánchez –a imagen y semejanza de Moncloa– da entrada a Bolaños en la dirección para que su hombre fuerte en el Gobierno tenga también espacio en la cabeza del partido, encomendado a la reforma de la Constitución.

En el diseño de la nueva dirección se diluye el poder. No hay concentración de competencias. De hecho, el nombramiento de Felipe Sicilia como portavoz del partido –la cara visible, que marcará el discurso del partido tras la Ejecutiva de los lunes– no ha sido esclarecedor en lo que respecta al andaluz, sino porque abunda en el vaciamiento de influencia de Adriana Lastra. La que fuera la voz del PSOE en el Congreso de los Diputados se mantiene al frente de la Vicesecretaría General, a la que llegó en 2017, pero sin ver ampliadas sus facultades. De hecho ha perdido peso paulatinamente, aunque desde la dirección se argumente ahora que se «volcará» en el partido para prepararlo de cara a las citas electorales. Podría parecer que hasta ahora lo había desatendido en este sentido.

Unas citas electorales ante las que el PSOE quiere trasladar una imagen de unidad interna y de aval de los principales valores del socialismo. Pasado, presente y futuro. Sánchez apareció flanqueado por los ex presidentes y ex secretarios generales del partido. Sobre el escenario, Felipe González, Joaquín Almunia y José Luis Rodríguez Zapatero. De fondo, una imagen en blanco y negro del desaparecido Alfredo Pérez Rubalcaba. El ambiente era de distensión y júbilo. Casi con un tono mitinero. Tanto, que tras la encendida intervención de Rodríguez Zapatero, González conminó a los presentes a «bajar los decibelios», aunque en su mensaje iba implícito algún toque de atención que se escuchó alto y claro. Fuentes gubernamentales aseguraban ayer que, el hecho de que González asistiera a este 40º Congreso, era significativo en sí mismo de la reconciliación que se estaba fraguando. Por tanto, no esperaban sobresaltos en su intervención. No vieron colmadas completamente sus expectativas.

El ex presidente hizo un ejercicio de autorreivindicación, al menos, en lo que respecta a su libertad para expresar la crítica, también contra el Gobierno. González se unió hace meses a la moda de los «podcast» (archivos de audio) para expresar sus opiniones políticas. Unas opiniones que se han interpretado en varias líneas, algunas críticas con Sánchez. El ex presidente incidió en que, en su defensa del «socialismo democrático», entiende como un «fundamento básico» la libertad de expresión. «Me siento libre porque digo lo que pienso. No digo todo lo que pienso, pero sí pienso todo lo que digo», señaló, en un ejercicio –a su juicio– de «responsabilidad». «Eso no garantiza que no me equivoque», apostilló.

En este punto, González pidió a Sánchez que «estimule la libertad de expresarse críticamente» porque «así se construye un gran partido que representa a la sociedad, porque queremos una sociedad que tenga una opinión libre y fundamentada». No obstante, el ex presidente dejó claro que él «no interfiere», pero sí mostró su disposición para que el presidente cuente con él o su criterio. «Estoy disponible», dijo, para apuntar inmediatamente que «ni siquiera pretendo que se tenga en cuenta lo que opino y opino de buena fe». Solo «si me preguntan»; «si no me preguntan, nada», gesticuló, levantando las manos. González mostró su «lealtad», pero recordando que esa lealtad es «con proyecto el político», un proyecto que «encabecé durante 23 años y 13 y medio como presidente del Gobierno y que ahora encabezas tú, Pedro Sánchez», zanjó.

Abolir la prostitución

Entre los acuerdos que salieron del 40º Congreso está el compromiso de abolir la prostitución, impulsando una ley integral y un marco normativo para otras administraciones. En el fondo, todo queda en una intención y pelearán por materializarlo, ya que para ello necesitan, sin ir más lejos, el acuerdo con sus socios de coalición de Unidas Podemos. A este compromiso hizo referencia el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero durante su alocución ante las huestes socialistas. «Confío en que este sea el Congreso que abra la puerta a la abolición y al final definitiva de esa esclavitud», señaló.

El ex presidente defendió que «el PSOE tiene una historia de servicio a España y a la dignidad de España, la mejor historia de todas las fuerzas políticas contemporáneas». Y en esta vocación de servicio al país se encuadra también la voluntad por llegar a grandes pactos de Estado. Zapatero se refirió directamente al ministro de Presidencia, al que se refirió en varias ocasiones como «Súper Bolaños», en plena negociación para la renovación de los órganos constitucionales pendientes. Una negociación que también preocupa a González.

«Ni a España ni al PP le va bien derechizando a la derecha», apuntó Zapatero, que pidió a Sánchez que «hagamos lo posible para que esos grandes acuerdos se mantengan, es bueno para España». «Siempre lo hemos ofrecido cuando estábamos en el Gobierno», señaló, recordando que, «en los grandes temas», como en la lucha contra el terrorismo de la que se cumplen ahora diez años, se necesitaba ese sentido de Estado. Un momento en el que tuvo un emotivo recuerdo para Pérez Rubalcaba que puso al plenario en pie y se saldó con una larga ovación.