Política
Alquila un piso turístico y se encuentra el túnel con el que ETA mató a Carrero Blanco
El 20 de diciembre se cumplen 50 años del magnicidio de Carrero Blanco. larazon.es publicará una serie de reportajes sobre el atentado
Lo primero que pensó la guionista gallega Clara Coira al abrir la puerta del apartamento turístico que había alquilado en esa zona de Madrid tan céntrica y bien comunicada fue que era un piso “muy elegante”. Más aún: “Muy pijo”. Un semisótano pequeño pero con buen gusto, muy propio de ese dueño con un puntito excéntrico que se lo había facilitado.
Lo segundo que pensó, cuando giró la cabeza a la derecha y miró a la pared, fue algo muy distinto. “Qué cutre el dueño”, le comentó a sus padres, con los que iba a pasar unos días de verano en la capital.
La culpa de esa inesperada decepción la tenía ese extraño agujero situado en la pared, justo debajo de la ventana, con apariencia de obra a medio terminar, de chimenea sin leños, sin tiro ni conducto para el humo. Y, encima, tapado con una cristalera. ¿Qué demonios era eso?
Ya fuese un capricho, una obra de arte, un proyecto de chimenea o el recuerdo de una cuadrilla de obreros a la fuga, lo cierto es que con ese inquietante boquete debería convivir unos días. El piso tenía solo un dormitorio que, por supuesto, sería para sus padres. Para ella, ese sofá cama con el cabecero a solo unos centímetros de ese agujero que parecía adentrarse en las entrañas de la calle. Mal rollo.
¿Qué era ese extraño agujero en la pared? La respuesta la encontró nada más cruzar el portal y salir a la calle. “Aquí rindió su último servicio a la patria con el sacrificio de su vida víctima de un atentado el almirante Luis Carrero Blanco”, rezaba una enorme placa situada en la pared de la acera de enfrente. Junto a ella, una leyenda más pequeña, como si fueran muertos de segunda, con el nombre del chófer y el escolta que acompañaban al presidente del Gobierno aquel 20 de diciembre de 1973, cuando el vehículo en el que viajaban saltó por los aires por una bomba que colocó un comando de ETA bajo el número 104 de la calle Claudio Coello.
El mismo número que el del apartamento turístico tan “pijo” de Clara. La misma calle. El mismo semisótano. El mismo túnel.
Blanco y en botella. Clara Coira iba a pasar la noche en la boca del túnel que cavaron los etarras para matar al delfín de Franco. Y nadie se había atrevido a taparlo.
El mismo piso que alquiló el comando etarra
Aprovechando que se cumple ahora el 50 aniversario del magnicidio de Carrero Blanco, Coira recuerda para larazon.es cómo fue aquella experiencia vivida hace ahora siete años, cuando entró en el mismo portal que cruzaron los etarras, bajó ese pequeño tramo de escaleras situado a la derecha y abrió la misma puerta.
A Clara y su familia la dirección les llegó por una popular plataforma de reservas. A los terroristas que hace medio siglo hicieron ese mismo recorrido, que miraron, como ella, a la pared que daba a la calle, les había proporcionado la dirección un misterioso confidente en el Hotel Mindanao y les había puesto en bandeja el magnicidio.
“El semisótano estaba decorado de forma muy elegante. El dueño era un chico de la India que tenía pinta de ir muy bien de dinero, y que debía tener el semisótano para cuando viniera a Madrid”, explica la guionista, redactora de la revista de cine Milana.
“Fue una sensación muy rara, como si fuera muy cutre, pero no le dimos mayor importancia. Cuando salimos de paseo vimos la placa del atentado contra Carrero Banco. Pero tampoco en ese momento atamos cabos. Dijimos ‘mira, qué curioso’”.
Ya por la tarde, de repente, se les encendió la bombilla. “Espera, si estamos justo en la calle Claudio Coello, está la placa y en el apartamento turístico hay un túnel ¿no será que estábamos en el piso desde donde se cometió el atentado?”. Google les confirmó las sospechas. Coira comprendió entonces que aquella no iba a ser una noche cualquiera.
"Fue una sensación muy extraña"
“Cuando me quedé sola me dio mal rollo. Una sensación un poco extraña, era raro estar aquí en un sitio histórico, tan importante, y que sea todo tan frío, tan raro...”, recuerda. Lo peor era girar la cabeza y ver ese pedazo de pared agujereada y rememorar lo que ocurrió aquel 20 de diciembre de 1973.
"Tu cabeza empieza a imaginar, a entrar y salir del túnel -admite con un sonrisa-. Me vi la película de Operación Ogro –film de 1977 basado en el relato de los terroristas-, y empecé a pensar cómo fue aquello. Era todo un poco tétrico".
La experiencia ha quedado para ella como “una anécdota para contar a los amigos” que seguro estos días volverá a rememorar.
El semisótano sigue habitado
El semisótano de Claudio Coello, 104, que este redactor ha podido ver recientemente, sigue habitado. En la pared se puede ver el túnel que horadó el comando de ETA. Y es cierto que su mera presencia impone mucho.
Su existencia ha sido motivo de inspiración, entre otros, para el escultor Fernando Sánchez Castillo, que en 2015 llegó incluso a hacer una obra de arte llamada “Túnel” con las medidas reales del agujero (en torno a 1 metro x 1 metro) sobre mármol de Calatorao.
En ese túnel estuvieron trabajando cerca de dos meses un grupo de inexpertos terroristas que, pese a no tener conocimientos en la materia, cometieron el atentado más perfecto, sofisticado y eficaz de la historia de España. Pero esa es otra historia...
(Ernesto Villar es autor del libro Todos quieren matar a Carrero: la conspiración dentro del Régimen)
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