Ciudadanos

Albert Rivera, pieza a batir de PP y PSOE

Los dos principales partidos compiten por copar el espacio «donde se ganan los gobiernos». Sánchez con Cataluña y la economía, Casado moderando su discurso y abandonando su «obsesión» por Abascal

El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, junto a Inés Arrimadas y José Manuel Villegas / Foto: Cipriano Pastrano
El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, junto a Inés Arrimadas y José Manuel Villegas / Foto: Cipriano Pastranolarazon

Los dos principales partidos compiten por copar el espacio «donde se ganan los gobiernos». Sánchez con Cataluña y la economía, Casado moderando su discurso y abandonando su «obsesión» por Abascal.

La campaña electoral ha entrado en su peculiar dinámica. Cataluña versus economía. Economía versus Cataluña. PSOE y PP se entretienen en mantener este pulso, cuando en realidad la pelea electoral gira básicamente sobre Pedro Sánchez. Sánchez versus Sánchez, aseguran en el Partido Popular. Todo el ruido para calentar las urnas lo resume uno de los gurús electorales del principal partido de la oposición en la idea de que «Sánchez lucha contra sí mismo y contra la dinámica que ha provocado y que se ha vuelto contra él». El candidato socialista sabe que las circunstancias no evolucionan como le dijeron que iban a fluir, y ahora se revuelve con todas sus fuerzas para evitar el retroceso que le anuncian las encuestas. Para ello utiliza sus viajes institucionales para dar mítines y su posición como presidente en funciones para copar los medios de comunicación.

En este contexto, hasta en el PP admiten que hagan lo que hagan, no está en sus manos controlar lo que puede ser decisivo. La pelota tiene que seguir rodando, pero en el terreno en el que se juega esta vez la partida poco tienen que hacer los demás actores. Ni tienen los recursos ni tampoco parece que sean capaces de concentrar la atención. Sánchez versus Sánchez. «Si consigue hacer creíble su nuevo avatar, le irá bien en las elecciones. Si fracasa, se hundirá». Un análisis que sale del PSOE y que coincide bastante con el que hacen en el partido de Pablo Casado.

Aunque la estrategia de las dos principales fuerzas enfoca hacia direcciones enfrentadas, en sus «cerebros» electorales comparten la tesis de que la agenda catalana es inevitable, pero es posible que no beneficie a nadie salvo a Vox. Y coinciden en admitir que de la economía se acabará hablando porque «las cosas no van bien», quieran o no quieran los socialistas, y pase lo que pase con Cataluña. PSOE y PP también están convencidos de que el líder de Ciudadanos (Cs), Albert Rivera, se ha abierto el camino de su propia «defunción política». «No necesita que nadie le empuje; la horca se la ha puesto a sí mismo».

Los dos principales partidos comparten análisis e intereses, aunque compitan por ser el actor dominante en la nueva mayoría que pueda formarse después del 10-N. Y en los cuarteles generales de las dos fuerzas hacen cálculos sobre las posibilidades que tienen de liberarse de la carga de los «hermanos» menores. Su éxito depende de que la acción conjunta de sus respectivas estrategias sea exitosa, o lo que es lo mismo, refuerce al bipartidismo.

La disolución de las Cortes Generales cumplirá este lunes el plazo de las dos semanas. Y por primera vez, desde que triunfó la moción de censura que desbancó a Mariano Rajoy de la Presidencia del Gobierno, en el PP empiezan a dejarse llevar por cierto optimismo. Que va parejo a los nervios que se sienten en el partido del Gobierno. En el PP no hay críticas a la posición que ha fijado Pablo Casado y esto le da aire en campaña. Puede haber presiones con las listas electorales, y se mantienen los recelos hacia el nuevo equipo. Pero a diferencia de la campaña del 28 de abril, ahora nadie levanta la voz contra la estrategia electoral del líder popular, que tiene como «leit motiv» señalar a Ciudadanos como el objetivo a batir. «En abril le dejamos el campo abierto por obsesionarnos con Abascal».

En abril ya señalaban los barones más moderados que «a la derecha no hay mucho que ganar sin que te abandonen por el centro». Y en este nuevo contexto político la máxima la suscriben también desde la dirección del partido. La consigna de los «arúspices» demoscópicos de Casado es que todo el partido debe movilizarse con el mismo mensaje de moderación, de seriedad y rigor frente a los vaivenes de Sánchez. En el núcleo de confianza de Casado conviven dos «almas». La más identificada con el «aznarismo», que hoy en día en Génova la representa más simbólicamente la influencia de Carlos Aragonés y sus satélites; y otra más moderada, con Pablo Hispán como eje. En la puesta en escena de esta campaña se nota la influencia de este último, de nuevo jefe de Gabinete del presidente del PP.

Casado va a mover sus piezas tomando como referencia la premisa de que todo lo que sea sacar ventaja a Ciudadanos le ayuda a consolidarse como líder indiscutible del centro derecha y reduce las posibilidades de pactar de Pedro Sánchez. «Hay que empujarle hacia la izquierda e ir copando el centro, que es donde se ganan los gobiernos». El renovado optimismo electoral de campaña no llega hasta el punto de que en Génova borren sus serias dudas sobre que puedan gobernar con los resultados del 10-N. Pero en este momento, con los datos que manejan en el principal partido de la oposición, hasta los más críticos con Casado admiten que hay «juego». Casado puede salir como líder de una mayoría de centro derecha o como renovado jefe de la oposición, al que le quede sólo una oportunidad de jugarse su futuro como presidente nacional del PP y candidato a La Moncloa. Pero en Génova se frotan las manos con la expectativa de que sean ellos, y no Rivera, los que decidan la gobernabilidad de España. «Rivera es la pieza a cobrarnos. Todo lo que venga después, bienvenido será. De la misma manera que Sánchez sólo puede ganar si por el camino consigue que se quede Iglesias».