Inmigración
Aumento espectacular de llegadas a Lanzarote y Fuerteventura
El epicentro de las llegadas irregulares se ha trasladado hacia los cruces desde Tarfaya (Marruecos) o El Asiún (Sáhara) desplazando a la Isla de Gran Canaria
La presión en la ruta canaria continúa un año más. El archipiélago sigue soportando el mayor flujo migratorio y se ha convertido en la puerta de entrada irregular a Europa, también en una tumba, ya que el número de muertos en el Atlántico se acerca a los mil, según los datos del informe Missing Migrants (Inmigrantes Desaparecidos) de la OIM. El aumento de la mortalidad es una de las variaciones respecto al año anterior, pero no la única. En los últimos meses, el epicentro de las llegadas irregulares se ha trasladado hacia los cruces desde Tarfaya (Marruecos) o El Asiún (Sahara) hacia Lanzarote y Fuerteventura desplazando a la Isla de Gran Canaria. Una situación que contrasta con el año pasado cuando las isla de Gran Canaria recibió el grueso de la entradas irregulares, colapsando sus recursos de acogida que no estaban preparados para el aluvión de llegadas. No en vano, tras el aumento de los controles policiales, las embarcaciones, cada vez más precarias y con más gente a bordo, iniciaron travesías desde regiones más alejadas como Gambia o Senegal, mucho más largas y peligrosas. Estos cayucos que salen desde muchos más al sur y afrontan travesías de más 1.000 kilómetros tienen su punto de llegada en el sur de Tenerife y se han reducido considerablemente respecto al verano y otoño de 2020.
Según los datos recopilados por Cruz Roja, a los que ha tenido acceso LA RAZÓN, las llegadas Tenerife se han reducido considerablemente al pasar de 3.669 personas en 2020 frente a las 1.206 hasta el 14 de diciembre. En la misma línea, Gran Canaria ha pasado de recibir 16.484 el año pasado a 8.424 en lo que va de año. Esta ruta tiene su punto de salida en Dajla, en el Sáhara occidental y fue la que utilizaron los irregulares que llegaron en octubre y noviembre, cuando se experimentó una fuerte presión migratoria.
Este escenario ha cambiado radicalmente. En la actualidad las llegadas se concentran en las islas orientales: Fuerteventura y Lanzarote y se trata de una distancia más corta –de entre 100 y 150 kilómetros– que se recorre en unas 24 horas de navegación a bordo de lanchas neumáticas más inseguras que a menudo van sobrecargadas con entre 50 y 60 personas y en ocasiones sin nadie a bordo que cuente con nociones de navegación. Según los datos de Cruz Roja, organización que se encarga de la primera atención cuando llegan a tierra firme, Lanzarote ha pasado de recibir 924 personas en 2020 a las 4.690. En la misma línea, Fuerteventura ha aumentado de las 1.3555 personas que recibió durante todo el año pasado a las 5.314. El responsable nacional del programa de migraciones de Cruz Roja, Javier Sánchez Espinosa, en declaraciones a LA RAZÓN, explica que entre los motivos que pueden explicar este cambio está «el criterio de cercanía» y además, recuerda que se trata de una ruta muy popular en 2004.
En una análisis comparativo, desde Cruz Roja aseguran que el fenómeno «es similar» al del año pasado. Tanto las cifras como el perfil se asemejan y no se detectan grandes diferencias. Las edades de las personas que llegan no superan los 40 años y se trata, principalmente, de varones subsaharianos. En este sentido, el 83% de las personas que alcanzaron las Islas proceden de la África situada al sur del Sáhara y el 83% son varones. Según Cruz Roja, por otro lado, este año se ha reducido el número de magrebíes que optan por esta vía para alcanzar Europa, a diferencia del año pasado cuando se llegó a detectar un 35% de personas procedentes de Marruecos, Túnez y Argelia. «Se produjo un aumento de llegadas como consecuencia de la crisis económica y del turismo derivada de la pandemia».
Recursos de acogida
Este vuelco en la ruta canaria ha sorprendido a los recursos de acogida de Fuerteventura y Lanzarote, que no cuentan con tantas plazas como Gran Canaria o Tenerife. De hecho, a finales de octubre, tres migrantes, entre ellos tres embarazadas y tres menores, durmieron a la intemperie en el muelle majorero ante la falta de plazas. En estos momentos, existen dos Centros de Atención Temporal (CATE), uno con capacidad para unas 120 personas y otro espacio, alquilado por el Ministerio del Interior, con capacidad también para unas 120 personas. En el caso de Lanzarote, algunos de los inmigrantes fueron alojados en recursos turísticos ante la falta de plazas.
Aunque el Plan Canarias, impulsado por el ministro José Luis Escrivá el año pasado alivió la presión sobre los recursos de acogida, al levantar estructuras estables, todavía existen algunas carencias, especialmente, las relacionadas con la atención a las menores no acompañados que llegan a las Islas Canarias, que el año pasado superaron los 2.500. En el lado positivo,se ha reactivado la derivación de inmigrantes a la Península, aliviando, por tanto, la situación en las Islas Canarias.
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