Nacionalismo

48 horas de jaque al «procés»

La grabación al «dos» del PDECat cuestionando la independencia y la cortina de humo que generó el partido de Puigdemont para culpar a sus socios de ERC han asestado un golpe mortal al soberanismo.

El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y el vicepresidente, Oriol Junqueras, en el Parlament de Cataluña
El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y el vicepresidente, Oriol Junqueras, en el Parlament de Cataluñalarazon

La grabación al «dos» del PDECat cuestionando la independencia y la cortina de humo que generó el partido de Puigdemont para culpar a sus socios de ERC han asestado un golpe mortal al soberanismo.

Miércoles sobre las 21:00 horas la prensa avanza la grabación donde el número dos de PDeCAT, David Bonvehí, admite que contempla un escenario donde deban presentar un candidato «autonomista». Es la primera admisión pública de los neoconvergentes de que el «procés» no acabará en la independencia de Cataluña. En la misma conversación –en una comida con militantes de la Catalunya central– Bonvehí ya apunta al «moderado» Santi Vila como uno de los valores al alza de la nueva CDC. A la mañana siguiente, jueves santo, laborable y jornada con alto consumo informativo por la operación salida, la tormenta es mayúscula. «La mayor crisis desde la confesión de Jordi Pujol», admiten en el PDeCAT. Empiezan las peticiones de dimisión. El sector de Francesc Homs se cobra facturas pendientes con la dirección del PDeCAT y pide cabezas. Otras familias del partido se limitan a pedir explicaciones en medio del desconcierto convergente.

Santi Vila, visiblemente molesto con Bonvehí, sale por la tarde a desmarcarse del autonomismo al que da por muerto, pero con un matiz relevante: «Como lo hemos conocido hasta ahora». Muchos medios nacionalistas obvian el detalle y colocan al consejero de Cultura en la mayoría independentista en que dicen ubicarse los dirigentes de la antigua CDC. Esa tarde, en medio del hundimiento, surge un rayo de esperanza para Bonvehí. Unas voces superpuestas que parecen ser de dos cargos de ERC en Manresa que podrían haber grabado y difundido la reunión donde el número dos del PDeCAT se mostraba dispuesto a renunciar a la vía independentista.

Ya es Viernes Santo y la intensidad informativa cae bajo mínimos. En el PDeCAT creen que la única cortina de humo posible para capear su crisis es mezclar a ERC e involucrarla como instigadora de una conspiración. Por eso movilizan a todo su círculo de confianza y llaman a directores y redactores de medios públicos, digitales y tertulianos. El núcleo duro del PDeCAT apuesta por seguir como sea con la polémica con ERC, convencida de distraer la atención sobre la polémica. La inquietud cunde en ver que en las redes muchos prescriptores cercanos a Convergència hacen suya la metáfora del dedo y la luna que los nacionalistas usaron con la grabación de las conversaciones entre el ex responsable de la Oficina Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso, y el entonces ministro del Interior, Jorge Fernández. «Lo grave no es que se filtre sino que Convergència especule en candidatos para unas elecciones autonómicas pese a la promesa de referéndum», vienen a decir las críticas de filas cercanas.

Para estirar el chicle Bonvehí y Pascal (también presente en la comida «conspiratoria») convocan una rueda de prensa a las 13:30 horas. Hay quien duda de la convocatoria y para darle un perfil más discreto prefieren hacerla en la sede local del partido en Manresa en vez de convocar en su sede central. «No se puede intentar ir a por todas y luego hacer la marcha atrás», explican gráficamente voces críticas del PDeCAT sobre el hecho de comparecer en Manresa y no en Barcelona y bajar el tono contra ERC.

Pero Bonvehí comete un error casi mortal para los nacionalistas. Asegura que pondrá el caso en manos de la Fiscalía. El mismo estamento judicial asimilado con el diablo por los independentistas por considerar que es el brazo político del gobierno Rajoy en la «persecución» judicial del «procés». Todas las críticas vertidas contra la Fiscalía ya no cuentan. El asistente europeo de Ciudadanos y ex portavoz en el Parlament, Jordi Cañas, evidencia rápidamente la contradicción discursiva de Convergència. Minutos después desde Xavier Sala Martín hasta Pilar Rahola o Salvador Cardús (defensores públicos de los gobiernos de Artur Mas) ponen el grito en el cielo por mandar el caso a Fiscalía. Las redes hierven de nuevo contra el PDeCAT y la cortina contra ERC se desvanece.

Son cerca de las 17:00 horas y cunde el pánico. Desde el partido se movilizan y piden usar el nombre de Puigdemont y Mas para legitimar y respaldar el hecho de mandar el caso a Fiscalía. La petición la formula en persona la número uno del partido, Marta Pascal. Asesores de Mas y Puigdemont se enteran a balón pasado y se tiran de los pelos. Los teletipos con los nombres del president y el ex ya corren. Cierran filas pese al desgaste por incoherencia discursiva. Las dudas siguen a día de hoy pero ya es tarde.

Fueron 48 horas que sirvieron para visibilizar la ruptura interna del PDeCAT, la división existente con su socio de gobierno, ERC, pero sobre todo para asestar un golpe mortal al «procés», pues sus propios impulsores dudan de su viabilidad.