La crónica
Feijóo encarga a Ayuso que «dinamite» a Vox en Madrid
Génova acepta a la estrategia de la presidenta madrileña, aunque «no comparta» todas sus decisiones, a cambio de la mayoría absoluta
La foto de Alberto Núñez Feijóo junto a Isabel Díaz Ayuso se repetirá muchas veces de aquí a las elecciones de mayo. En el partido comentan que «es evidente» que al líder popular «no le gusta todo lo que hace» la presidenta madrileña, pero Feijóo «necesita» su mayoría absoluta para afrontar con más holgura la carrera hacia La Moncloa y ha atado su destino a la estrategia de esquivar la confrontación, incluso aunque haya decisiones o declaraciones de Ayuso que entran en contradicción con la posición nacional. La diferencia con la etapa anterior la sentencia, en estos términos, un barón autonómico: «ahora no hay celos hacia Ayuso, como ocurría con Casado, y hay diálogo permanente entre los dos equipos».
Madrid es la joya de la corona para Feijóo en las próximas elecciones. Varias veces ha lanzado ya el mensaje a Ayuso de que le pide una mayoría absoluta. Por encima de las rivalidades personales o de liderazgo, que es lo que dinamitó la relación de Casado con Ayuso, en este equipo de dirección se guían por otras prioridades: lo que está en juego es que esa victoria contundente en Madrid en mayo sea la pieza que acabe de desestabilizar a Vox de cara a las generales, y hasta esos comicios Génova supeditará casi todo a este objetivo y aceptará la «libertad» que propugna Ayuso, por más que desde la izquierda se intente confrontar el perfil del líder nacional con el de la presidenta madrileña.
La teoría de que a Feijóo le vendría bien que Ayuso gobernase, pero sin mayoría absoluta, para que, supuestamente, no le haga sombra en su campaña electoral, hace aguas en el mapa táctico con el que se mueven en el equipo nacional. La presidenta dejó claro con Casado, y ahora, con Feijóo, que entiende que el éxito de su política radica en ser fiel a su condición de alter ego de Pedro Sánchez, que ocupa incluso espacios de Vox que otros líderes territoriales no pueden pisar porque pierden más de lo que ganan electoralmente por ese camino.
En Génova tienen claro que Ayuso seguirá «volando libre» con o sin mayoría absoluta. Y a partir de ahí, la lectura que hacen de las elecciones autonómicas se ajusta al principio de que lo que se mide no es la disputa por un liderazgo nacional a futuro, sino las posibilidades del PP de encarrilar mejor sus expectativas para llegar a Moncloa en 2024. Los mismos barones autonómicos que comparten esta estrategia de Feijóo de no interferir en Madrid, aunque haya decisiones que no le agraden, también coinciden en dar por hecho que si la presidenta no se hace con la mayoría absoluta que Feijóo le ha pedido, y para la que ha dado carta libre, entonces sí que es posible que Génova reclame más «contención» hasta las generales.
El PP se enfrenta al problema que supone el cambio de la política de pactos de Vox. Hace cuatro años estaba Ciudadanos como principal «muleta», y el partido de Santiago Abascal apostó por negociar apoyos externos sin entrar en los gobiernos. Ante estos nuevos comicios el PP sabe que el precio de contar con un sólo escaño de Vox será la exigencia de entrar en el reparto de los «sillones». Así fue en Castilla y León, así hubiera sido en Andalucía, si Juan Manuel Moreno no hubiese conseguido una mayoría que le permitió volver a ser investido presidente de la Junta sin ningún apoyo externo, y así será en futuros gobiernos municipales o autonómicos del PP que necesiten de apoyos frente a la izquierda.
Las expectativas que se ha fijado Génova para estas elecciones de mayo son altas. Se ven con posibilidades de recuperar Valencia, Baleares, Aragón, o incluso apuntan a trofeos de caza mayor como la Junta de Castilla-La Mancha. En verdad, las elecciones pueden decidirse en estas plazas por un puñado de votos, pero que estos gobiernos se inclinen de un lado o de otro será determinante en el pulso entre el PSOE y el PP por La Moncloa. Si los resultados no se acercan a los pronósticos, el traspiés lo pagará Feijóo en las generales. De igual modo que el PSOE sabe que si esos pronósticos se cumplen, Sánchez tendrá muy difícil dar la vuelta al clima de cambio que salga de las urnas en primavera.
Para cumplir los objetivos de crecimiento de poder territorial la realidad demoscópica dice, a día de hoy, que el PP necesitará pactar con Vox en ayuntamientos, y puede que también en algún gobierno autonómico, pero salvar la pureza del Ejecutivo de Sol es una línea roja. El «efecto Feijóo» se ha templado, como esperaban los expertos demoscópicos, y el PP trabaja en dar con la fórmula para recuperar la iniciativa económica a la vuelta de Navidad, y arrancar el año con un discurso que genere ilusión y más armado. La derogación del delito de sedición tiene un recorrido limitado, al menos en el debate político.
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