Opinión

Menos españoles y menos hijos de nuestros padres

En las próximas semanas empezarán a salpicarle a Pedro Sánchez sus propias leyes

Cinco años más de Sánchez y España no existirá
Cinco años más de Sánchez y España no existiráAlberto R. RoldánLa Razón

La primera mitad de la legislatura fue con Covid y el Parlamento medio cerrado y la segunda ha sido “exprés”, para meter a saco todas las reformas ideológicas e institucionales que permitan revalidar el cargo a Pedro Sánchez. No ha perdido el tiempo en 2022 este presidente, ya pueden estar contentos sus compinches. Hay que ver lo que ha dado de sí la semana de la lotería. Ya se ha aprobado en el senado la eliminación del delito de sedición y la reducción del de malversación, con lo que se consolida el cambio del Código Penal al gusto de Oriol Junqueras. Por 140 votos a favor, 118 en contra y 3 abstenciones, la norma entrará en vigor dentro de 20 días, una vez publicada en el BOE.

Asimismo, se ha sacado adelante la Ley Trans -con la abstención de Carmen Calvo- para dejar claro que el ser humano es lo que cada uno quiere que sea y maniatar a las familias en la educación de sus hijos. La norma coincide con la reforma de la semana pasada del Aborto, que autoriza a las menores a eliminar al embrión sin contárselo a sus padres y que borra los tres días establecidos para pensárselo y recibir información sobre soluciones alternativas. Se trata de la consagración de un modelo individualista de vida, que rompe las estructuras familiares de protección frente al poder. Los menores están más solos que nunca.

La misma fragmentación se repite políticamente: frente a la solidaridad entre españoles y la unidad territorial, se potencia la capacidad para usar los medios y dineros de todos para separarnos. A duras penas se defienden los jueces -y es la buena noticia de la semana- del intento de cambiar el Tribunal Constitucional por la puerta de atrás, al gusto del jefe de Gobierno. Pero prosigue la decidida iniciativa para modificar el TC por la vía convencional.

Maravilla la decisión de los sectores progresistas para cambiar el sistema y la ridícula debilidad conservadora, que una y otra vez centra sus esfuerzos en la economía y mira para otro lado en cualquier otra materia.

No todo le ha salido bien al del Falcon, sin embargo. En las próximas semanas van a empezar a salpicarle sus propias leyes. Cuando los tribunales vayan revisando a la baja las condenas por sedición y malversación de los separatistas y se anuncie la reducción de los plazos de inhabilitación, habrá que oír las quejas de los barones socialistas. A partir del 12 de enero se abrirá el procedimiento para revisar las penas de los nueve separatistas indultados en junio de 2021. Se les libró de la cárcel, pero les quedaba la inhabilitación, que ahora será dulcificada. Los secesionistas quieren llegar a las elecciones catalanas de 2025. Junqueras, por ejemplo, fue condenado a 13 años de prisión y otros tantos de inhabilitación para el cargo. Con los nuevos tipos penales, en lugar de estar en el dique seco hasta 2031 podría presentarse en el 25. También Puigdemont se plantea regresar, y el ruido de su vuelta no sería bueno para los socialistas. Naturalmente, seguiremos oyendo el ruido de fondo en el Tribunal Constitucional.

Pero, en términos generales, las cosas han salido como Sánchez y Esquerra querían. La sociedad queda, a mi humilde juicio, bastante peor. Los españoles somos ahora “menos” hijos de nuestros padres y más vástagos del sistema y estamos menos cohesionados. Hemos dado un paso de gigante hacia una supuesta “autodeterminación” moral que nos deja aislados, a expensas de los poderes organizados, a saber, el nihilismo cultural ordenado al consumo y los partidos rupturistas, que pretenden la disolución de Europa. En la mayor parte de las autonomías (con la única excepción de Valencia, Galicia, País Vasco y Ceuta) comienza hoy un puente festivo de tres días, puesto que el lunes se ha declarado festivo. Sánchez cuenta con nuestra distracción navideña y espera que empalmemos entusiasmos hasta el 9 de enero, después de Reyes. Y entonces, hablaremos.