Toni Bolaño
La pataleta y el berrinche
Cuando a los niños se les corrige cuando hacen alguna cosa de forma incorrecta, la primera reacción es el rechazo. Cuando de las palabras se pasa a los hechos y se les obliga a cambiar su forma de actuar llega «la pataleta». Si la cosa se complica, los críos utilizan su arma letal: el berrinche. Los menores tienen reconocido el derecho al pataleo y el berrinche como forma de protesta, pero la cosa cambia cuando hablamos de mayores. En la Ley del «solo sí es sí» hemos pasado de la soberbia infantil, en palabras de Manuela Carmena, a la pataleta por parte del Ministerio de Igualdad dirigido por Irene Montero.
El problema para la ministra es «la incorrecta aplicación del derecho transitorio y de la propia ley», como dijeron en un comunicado emitido ayer por la mañana. Están en la pataleta no reconociendo que el problema está precisamente en la interpretación de la norma, que según Montero es por la mala formación de jueces y fiscales. Resultado: 300 rebajas de pena y más de 20 excarcelaciones. ¿Qué más se necesita para corregirla? Por eso, siguen erre que erre y llegan a la culminación: el berrinche. El problema es la mala formación de los jueces que no interpretan bien la ley. ¿En serio?
Recurrir a la conspiración no es la solución. Aumentar la protección de las víctimas en 10 medidas es correcto, pero no suficiente porque siguen dejando al albur la interpretación de una ley que, en román paladino, está mal hecha. El presidente del Gobierno ha dado el pistoletazo de salida para evitar que la sangría de rebajas de presos se convierta en una sangría electoral, porque a los votantes de izquierda este tema les importa, es un tema sensible, y exigen un cambio ya. No empecinarse en el error, sino cambiar cuanto antes mejor. La solución, señora ministra, no pasa por cursos de formación a jueces y al personal. Esto es un sostenella y no enmendalla, es la pataleta con berrinche. No reconocer el error y seguir en la senda de que los jueces no saben interpretar la ley.
Lo sorprendente es que Justicia ha dado un paso adelante y plantea que las penas se mantengan siempre que «haya violencia o intimidación». El Ministerio de Igualdad ha desechado la propuesta con un argumento banal: no, porque es la misma propuesta del PP. ¡Vaya por dios! En Igualdad todo es de nivel, sin duda. La propuesta de Justicia sigue preservando el núcleo central de la ley, el consentimiento, porque la víctima es la mujer pase lo que pase, no si no iba vestida de una forma o de otra o si no se resistió lo suficiente. Estos son patochadas del pasado que cambian con la ley porque el «sí es sí» es meridianamente claro. Pero el consentimiento no está en cuestión. Está en cuestión la calificación que hace la ley de los delitos.
Montero quiere pilotar el cambio pero como está en modo «pataleta y berrinche» será difícil. Lo medular es actuar sobre «la doctrina de la transitoriedad de los cambios penales». Por eso, la ministra se puso estupenda este fin de semana y dijo que se está atacando, desde la judicatura se entiende, al Gobierno de coalición. Creo, ministra, que esto es un error. El Gobierno de coalición está siendo atacado, sí, pero por aprobar una ley inoperante e incompatible en su normativa con el objetivo buscado. Vamos, la ley es una chapuza que requiere una intervención a corazón abierto. Ahora lo primordial es parar la sangría de rebajas de penas. ¡Es la interpretación de la ley, no la protección de las mujeres! No erremos más el tiro y dejemos de hacer el ridículo proponiendo formación a la judicatura como elemento clave. Como decía ayer Iván Redondo, quieres tener razón o tener éxito. Sin duda, ahora lo que hace falta es cambiar lo que está mal en la ley para tener éxito. La razón la perdió la ministra hace tiempo y cada día que pasa se acentúa más su error.
✕
Accede a tu cuenta para comentar