Unidades de élite
Los boinas verdes: La fábrica de guerrilleros forjados en el sacrificio
LA RAZÓN acompaña a los alumnos del curso de operaciones especiales en uno de sus ejercicios de acción directa en el campo de tiro de Batiellas
Los boinas verdes no son solo una unidad de élite; son la cumbre de la resistencia humana, el espejo en el que se miran ejércitos de todo el mundo. El Curso de Operaciones Especiales (COE), en Jaca (Huesca) no es solo un centro de entrenamiento, sino una escuela de valores, honor, sacrificio, compañerismo, disciplina y humildad, donde solo los mejores sobreviven. Cien aspirantes llegarán con el sueño de portar la boina verde, pero solo unos 25 cruzarán el umbral del infierno y renacerán como guerrilleros. Los demás quedarán atrás, vencidos por el frío, los errores de seguridad, el agotamiento o sus propias dudas.
La historia de esta unidad comenzó en 1957, cuando se creó el primer Curso de Operaciones Especiales en España. No había manuales, no había instructores expertos; el maestro fue al mismo tiempo alumno, forjando el camino para las generaciones venideras. «El curso no termina nunca para los que lo toman realmente como estilo de vida», dijo en su día el capitán Courel, primer jefe del curso. Son ya casi 2.100 los miembros del Mando de Operaciones Especiales.
A medida que avanza la instrucción, las pruebas se intensifican, y los aspirantes se enfrentan a desafíos imprevistos que pondrán a prueba su resistencia mental y física. Entrenados en guerra no convencional, infiltración, combate cuerpo a cuerpo, supervivencia extrema y operaciones en cualquier terreno hostil no se consideran superhombres. «No hay mentalidad diferente, hay actitud», asegura el comandante jefe del 69º Curso de Operaciones Especiales. Los futuros guerrilleros se distinguen por la capacidad de sufrir sin rendirse, el espíritu de sacrificio que los empuja cuando el cuerpo flaquea y la actitud inquebrantable de darlo todo en cada paso. Pero no están solos. Se sostienen en el compañerismo, porque aquí nadie avanza sin su hermano de armas. Se guían por la lealtad, tan firme como el acero. Y, sobre todo, persiguen un propósito: «Hacer lo que tengan que hacer», sin excusas y con determinación.
El curso de mandos de operaciones especiales comienza en septiembre, marcando el inicio de un camino largo y arduo. Será en esos primeros meses donde se forjarán las primeras destrezas esenciales para un miembro de operaciones especiales. La intensidad es implacable y muchos descubrirán su límite. De los 86 aspirantes, solo 63 avanzaron, y hoy son 31 los que continúan. La comparación con el resto pesa, la mente traiciona, la presión ahoga. No todos logran soportarlo. A lo largo de este proceso, surgen momentos de incertidumbre que junto al efecto sorpresa medirá sus capacidades. «Hay muchas subfases que requieren de momentos de máxima tensión, atención, destrezas y habilidades».No hay una prueba específica que lleve a la rendición, pero el inicio del curso suele ser el más decisivo, apunta el comandante.
En operaciones especiales los alumnos tienen que ir corriendo a todas partes, deben estar «siempre alerta». Enfrentarán pruebas de resistencia como carreras largas y circuitos de obstáculos, bajo condiciones de agotamiento extremo en diferentes terrenos, reptando o escalando. La alta presión, el estrés o la falta de sueño y el agotamiento mental tratarán de doblegarles.
En el curso se pone así a prueba su capacidad para tomar decisiones precisas en situaciones límite, lo que es crucial en sus misiones. Asalto y rescate, ataque a bases enemigas, entrenamientos en condiciones de clima extremo (frío, calor, lluvia, nieve), con la privación total de sueño durante varios días, y operando en total aislamiento sin contacto el exterior. También pasarán por pruebas de resistencia en el agua (como nadar largas distancias con ropa de combate o bajo condiciones de frío extremo). Además, deberán dominar la escalada, el paracaidismo, la topografía, las armas...
Lo que más penaliza durante la formación son los «fallos de seguridad», un cómputo general de acciones del que se les irá avisando. Esto constará en sus expedientes y el alumno sabrá que está al borde de ser baja. "De cada uno puede depender la vida del otro, incluso la de ellos mismos". Los operadores deben asimilar en semanas lo que a otros les lleva años, y no hay margen para el error. Aquí el fracaso no es una opción.
Al inicio del curso, el comandante jefe del COE les dará la primera lección: «Miren a la derecha, miren a la izquierda, miren delante y miren detrás, porque la foto que tienen hoy no la van a ver al final del curso. Verán a muchos compañeros que no estarán aquí». Cada guerrillero portará en su bolsillo una moneda con un número, la identidad con la que se les conocerá a partir de ahora. Esa moneda será un símbolo de que sigue en la lucha. Si un alumno cae, su moneda pasa a la tablilla del aula, un recordatorio constante de los que quedaron en el camino. La misión es clara: mantener la moneda en el bolsillo. Solo así demostrarán que pertenecen a la élite.
Antes de ingresar, habrá una prueba eliminatoria donde seleccionarán a los que tengan las mejores puntuaciones en las pruebas físicas. «Hay muchas bajas que son a petición propia», explica el jefe del curso. El problema está en la sociedad de hoy. «Cuando ingresé en el curso mi pensamiento era: “Jamás pediré la baja, si no valgo, que me lo digan ellos. Yo mismo no me voy a juzgar”», recuerda. Pero, hoy en día, persiste en la sociedad «la recompensa fácil, el poco espíritu de sacrificio, la poca motivación, el tenerlo todo», son los tópicos que, aunque se ven menos en el ámbito militar, existen. «Recibimos alumnos en los que su umbral de sacrificio es muy bajo y se ven frustrados». Y es que, "a lo largo de su aprendizaje en las academias militares se han dedicado más al estudio y la capacidad de sufrimiento la tienen solamente en base a los estudios, pero no al sufrimiento físico y mental", apunta.
"Fábrica de valores"
El coronel Mariano Alonso, director de la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales, define la escuela como una «fábrica de valores». Cada año le piden más militares formados en operaciones especiales, pero prima la calidad frente a la cantidad y unas veces salen 20 y otras menos. Además, subraya que son los mejores en tiro: «Solo tienen una oportunidad para dar en la diana y no pueden fallar. Tenemos a los mejores instructores».
También hay segundas oportunidades para quienes persisten en su sueño y por algún motivo fueron baja. El coronel es quien recibe en su despacho a los que se quedan por el camino y no logran completar la formación: les entrevista, escucha sus miedos, su frustración, sus inquietudes y también qué fue lo que les llevó hasta operaciones especiales. Alonso asegura que lo mejor de la escuela son "ellos", el personal humano que lo compone y también lo que más echará de menos en su próximo destino al que llegará en menos de un mes cuando tenga que dejar la escuela.
El poder de la mente
Los alumnos de operaciones especiales no solo ejercitan su cuerpo para la batalla, sino que su verdadera fortaleza radica en su mente y también la entrenan desafiando a la comodidad y al dolor.
A lo largo de la historia ha habido muchas mujeres que se han presentado para formar parte del Mando de Operaciones Especiales (MOE), aunque por ahora solo dos han logrado pasar el curso. "Creo que las mujeres, mentalmente son más fuertes que los hombres, tienen mucha capacidad de sufrimiento por su naturaleza, pero el nivel de estrés que se mantienen aquí es muy elevado y prolongado y mantenemos la misma exigencia para todos", apunta el jefe del COE.
Cuando el jefe del Curso era capitán se enfrentó al que para él fue el mayor desafío: evacuar a un alumno que había sufrido un accidente. "Por diversas razones, fue necesario realizar una evacuación real. Tuve que asistir al estudiante de primera mano y trasladarlo al hospital de Zaragoza, ya que su estado era grave. Afortunadamente, todo salió bien gracias a toda la instrucción de los médicos y paramédicos que tenemos y a que todos los protocolos estaban activados", además de que los alumnos tenían claras las medidas de seguridad.
¿Y qué le diría el jefe del curso a los que quieren intentarlo y dudan de sus capacidades? «Si dudan, que no vengan. Eso significa que no forman parte de operaciones especiales», sentencia.
Asalto al objetivo
En el campo de tiro de Batiellas los alumnos del curso básico de operaciones ensayan «Breaching», la apertura de puertas mediante la preparación de un explosivo controlado que reventará la puerta por la presión del agua. En el mismo campo los alumnos del COE (oficiales y suboficiales) realizan un ejercicio de acción directa. Los 31 alumnos, divididos en subgrupos, participan en un ensayo parcial con contingencias que deben resolver en tiempo real. Unos se encargarán de asegurar el perímetro desde azoteas y montículos, otros de asaltar el objetivo. Este mismo ejercicio lo repetirán cuando caiga la noche con gafas de visión nocturna hasta unir en una prueba final el ejercicio completo. Porque la acción comienza a las 9:00 y puede durar hasta las 02:00. Cada uno de los subgrupos contará con un profesor que evaluará que lo están haciendo bien. «Aquí no hay empleos, todos son compañeros», apunta el comandante.
Cada vez que forma el curso y rompen filas el jefe de clase les recordará su lema: «Sé parco en palabras» y el curso responderá: «Que los hechos hablen por ti», unas palabras que formarán parte del decálogo que deberán aprenderse la primera semana de instrucción.
El comandante asegura que lo más especial de formar parte de operaciones especiales es "creértelo, es querer lo que haces, sentirte feliz con el trabajo diario y sentir esa necesidad cada día que te levantas feliz al ir a tu trabajo. El día que dudes de tu trabajo, y no te haga feliz, es el momento de plantearse que quizá ese ya no es tu sitio". Él decidió volver a Jaca como jefe del COE porque "me sentía con la obligación moral de dar lo que el curso y las operaciones especiales me habían dado a mí".
Cuando el deber resuene en los rincones más oscuros del mundo, los boinas verdes no dudarán para garantizar que España, la libertad y la paz sigan a salvo.