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Abel Hernández: «Las grandes decisiones se cocinaron en la trastienda»

La Razón
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Abel Hernández vivió en primera persona un periodo apasionante de la historia de España junto a «una generación de políticos privilegiados que tuvieron en el horizonte una ilusión colectiva»

¿Fue complicado aprobar la Ley de Reforma Política?

-Fue difícil porque había mucha tensión y muchos franquistas. Con su voto se hicieron el harakiri porque con la reforma a muchos se les acababa su carrera política. Torcuato Fernández Miranda la preparó junto a Suárez para desmontar el régimen anterior. Él jugó un papel determinante en el cambio, pero se quedó atrás. No aceptó que no se le tuviese más en cuenta o que legalizaran al PCE de Carrillo.

-¿Dónde se «cocinaron» las grandes decisiones políticas, en el hemiciclo o en la trastienda?

-Lo más interesante fue ver cómo se maniobró desde el Gobierno para conseguir los dos tercios . Todo se hizo en las trastienda. Los grandes acuerdos se forjaron en los despachos, con comidas, pinchazos telefónicos y mandando a muchos de vacaciones pagadas al Caribe.

-¿Hasta qué punto fue importante la actitud de Carrillo y González para legalizar sus respectivos partidos?

-Para el PSOE no hubo mucho problema. Su dificultad fueron los grupos internos que amenazaban el liderazgo. Lo del PCE fue más complicado. Carrillo era el enemigo de la guerra. Yo creo que, incluso el PSOE no hizo mucho por donde en las primeras elecciones. Era un rival que había comandado la resistencia antifranquista y le temían. Que Carrillo aceptara la monarquía, la bandera... el sistema, dio pie a su legalización.

-¿Qué importancia tuvieron los Pactos de la Moncloa y la política de consenso? ¿Sería necesario ahora algo así?

-Fue un momento fundamental. Tuvieron la doble vertiente política y económica, para el consenso nacional y para salir de la crisis. Fueron una base para la convivencia y para hacer las reformas necesaria. Ahora vendría bien algo así, como ha ocurrido en Italia o Alemania. Estamos en un momento de crisis también, de descrédito de las instituciones, con el problema catalán... y sí, vendría bien un acuerdo así porque, en política de Estado, los grandes partidos coinciden en lo fundamental.

-¿Fue difícil consensuar el texto de la Constitución?

-La definición de nacionalidad, si monarquía o república, las autonomías, la educación y el tema religioso fueron los puntos mas delicados. Con las autonomías hubo forcejeo, si había estatuto solo para las históricas o el famoso «café para todos». En educación faltó un proyecto nacional para evitar 17 modelos distintos. Se trató de que fuera equilibrada para que gobernase la izquierda y la derecha, pero se cometieron errores como dejar fuera de la redacción al PNV. La amenaza diaria del terrorismo y el miedo a un golpe militar favorecieron el consenso.

-¿Quién fue más duro con Suárez, el PSOE o sus propios compañeros?

-Fue más duro el PSOE, pero sintió más daño con sus compañeros. Él fue más hombre de Estado que de partido y no supo hacerlo. Había gente que no lo valoraba o lo despreciaba por su procedencia. Su peor día fue la moción de censura. También le afectó el distanciamiento del Rey y de su amigo Abril Martorell que creyeron que estaba bloqueado y no daba más de sí.

-¿Haría falta revisar la Constitución?

-Sí, pero no creo que ahora sea el momento. Sería necesario encajar algunas piezas y fortalecer el núcleo del Estado. El «café para todos» fue un error.