Méritos e infamias
Balas sobre Sánchez
Con la muerte del Papa Francisco, Pedro Sánchez ha visto el cielo abierto para intentar colar el aumento del gasto en Defensa, pero han vuelto a cogerlo con el carrito de los helados
De entre todas las cabezas del reino, la de Gabriel Rufián parece que a veces funciona a una velocidad superior que la de sus compañeros de pupitre. Es cierto que Jordi Évole lo retrató y el propio político catalán ayudó a desmontar gran parte de su ficticio y rocoso edificio político, pero de vez en cuando le acompaña la agilidad de antaño. Con la muerte de Francisco, Pedro Sánchez vio el cielo abierto para colarnos a todos lo que no es capaz de contar a cara descubierta y bajo los focos: la paz le importa un pimiento. Pero no coló la pedrada y Rufián sacó la artillería, acusándolo de ordenar tres días de luto por un Papa que defendía la no-violencia y a la vez anunciar un aumento de más de 10.000 millones de euros en gasto militar. Otra paradoja de una coalición sin ganas sobre la que navega un gobierno que no cree en la honestidad ni con sus propios socios de Gobierno. Para colmo, en las últimas horas se ha sumado el escándalo de las balas de Israel, que no son pocas, ni más ni menos que 16 millones de proyectiles para la Guardia Civil por 6,6 millones de euros. “Bien baratitas nos las deja Netanyahu”, debió pensar el ministro del Interior mientras leía el contrato que ahora sólo es papel mojado; porque para no crispar a sus mantenedores desoye a la Abogacía del Estado y frena la operación de compra. Una vez, claro, que lo han pillado con el carrito de los helados, intentando ser el más listo de la clase. Aunque juró en en el Congreso el pasado octubre que ni agua para los israelíes mientras no acabase la matanza en Gaza, aparecen ahora los millones de proyectiles que le caen en la cabeza a Grande-Marlaska sorpresivamente, sin que nadie supiera nada de ellos. No creo en la valentía de los socios de Sánchez, pero estaría bien que estas fueran las últimas balas de su Gobierno. Si es que tienen dignidad, claro.