Iñaki Zaragüeta

El dilema de Ximo Puig

El adelanto de las elecciones en la Comunidad Valencianas para primavera debe entrar en el imaginario del presidente de la Generalitat, Ximo Puig, si se tiene en cuenta el resultado que desvelaba ayer la encuesta publicada por LA RAZÓN, coincidente con los augurios de otras, en la que la actual coalición de izquierdas –PSPV, Compromís y Podemos– podría perder el Gobierno en favor del centro derecha, formado por PP, Vox y Cs.

En este escenario, Puig se encuentra en la tesitura de mantenerse hasta abril de 2023, fecha en la que se cumplen los cuatro años, y dejar a su partido en condiciones más negativas, dada su dinámica descendente, que si adelanta los comicios para hacerlos coincidir con los andaluces que, al parecer, se convocarán en torno a marzo.

Hay otra circunstancia más que indican esta vía. Es más que probable, además, que Puig se vea presionado por Pedro Sánchez para ese adelanto. Según mi amigo

Rogelio, el presidente del Gobierno no querrá digerir en solitario la derrota en Andalucía, más aún después de haber designado él al candidato. Si las circunstancias ofrecieran una victoria en la Comunidad Valenciana, el inquilino de La Moncloa podría enseñar las cartas de un triunfo y una derrota. O en caso de caer en las dos regiones, el duelo y la culpabilidad los repartiría con Ximo Puig.

Evidentemente, el presidente valenciano no opondrá resistencia alguna en el caso de que Sánchez le indique adoptar tal decisión. Tampoco le importará demasiado, ya que podrá presentar personal y políticamente un currículum sobresaliente tras haber sido presidente de la Generalitat durante siete años. Un saldo más que positivo y un sueño sobradamente alcanzado. Eso en el caso de derrota. Y ya se sabe, «a veces se gana y a veces se aprende». Así es la vida.