Exteriores

Alex Ellis, embajador británico: «Lo más complejo del acuerdo de Gibraltar ha sido el asunto de la soberanía»

Jefe de la legación diplomática desde hace un año, asegura que "las verdades de ayer no sirven" y hay que "adaptarse"

Alex Ellis, embajador británico en España @ Gonzalo Pérez
Alex Ellis, embajador británico en EspañaGonzalo Pérez Fotógrafos

Sobre la mesa de su despacho, la visión del libro de Rudyard Kipling «Crónicas de la Primera Guerra Mundial» empuja al subconsciente directo a los viejos fantasmas del siglo XX. Sir Alex Ellis (Londres, 1967), embajador británico en España, cumple este mes un año en el cargo. Antes ya estuvo en esta misma legación entre 2003 y 2004, una época que ahora parece infinitamente lejana y radicalmente distinta. El cambio de paradigma es brutal, pero este diplomático fajado en Europa parece, al menos, aliviado de que el estatus futuro de Gibraltar tras el Brexit esté hilvanado tras más de cinco sufridos años de negociación. A falta, eso sí, de la letra y de las comas.

¿Cómo valora el encuentro de Sánchez y Starmer tras siete años sin un cara a cara?

Fue muy importante. Siete años son muchos en una reunión bilateral de ese nivel. Me parece significativo que se haya retomado una relación que no solo tiene una larga historia, sino un gran impacto humano, social, económico. Casi medio millón de personas vive en uno u otro país, 18,4 millones de británicos visitaron España el año pasado… Faltaba esa coordinación política estratégica. El hecho de que se firmara un marco es clave: es una hoja de ruta para los próximos años.

Sorprende que no existiera antes algo de esa magnitud.

El Brexit cambió muchas cosas: restauró fronteras legales que habían sido asumidas como parte de la UE, generó incertidumbres, nuevas barreras. Gibraltar ha sido la pieza que quedó pendiente. Fue necesario resolver eso antes de poder levantar la relación.

Más de cinco años de negociaciones... ¿Cuál ha sido la parte más difícil?

Se podría decir que hemos estado varios años armando el rompecabezas: cuestiones de soberanía, fiscales, legales, de control fronterizo… no era algo sencillo. Fue una negociación compleja en muchos frentes. Lo más difícil ha sido cómo respetar las posiciones de los dos países sobre la soberanía y, al mismo tiempo, diseñar algo pragmático que funcione en lo cotidiano: flujo de bienes, de personas, controles aduaneros, seguridad. Técnicamente y jurídicamente ha sido muy complicado. Tenía que haber soluciones para el control en el aeropuerto y en el puerto, pasaportes, permisos, regulaciones, y todo eso exige precisión, coordinación y voluntad política.

¿Cree que dará tiempo a ponerlo negro sobre blanco para octubre, como dijo Albares?

Se ha avanzado bastante. Tenemos un acuerdo político, unas bases sobre las que trabajar. Ahora toca el cierre del texto definitivo, la firma, la ratificación —tanto en el Reino Unido como en la UE— y después la implementación práctica. No hay una fecha fija, pero hay voluntad de que sea lo antes posible. Creo que todo el mundo reconoce que ya no tiene sentido retrasarlo más.

En el acuerdo Reino Unido reconoce que España no renuncia a restablecer su integridad territorial. ¿Eso significa que cualquier acción encaminada a tal fin violaría el acuerdo?

En eso no voy a entrar, en un futurible. El artículo sobre la soberanía está muy claro en el acuerdo. Es una cláusula por la que las dos partes salvaguardan su postura y respetan las posiciones históricas mutuas.

Este «reseteo» del que habla para describir esta nueva etapa. ¿Qué significa exactamente en este contexto?

Hablamos de rehacer viejas alianzas en un contexto nuevo. Hemos entrado en un mundo donde los riesgos globales, las amenazas geopolíticas, la competencia internacional, la seguridad, hacen que los antiguos modelos ya no basten. Con Rusia atacando a Ucrania, con el reto que supone China y con EE UU reduciendo su presencia en defensa y seguridad en Europa en la próxima década, es imprescindible que dos grandes países, dos monarquías constitucionales como las nuestras, trabajen en conjunto. No podemos permitirnos el lujo de vivir de espaldas.

Este pasado lunes su Gobierno reconoció a Palestina y también han apoyado el plan de autonomía para el Sáhara Occidental. Cualquiera diría que nos copian...

Ja, ja. Seguramente. Una de las cervezas más vendidas en Reino Unido ahora se llama Madrid, y eso que está hecha en Yorkshire, así que imagino que copiamos algunas cosas. En el caso de Palestina, puede decirse que el giro es consecuencia de los hechos sobre el terreno. La destrucción de Gaza por el Gobierno israelí nos conduce a reconocerlo para darles la posibilidad de existir. La continuidad de la solución de dos Estados es la única forma. Y hasta que esa luz se apague, hay que apoyarla.

En el caso del Sáhara Occidental, bastantes países están haciendo lo mismo, incluida Francia, y quizá eso puede facilitar una solución a un problema que ya existe hace bastante tiempo. Estamos en tiempos nuevos. Tenemos que ser más adaptables a las realidades nuevas, tanto en España como en Reino Unido.

¿Cree que ha facilitado el acuerdo político sobre Gibraltar el hecho de que Starmer y Sánchez sean de la misma tendencia?

Es evidente que hubo entendimiento entre los dos líderes hace dos semanas, pero había bastante trabajo hecho por el gobierno anterior. Esto viene de largo, tanto de David Cameron como del ex ministro de Exteriores. Aunque es cierto que el alineamiento y el deseo de hacerlo fueron muy evidentes desde que tomara posesión el nuevo Ejecutivo, que lleva más de un año. El marco estratégico que han firmado es bastante amplio: toca muchos temas. Forma parte de las alianzas nuevas en un contexto nuevo. Y sí, tenemos que mirar al futuro: las verdades de ayer no sirven.

Donde no parecen estar tan de acuerdo nuestros gobiernos es en la relación transatlántica.

Bueno, no es que no estemos de acuerdo: son maneras distintas de lidiar con la realidad, que es que Donald Trump fue elegido por segunda vez como presidente de Estados Unidos… Yo creo que su reciente visita a mi país ha sido totalmente exitosa.

A eso me refiero, Starmer y Sánchez tienen formas antagónicas de afrontarlo.

Con Estados Unidos tenemos una relación muy, muy profunda desde hace mucho tiempo. Eso no ha cambiado. Lo que cambia son las circunstancias; tenemos que rehacer esta alianza para una realidad nueva. Pero existe; sigue bastante fuerte.

¿Qué echa más de menos Reino Unido de la Unión Europea? Usted la conoce como pocos diplomáticos de su país.

(Sonríe) Bueno, mi país votó a favor de la salida. Creo que soy el único funcionario del mundo que ha trabajado en todo el ciclo; estuve en la negociación para entrar en la UE, lo fui también para la ampliación hacia Polonia y otros países del Este; trabajé con el presidente de la Comisión Europea en su gabinete y, después, fui director general del Ministerio para ejecutar el Brexit. El gobierno británico actual está relanzando una nueva trayectoria de acuerdos para negociar.

¿El acuerdo va a mejorar la vida en el Campo de Gibraltar? Cuando se reabrió la Verja en 1982, el PIB en el Peñón se disparó, algo que no sucedió en La Línea.

Debe crear un espacio más compartido de riqueza en los dos lados. Estuve hablando con los alcaldes de Algeciras y de La Línea la semana pasada. Yo creo que va a crear más prosperidad compartida. Esa es la idea. Y hay que recordar que la alternativa no es el statu quo; la alternativa es una frontera mucho más dura, y eso complicaría muchísimo la colaboración entre Gibraltar y La Línea.

¿Cómo ha encontrado España veinte años después?

Más internacional, es evidente. Se ve en Madrid más que en cualquier otra ciudad. Otra cosa que me sorprendió en política, por ejemplo, fue la mayoría absoluta del PP en Andalucía. Eso en 2003 habría sido impensable.

¿El auge de la extrema derecha se la hubiera imaginado?

La política en general ha cambiado bastante en Europa desde 2003. Eran otros tiempos. Y han cobrado fuerza otros temas como el cambio climático o la inmigración.