Interior

Las cárceles españolas cuentan con 79 presos condenados por yihadismo

Los expertos advierten de que es difícil demostrar los vínculos con la yihad

Imagen de archivo de un detenido durante una de las operaciones de la Guardia Civil en Melilla contra el yihadismo
Imagen de archivo de un detenido durante una de las operaciones de la Guardia Civil en Melilla contra el yihadismolarazonfreemarker.core.DefaultToExpression$EmptyStringAndSequenceAndHash@7594fd9f

Las cárceles españolas tienen 79 presos condenados por terrorismo yihadista entre sus rejas, según datos facilitados por Instituciones Penitenciarias a LA RAZÓN. Probablemente a partir del lunes haya uno más (no con condena, pero sí de forma provisional) porque el juez de la Audiencia Nacional debe decidir qué hacer con el atacante de Algeciras Yassin Kanjaa.La Policía está inmersa en el rastreo de toda su vida digital para tratar de esclarecer si tiene vínculos con la yihad. Los expertos advierten de la dificultad muchas veces de encontrar relaciones con organizaciones terroristas extranjeras y, por tanto, de demostrarlo en juicio. Muchos de los casos terminan en archivo.

La cárcel es un caldo de cultivo para la radicalización. «Son el espacio ideal para la captación. Están en un sitio hostil y ahí van a encontrar elementos para dotarles de identidad y eso es muy potente», explica Chema Gil, director del Observatorio de Seguridad Internacional. «Van a invitarles a incorporarse a algo más importante que ellos mismos y cuando tú a ese individuo lo desconectas de su entorno social y lo conectas a eso nos encontramos ante bombas de relojería», apostilla.

Solo en la Audiencia Nacional el pasado año se celebraron al menos 11 juicios por terrorismo yihadista, como indican los datos de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Uno de ellos fue, precisamente, contra cinco hombres acusados de enviarse cartas con proclamas terroristas o realizar pintadas en las paredes de prisión con consignas yihadistas. Todos fueron absueltos. La sentencia, no obstante, fue anulada por una cuestión de forma por la Sala de Apelación de la Audiencia Nacional. «En España hemos optado por un modelo de prevención, pero luego eso se traduce en que llegas a juicio y las pruebas para condenar no las tienes o consigues penas muy bajas», explica Carmen Ladrón Guevara, abogada de la mencionada asociación de víctimas.

Precisamente en 2015 se modificó el Código Penal para introducir el delito de autodoctrinamiento. «Nosotros teníamos un Código Penal pensado en delitos de nuestro terrorismo tradicional que era ETA, GRAPO, Resistencia Galega... que tenían la característica de ser una estructura, de dos o más personas, que formaran un grupo, relaciones de jerarquía y con la intención de subvertir el orden Constitucional», señala Ladrón.

Pero desde hace cerca de dos décadas la aparición del terrorismo radical islámico cambió el juego. En España se han producido dos grandes atentados imborrables en la memoria de los ciudadanos como fueron el 11-M en Madrid en 2004 y los atentados de Cambrils y Barcelona en 2017. Pero también se han producido algunos ataques similares a lo ocurrido en Algeciras, lo que antes se denominaba «lobo solitario» que ahora los analistas prefieren acuñar como «actor solitario». «Actúa sin influencia directa de un líder o jerarquía. Entenderíamos la influencia directa como contacto directo y las tácticas y métodos son diseñados o dirigidos por el individuo, sin ningún tipo de orden. La idea fuerza de este criterio es la ausencia de orden, así que implica iniciativa propia del individuo», detalla Mª del Pilar Ranger Rojas, directora de un máster de terrorismo yihadista en la Universidad de Málaga.

Además del crimen que esta semana ha terminado con la vida del sacristán en Algeciras, la Audiencia sigue investigando como terrorismo y bajo secreto lo sucedido en Torre Pacheco (Murcia) en 2021. Allí un hombre a quien luego se le encontró una carta con proclamas yihadistas arrolló con un coche una terraza de un bar y terminó con la vida de un hombre. Luego se suicidó. Ademas, las fuentes consultadas recuerdan también un suceso de 2018 en la comisaría de Cornellà (Barcelona) cuando un argelino de 29 años entró con un cuchillo al grito de «Alá». Una mossa d’Esquadra le disparó.

En lo que va de año, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado han detenido a cuatro personas por este tipo de terrorismo, pero el rastreo no es fácil. «La Guardia Civil y la Policía tienen a muchos autores investigados por conductas que evidencian actividades yihadistas. En Francia se calcula que más de 2.000 ¿Tú sabes lo que es en la Policía vigilar a una persona así diariamente? Como mínimo 12 agentes destinados por cada uno. Eso es imposible, no hay ningún país que lo pueda hacer», reseña Gil.

Por eso, existen los agentes encubiertos digitales que tratan de acotar los foros y los focos de radicalización en la red. «Nuestra legislación permite una actuación temprana para intentar evitar el atentado, pero luego el Tribunal tiene que observar que esa radicalización haya superado el umbral del delito o no», remacha el director del Observatorio de Seguridad.

Esta podría ser una de las posibles razones por las que algunas de estas operaciones antiyihadistas terminan en absolución para los acusados. Los agentes prefieren intervenir y detener ante el más mínimo indicio sólido de radicalización porque las consecuencias de un atentado en solitario de estos radicales yihadistas son impredecibles.