Toni Bolaño

Alea jacta est

Detalle de la sede del Tribunal Constitucional
Detalle de la sede del Tribunal ConstitucionalJesús G. FeriaLa Razon

Feijóo tiene razón. Los miembros del Consejo General del Poder Judicial fueron elegidos con un consenso del 80%. Lo que obvia el presidente popular es que este consenso no es sine die y que sus miembros tienen el mandato caducado. Lo único que tendría que hacer el PP es lo mismo que hizo el PSOE en 2013 y facilitar el consenso. No es tan difícil, o sí, como se preguntaría un gallego. No ayuda, por ejemplo, el grave error de Cuca Gamarra comparando los sucesos de Brasil con España y, es más, confundiendo el delito de sedición, o desórdenes públicos agravados, con el de rebelión que sigue vigente en nuestro ordenamiento. Es un error que puede cometer el común de los mortales pero no la secretaria general del Partido Popular.

Con el CGPJ en el alero el Tribunal Constitucional echó, por fin, a andar. Aunque conviene recordar que el Senado debe nombrar, por consenso evidentemente, al magistrado que debe cubrir la vacante que dejó el anterior miembro por problemas de salud. Hoy se convocará el pleno que elegirá al nuevo presidente o presidenta que llevará al Tribunal a pasar su particular Rubicón para el miércoles.

Mañana, por tanto, saldremos de dudas. La suerte ya está echada, alea jacta est, o estará echada. El presidente será progresista sea María Luisa Balaguer o Cándido Conde-Pumpido. Los progresistas se reunirán en cónclave para evitar dos candidaturas progresistas e impedir un nuevo espectáculo institucional, poco gratificante como los acaecidos en estos meses. El presidente saliente, Pedro González-Trevijano dijo estar harto de la división realizada por los medios entre progresistas y conservadores. Me parece muy loable esta posición pero ya es una pantalla pasada. En un alarde de imaginación se dividen entre progresistas, conservadores y gubernamentales. Imagino que quienes así se pronuncian deben inspirarse en Carlos Lesmes, conservador, y gubernamental porque elegido por el PP tras ser alto cargo del Gobierno de Aznar, aunque seguramente estoy equivocado. Esta división solo afecta a los progresistas.

Sorprende el entusiasmo mediático y también de los cuatro miembros conservadores del Tribunal Constitucional en amparar la candidatura de Balaguer. Su talante queda muy claro en sus votos particulares ante los estados de alarma, la Ley de Seguridad Ciudadana o la sentencia del «procés» que consideró algunas penas desproporcionadas. Veremos lo que dicen los partidos conservadores si la impronta de la magistrada Balaguer se impone en leyes como la del aborto, la Ley Celáa, la eutanasia, el Ingreso Mínimo Vital o la Ley de la Infancia, y por qué no decirlo su posición partidaria de hacer una Ley de la Monarquía, algo que produce sarpullido en más de uno. Seguramente su posición no estará muy alejada de Conde-Pumpido del que hasta sus detractores le reconocen autoridad jurídica.

¿Por qué entonces este apoyo a Balaguer? No es por su posición progresista, sino porque parece menos cercana al Gobierno. El pecado de Conde-Pumpido es haber sido fiscal general del Estado, algo que parece incompatible con ser presidente del Constitucional aunque su valía está más que probada. Los siete progresistas, ahora son mayoría que les ha sido negada durante meses, se reunirán y los conservadores también moverán sus piezas. Desde ayer han empezado 48 horas de vértigo pero pronto saldremos de dudas. El tribunal de garantías debe ponerse a trabajar y avanzar en los trabajos que llevan tiempo paralizados y empezar a arbitrar una doctrina que deje sin ganas de incordiar a aquellos que llevan las leyes que no les gustan al Constitucional. Casi por deporte. La política es para la política, y solo ante dudas razonables debe acudirse al Constitucional. La política no es sembrar dudas para justificar ir al Constitucional. Ni utilizar la judicatura pero echar leña al fuego en Europa, aunque tenga las patas cortas esta estrategia. Parece que el PP cambiará el ritmo y haciendo de la necesidad virtud tratará de llegar a un acuerdo con el PSOE para la elección la vacante que corresponde nombrar al Senado. Siete a cuatro es muy doloroso. Mejor siete a cinco.